El palique

Sombreros

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Sombreros

José María de Loma

José María de Loma

Se está complicando lo de ir sin sombrero. A la gente le ha dado por las gorras y ahora además están de moda los llamados Panamá, que antaño daban un toque de señor mayor y que ahora se han popularizado y puesto de moda. Habrá que probar, no siendo uno –no obstante– muy partidario de ponerse cosas en la cabeza, que está el cabello de frágil como para molestarlo. Hay quien se pone el mundo por montera y no usa sombrero.

Abracé hace un tiempo con muchas reticencias la moda de las chanclas. Después, tras arduas negociaciones conmigo mismo, adopté las bermudas. Finalmente, triunfaron, en verano, las camisetas frente a las camisas. Ya solo queda abdicar de la elegancia durante el estío. Hace mucha calor. Lo malo es cómo combinar tanto desaguisado que por separado sí es aceptable. Es decir, dónde va uno con chanclas, bermudas, camiseta y un sombrero. Sí, sí, a la playa, poco más. Se te puede poner pinta de hacendado que vive de las rentas y ha venido a la ciudad o de ridículo señor que se ha disfrazado de veraneante. Ande yo frío y que se ría hasta mi tío.

El principal productor de sombreros de Panamá es Ecuador y estos se popularizaron con la construcción del Canal. Cuando se designa así a uno no se alude a una forma y sí a una manera de fabricarlos: a mano. Hay quien al usar sombrero se añade distinción y hay quien al usarlo se añade años. Decimos «me quito el sombrero» como signo de admiración, pero el sombrero del envidioso tiene un mecanismo para no despegarse jamás de la cabeza. No falta quien tiene más sombreros que ideas y quienes con el sombrero se tapan la única idea que tienen, que si la exhibieran nos pondría a todos en peligro.

Hay un delicioso arcaísmo canario: sombrera, que alude al sombrero de paja usado antaño por las campesinas. Esta es una columna con sombrero, aunque no de paja. Columna al cabo de la moda, para leer con un café y a cráneo descubierto antes de salir a exponerse al sol, la realidad, los gorrones, el mal gusto y los pelmas. Son especies que se multiplican en verano. Y es que el sombrero también puede proteger e incluso camuflar aunque no es menos cierto que para estos menesteres se impone un antifaz. Hay que asombrarse pero con cautela, atreverse pero con cabeza. Sombrerear con prudencia. Ya dijo Flaubert que la vida es mejor con sombrero, y si no lo dijo debería haberlo dicho dado que son proclamas así las que uno espera de los hombres de prosa elegante. En esta columna ya está pidiendo sitio la chistera, amiga dandy y algo envarada del Panamá, quien tiene una prima algo rústica: la boina. Que a veces vive de gorra.

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