Reflexión

Por favor, basta ya de agresiones

Por favor, basta ya de agresiones

Por favor, basta ya de agresiones

Manuel Wood Wood

Manuel Wood Wood

A tenor de lo que veo y escucho en el circo político preelectoral, y a estas alturas, acostumbrado a la inestabilidad democrática y a la carencia total de moderación, me pregunto qué lodos saldrán de estos polvos.

La prensa y las redes sociales se convierten en altavoces de los odios, burlas, reproches y rencores que inundan las soflamas e injurias de los que, en una bancada u otra, acabarán sentados en el hemiciclo donde reside la voluntad del país. Y entonces me pregunto cómo después de tanto insulto barriobajero y política de corrala tienen estómago ya no solo para saludarse versallescamente en los pasillos del Congreso sino simplemente para llegar a simples acuerdos que de verdad conecten con los intereses del país y no solo el de unos pocos.

Y es que la pérdida de las formas y la crítica insolente y grosera nos afecta a todos: cuando con afán destructivo vierten sobre el adversario los apelativos de facha, mentiroso, matón, cínico, separatista, azul o rojo, nos están agrediendo a todos, a los de una facción o a los de la otra. El lenguaje tóxico que se fomenta desde «arriba» crea fidelidades ideológicas salvajes y mina la dignidad de los de «abajo». Esa dinámica tan nuestra es la mejor manera de perpetuar las actitudes radicales y los odios de las Españas.

De lo poco que he podido sacar en claro del último cara a cara, que no quise presenciar porque no se me apetecía ese chupito de cicuta, es que se trató de una mezcla de discusión tabernaria y show americano. Al parecer, sin argumentos sólidos ni elegancia en las formas, ambos se enzarzaron en ofensas, humillaciones y mentiras. Uno sacando pecho de los árboles plantados y el otro prometiendo la tala y el rodillo de los logros aducidos. Se me antoja muy difícil construir un gobierno sólido sobre la base de demagogias, falacias y falsas promesas. Si el principio del péndulo político funciona, ya nos queda menos para ver aparecer en el horizonte estatal la figura de los salvadores de la patria, semidioses con mensajes populistas y mesiánicos que acabarán doblegando la voluntad de la ciudadanía.

En estos tiempos en que a los políticos se les llena la boca hablando sobre la contaminación ambiental, esa que convierte el aire en irrespirable, acaso sería también necesario decirles que son precisamente ellos los responsables de la contaminación lingüística, y por ende de la degeneración o destrucción de la atmósfera social.

Suscríbete para seguir leyendo