Punto de vista

Una vida cada minuto

Una sanitaria maneja una muestra de sangre de un paciente positivo en VIH.

Una sanitaria maneja una muestra de sangre de un paciente positivo en VIH. / Agencias

Juanjo Pérez Estévez

En la lucha contra el sida podemos ver con perspectiva avances y desafíos ante la enfermedad. Encontramos muchos datos para la esperanza en el informe de Onusida, como el hecho de que algunos de los países africanos más devastados por el VIH y la pobreza, están consiguiendo el objetivo 95-95-95 (dentro de las personas que tienen ese estado serológico, dicho porcentaje es consciente de ello, recibe tratamiento y este está suprimiendo el virus), o que en una década se ha duplicado el porcentaje de acceso al tratamiento antirretroviral en mujeres embarazadas y lactantes que vivían con el VIH en todo el mundo. Por contra, el informe también indica que unos 9,2 millones de personas siguen sin acceso a tratamiento, de las cuales unas 660.000 son niños y niñas, ha caído la inversión global para afrontar la enfermedad a niveles de hace diez años y en varias zonas de Asia y el Pacífico, las cifras de contagios son preocupantes por la ausencia de estrategias de prevención.

A nivel local, según datos del Servicio Canario de Salud los nuevos contagios anuales son aproximadamente un 40% menos de los que se daban en 2014, pero casi la mitad se diagnostican de forma tardía y ya la cuarta parte se dan en jóvenes de menos de 30 años. Tanto el hecho de no saber que se es portador, como la falta de información, inversión en prevención innovadora y referencias en las nuevas generaciones, juegan en contra de mejorar estas cifras. Y todo esto pese al enorme esfuerzo y labor de personas, profesionales y entidades como Amigos contra el Sida, la recientemente creada Checkpoint Canarias, Altihay o el activista Toni Poveda entre otros y otras.

Precisamente en esta conmemoración podemos recordar también ese inmenso ejemplo de activismo y compromiso desde comienzos de los 80. Con Act Up como exponente, miles de personas en muchos países se movilizaron, lucharon por sus amigos y sentaron las bases del cambio que terminó por llegar, consiguiendo dar esperanza y vida a quienes hasta entonces solo podían perderlas. Muchos, quizás más, no vivieron para contarlo. Y no lucharon solo contra el virus. Lo hicieron también contra la homofobia, el olvido, los prejuicios, la ignorancia, incluso a veces si n poder despedirse por no tener derecho a ello. Siguen haciéndolo hoy día. Parte de su testimonio podemos descubrirlo en documentales como Cómo sobrevivir a una epidemia, o las películas Un corazón normal y 120 pulsaciones por minuto. Conmemoremos también ese espíritu de lucha en aquellos años 80. Recordarles a ellos no solo es honrar su memoria, también es luchar contra la desinformación, el estigma, tener un ejemplo de movilización ante otras causas injustas, y además tomar conciencia de que aún hoy en nuestro planeta, el sida se cobra una vida a cada minuto que pasa.

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