Cartas a Gregorio

El desacuerdo sostenible

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / EFE

Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

Querido amigo: No todo tiene por que ser blanco o negro, sino que según se quiera ver, también puede ser blanco y negro a la vez.

Eso es al menos lo que se desprende del tipo de desacuerdo pactado recientemente entre el gobierno de Pedro Sánchez y los independentistas. Es como si unos tiraran de una cuerda en un sentido y los otros en sentido contrario, creando así una simetría que, si ninguno se pasa de grado, mantiene la estabilidad. En tal caso, no habría vencedores ni vencidos, sino que el pulso se sostendría mientras dure la igualdad.

Proponía Maquiavelo un modelo político basado en el equilibrio, «un equilibrio social y dinámico entre distintas clases como resultado de la tensión y la oposición entre diversas propuestas…».

De todas formas, el desacuerdo es la antesala del acuerdo, no importa el punto de vista de cada uno, porque aceptar la diferencia supone el reconocimiento y el respeto de cada parte.

Creo, Gregorio, que nos hemos topado con un presidente de gobierno maquiavélico y kafkiano, que cuando le acusan de mentiroso asegura que solo se trata de un cambio de opinión…

En lo que sí estoy de acuerdo es en que Pedro Sánchez es «el pistolero más cruel y despiadado de la política de estos últimos años», como lo describió Arturo Pérez-Reverte en el programa El Hormiguero de Antena 3.

Dice también Pérez-Reverte que Sánchez es un «killer», un asesino tipo James Bond que ha puesto a todos a trabajar a su favor, tanto a los de dentro como a los de fuera de su partido, por lo que le parece «un personaje fascinante…».

Respecto al pacto con los independentistas, habría que decir que la Guerra Civil española no acabó al mismo tiempo para todos a pesar de la Transición y la Constitución del año 1978.

La cuestión es que el enfrentamiento tampoco acabará mientras la derecha que ganó la guerra siga pensando en España como «Una, grande y libre», como piensan nuestros dirigentes más conservadores, que nunca aceptarán la España de los nacionalismos y las autonomías.

En 1939 el general sublevado Francisco Franco decidió firmar el último parte que decía: «La guerra ha terminado», y desde ese momento, cada uno hizo la guerra por su cuenta.

Después comenzó la posguerra, un periodo posiblemente más cruel que la propia guerra, que duró hasta el año 1975 que murió el dictador. Durante esos largos años los dos bandos siguieron con sus hostilidades, y mientras el bando nacional hacía valer su autoridad, los independentistas continuaron matando, porque para ellos la guerra no había terminado.

Lo que quiero decir es que, si para el gobierno español Txapote es un terrorista, para los vascos es un soldado que luchó para defender su tierra…

Las guerras no acaban cuando lo decide uno de los contendientes, y si la Transición fue un acuerdo imperfecto, hay que pensar en un desacuerdo que sea sostenible.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

Suscríbete para seguir leyendo