Construir para progresar

Esta sociedad está empeñada en naufragar, olvidando que la realidad duele, pero es necesaria para aprender a rectificar a tiempo.

Nos hacemos mayores y complejos en vez de más sabios. Nos gustan las peleas soterradas e intestinas en vez de construir bienestar a través del pleno empleo.

La orientación adecuada, en este camino de doble sentido, consiste en la integración y no en el enfrentamiento y el desgate permanente.

Tanto en su vertiente económica como social.

Al fin y al cabo, el tiempo nos enseña que el esfuerzo constructivo siempre triunfa, pues el progreso debe despegar a toda costa, más allá de la simpleza de una mentalidad empobrecedora, olvidando que nadie es propietario de los derechos de nadie.

Medir el tiempo es fundamental, tanto en las políticas como en las estrategias. La sociedad se aleja de los falsos líderes que empuñan el dogma en una mano y la espada en la otra.

Además, ¿para qué los necesitamos?

La lección final consiste en asumir que no sabemos controlar el tiempo si no aprendemos previamente a agregar en vez de prescindir.

Me viene a la mente aquella frase apócrifa en boca de la querida Mafalda que decía: «Paren el mundo que yo me bajo.»