Papel vegetal

Los gobiernos golpistas africanos expresan su hartazgo en la ONU

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres. / EFE

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Los gobiernos golpistas africanos han aprovechado la Asamblea General de la ONU para expresar su común hartazgo con el Occidente colonial y especialmente con Francia.

Acaso el más elocuente al respecto fue el presidenta de la junta militar guineana y ex legionario francés Mamady Doumbouya, que llegó al poder hace ya dos años gracias a un golpe militar, al igual que sus homólogos de Mali, Burkina Faso y Níger.

Doumbouya justificó esas acciones, condenadas unánimemente como antidemocráticas por Occidente, con el argumento de la «mala distribución de la riqueza» en sus países.

La riqueza se halla actualmente, según dijo, en manos de las «elites» mientras «en los hospitales mueren tantos recién nacidos porque no hay incubadoras».

El modelo de gobierno impuesto por las antiguas potencias a sus colonias sólo funciona para pocos, denunció Doumbouya, según el cual muchos gobernantes «despilfarran» las riquezas naturales de sus naciones, pese a lo cual son calificados de «demócratas» sólo porque «siguen las directrices de instituciones internacionales al servicio de las grandes potencias.

El presidente guineano criticó, por otro lado, a aquellos de sus colegas que tratan de quedarse en el poder más allá de las obligadas dos legislaturas.

Doumbouya justificaba así no sólo su propio golpe contra el ex presidente guineano Alpha Condçe, sino que parecía aludir también al presidente de Costa de Marfil, uno de los fieles aque le quedan a Francia y especialmente crítico con la nueva junta militar de Malí.

Los representantes de Malí, Burkina Faso y Guinea criticaron además que no se hubiera permitido hablar en la Asamblea General al nuevo ministro de Exteriores de Níger, Bakary Yaou Sangaré, porque su antecesor, del gobierno, derrocado a finales de julio, había pedido también tomar la palabra, y fue imposible llear a un acuerdo.

Los gobiernos de la UE presionaron en ONU para que no se reconociese a la nueva junta militar nigerina y el secretario general de la organización, António Guterres, optó por aplazar la cuestión.

Esa decisión suscitó las protestas de la nueva Alianza de los Estados del Sahel, constituida en septiembre por Mali, Bukina Faso y Níger para defenderse de un ataque a cualquiera de sus miembros por parte tanto de la organización regional CEDEAO (Comunidad Económicas de Estados de África Occidental) así como de la amenaza yihadista.

Los representantes tanto de Malí como de Burkina Faso dejaron claro en Nueva York su total rechazo de «las actividades de determinadas potencias» que sólo tratan de «afianzar su dominación neocolonial» sobre el continente.

El ministro de Exteriores maliense, Abdoulaye Diop, criticó las sanciones que quiere aplicar la CEDEAO a Níger y acusó en concreto a Francia de instrumentalizar a esa organización regional para dividir a los países africanos.

Diop confirmó asimismo la próxima salida de África de la misión que tiene la ONU, la llamada MINUSMA, creada en 1999 para garantizar la paz y seguridad en esa parte de África, pero que no parece haber cumplido la tarea que se le encomendó.

El presidente de la República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi, exigió que esa misión, constituida por 15.000 cascos azules, comience a abandonar el continente antes de fin de año.

La misión de la ONU ha demostrado su impotencia para poner fin a la guerra existente desde hace ya casi un cuarto de siglo en el este de la R.P. del Congo, donde milicias supuestamente controladas por Ruanda y Uganda se dedican con impunidad a saquear las riquezas naturales del país vecino.

Y el descontento con los cascos azules de la población que allí vive va cada día en aumento, algo que, con vista a las elecciones de diciembre, aprovecha ahora Tshisekedi para reclamar su salida.

Suscríbete para seguir leyendo