Azul atlántico

El PNV y la cuenta del PP

Las cuentas parlamentarias de la dirección del PP permiten al líder popular aspirar a la investidura. Consideran que saldría un gobierno en minoría con los apoyos de Vox, UPN y CC, lo que suman 172 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta, objetivo alcanzable con cinco votos de los vascos

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. / EP

Fernando Canellada

Fernando Canellada

Los nacionalistas vascos que pactaron con las tropas de Benito Mussolini en 1937; que recogían las nueces cuando ETA meneaba el árbol con coches bomba y tiros en la nuca, se resisten a apoyar la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Temen quedarse sin frutos en este momento convulso de la historia patria.

Las cuentas parlamentarias de la dirección del PP permiten al líder popular aspirar a la investidura. Consideran que saldría un gobierno en minoría con los apoyos de Vox, UPN y CC, lo que suman 172 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta, objetivo alcanzable con cinco votos de los vascos. En el sur de Gran Canaria hay distinguidos militantes del PNV que se entienden bien con Coalición Canaria y con el PP.

El Partido Nacionalista Vasco (PNV), de la internacional popular e ideológica y sociológicamente a la derecha, sigue en la mejor tradición, fiel a su zigzagueante historia. Los peneuvistas han sido capaces de aprobar unos Presupuestos Generales del Estado con Mariano Rajoy y, en la misma semana, unirse a una moción de censura para hacer presidente del Gobierno de España a Pedro Sánchez con una coalición Frankenstein.

El PNV se planta ante Vox. Entre otras razones por haber ejercido como incordiante recordatorio de uno de los más vergonzosos episodios de su compleja historia. Los voceros del partido de Abascal han repetido en estas legislaturas el ritornelo del Pacto de Santoña, imborrable memoria histórica, que tanto escuece en el Euskadi Buru Batzar. El acuerdo del 24 de agosto de 1937 de los nacionalistas vascos con el ejército del fascio italiano para entregar Bilbao, sin daños, a los militares franquistas sublevados. Una traición a la República en medio de aquella España en guerra. Los vascos, sea dicho como atenuante, luchaban por Euskadi libre y no por la República española. Estaban dispuestos a independizarse del Estado español para constituir una república con dependencia del Vaticano. Franco rechazó el Pacto de Santoña y fusiló a los dirigentes vascos, apresados cuando salían de España en barcos ingleses. Es historia triste y trágica, pero historia al fin y al cabo.

Suscríbete para seguir leyendo