Retiro lo escrito

La partida

Material electoral para las próximas elecciones generales del 23 de julio en el almacén de urnas, a 18 de julio de 2023, en Barcelona, Catalunya (España).

Material electoral para las próximas elecciones generales del 23 de julio en el almacén de urnas, a 18 de julio de 2023, en Barcelona, Catalunya (España).

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Hace una semana todavía se podían leer en las redes a egregios y a insignificantes socialistas que el PSOE había derrotado a la ultraderecha y que Coalición Canarias, qué ridiculez, con un diputado no pintaba absolutamente nada. No faltaba el jovencito que alcanzó un sueldo como probablemente no volverá a cobrar como asesor de Ángel Víctor Torres –su titulación era la de fisioterapeuta: a saber para qué le servía al presidente– que dijo que CC era un chiste. Es una vieja manía despectiva que tienen los socialistas, aunque Coalición ha votado la investidura de Rodríguez Zapatero, ha respaldado proyectos presupuestarios y leyes relevantes de gobiernos socialdemócratas como lo hizo con gobiernos conservadores, no se opuso a la y ha gobernado la Comunidad autónoma –y múltiples cabildos y ayuntamientos– con unos y con otros, sin abandonar casi nunca una actitud moderada y dialogante. Es realmente curioso que mientras otras federaciones del PSOE –vasca, catalana, valenciana– mantengan generalmente relaciones cordiales con los nacionalistas en sus respectivos territorios, los socialistas canarios sean incapaces de normalizarlas. Pero todo es una cuestión de poder. Nueva Canarias es admisible porque está dispuesta a jugar el papel de solícita muleta a las mayorías socialistas. Coalición Canaria, en cambio, ha decidido casi siempre –desde la posición de centralidad que le otorga la incompatibilidad del PSOE y el PP en el Ejecutivo– con quien gobierna durante cerca de treinta años.

Ahora los socialistas isleños han callado en redes. Y fuera de las redes también. El voto exterior ha llevado a CC a convertirse, si no en determinantemente decisiva, sí muy condicionante para la tercera investidura de Sánchez, sin dejar de ser cortejada por Alberto Núñez Feijóo. La situación actual es un buen argumento para el habitual discurso de CC. Si el nacionalismo canario –unificado en las dos provincias– fuera capaz de conseguir cuatro o cinco diputados tendría, en una situación como esta, la gobernabilidad de España en sus manos.

¿Qué hará Coalición? Primero dejarse querer. Mucho. Algo así como aquello que le dijo Richard Gere a ese empleado de una boutique exclusiva: «Quiero que nos hagan mucho la pelota». Y después observar. Esto no es –para ninguno de los actores implicados– una negociación a dos bandas, sino una partida de póker en el sótano peor iluminado de la democracia, un cuchitril que apesta a ambición, billetes y miedo. Para decidir tus movimientos debes fijarte en todos los jugadores, aunque en esta partida el más observado por todos será el más ambiguo: Junts per Catalunya. Conviene advertir que se negocia –se puede negociar– tanto un voto afirmativo o una abstención que, por supuesto, no tienen el mismo precio. Uno sospecha que Fernando Clavijo y sus compañeros prefieren negociar una abstención conveniente antes que un apoyo casi imprescindible: empezar con buen pie una legislatura con Sánchez sin molestar excesivamente a los conservadores isleños y a su líder, Manuel Domínguez, a la sazón vicepresidente del Gobierno autonómico. Si los puigdemontistas –un frenopático supremacista para una patria de catalanes puros– consiguen encarrilar un inverosímil acuerdo con el PSOE para votar a favor de Pedro Sánchez, Coalición Canaria estará moderadamente satisfecha al anunciar una abstención entre comprensiva y colaboradora. Porque incluso si Sánchez puede contar durante las 48 con Junts no lo podrá hacer regularmente en las restantes votaciones: una actitud de disponibilidad de CC sería muy bien recibida por el PSOE. Igualmente Junts podría ceder un diputado para la investidura esperando que CC ordene a Cristina Valido a hacer lo mismo. Junts incluso podría prestar cuatro diputados y Coalición sumar a la suya para una mayoría absoluta que evite una segunda votación. Un abstencionismo elástico y negociador a cambio de compromisos concretos es lo que prefieren los coalicioneros. Pero su apuesta depende en buena parte de los demás y singularmente de JxC.

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