Punto de vista

Otra Navidad

Israeli soldiers patrol along the border with Gaza

Israeli soldiers patrol along the border with Gaza / ATEF SAFADI

Javier Marrero

Si tuviésemos que escribir ‘Un cuento de Navidad’ para nuestro tiempo, ¿sería realmente una historia muy diferente a la escrita por Dickens? Cuando Charles Dickens se puso poético sobre la muerte, la codicia y la avaricia, en su clásico ‘Cuento de Navidad’, sin duda tenía en mente el desbarajuste social del capitalismo. Por supuesto, la crítica al capitalismo de Dickens, no incluía un análisis económico y al final no pudo ir más allá de la indignación moral ante la pobreza y la quiebra de la virtud humana.

Karl Marx opinaba que «en sus tiempos Dickens proclamó al mundo las verdades más crudas sobre la política y la sociedad que no habían sido dichas ni por los miembros de la casta política profesional, ni por cronistas ni moralistas juntos». ‘Un cuento de Navidad’ se publicó en 1843, sólo cinco años antes del Manifiesto Comunista y la oleada revolucionaria de 1848.

Hoy en día, Scrooge parece todavía omnipresente en nuestra sociedad: desahucios incluso en navidad, empleos precarios, algunos cercanos a la esclavitud, los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, inmigrantes encerrados en CIEs y viviendo entre ruinas, muertos de miedo por las redadas de la policía y los ataques de la escoria racista. Corrupción, prostitución, violencia de género,emergencia climática y falsos proyectos de transición energética, en donde también se apropian del agua, hablando de sequía y en realidad es saqueo. Un genocidio contra un pueblo, el Palestino y la comunidad internacional mirando para otro lado. Presidentes locos y fascistas que ganan elecciones con engaños. Gobiernos de «izquierdas» que desencantan a sus votantes y se escoran hacia la burguesía. Guerras silenciadas en territorios ocupados, viviendo en campamentos de refugiados en medio del desierto. Migrantes que mueren en el mar o en las vallas porque los recursos de sus tierras son robados y no pueden vivir en ella. Porque las fronteras no son para el «poderoso caballero don dinero», sino para los pobres, para las trabajadoras y los trabajadores.

La pobreza similar a la que llamamos «tercermundista» se está abriendo camino hasta el mismo núcleo del Occidente «desarrollado».

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