Palco 37
Portero con buen toque
Era inevitable recordar a Beckenbauer no solo por la cercanía de su muerte sino también por ver salir a los porteros, desde atrás, con el balón en el pie y levantando la cabeza para hacer un pase incisivo
Franz Beckenbauer se merecía un minuto de silencio en el estadio de Gran Canaria. Hasta el saque de honor del cónsul alemán, puestos a cumplir con el amor del Káiser por Gran Canaria. La efeméride de la Policía Nacional también se lo merecía, como así ha sido. El fútbol profesional tanto se ha complicado que ahora no somos dueños ni de nuestros silencios cuando se trata de una figura del olimpo internacional. Era inevitable recordar a Beckenbauer no solo por la cercanía de su muerte sino también por ver salir a los porteros, desde atrás, con el balón en el pie y levantando la cabeza para hacer un pase incisivo. Álvaro Valles, en el día de su renovación y uno más de gloria imbatido, pasó un balón a Marc Cardona que a punto estuvo de marcar. Nunca jugaron tanto los porteros, con los pies, entiéndase bien, como con este sistema que creíamos improvisación de García Pimienta pero que ayer aplicó por momentos el Villarreal.
Manolo López, el gato de Arucas, comentaba al descanso, que este tiempo le hubiera complicado la vida bajo los palos ya que se sentía más cómodo con las manos que con los pies. Y señalando hacia Paco Castellano, apuntaba Manolo que alguna vez le había propuesto salir a dar guerra en la defensa. Esas eran otras historias. Y a otro tiempo hay que mirar para recordar una victoria por tres goles a cero de la UD Las Palma en Primera: marzo de 1987 en el Insular, contra el Mallorca, en un partido que dirigió José María Enríquez Negreira, figura hoy indigna del arbitraje bajo sospecha.
Tres a cero es una goleada. Hoy igual que ayer. Y siguiendo la escuela de Carlos Bilardo, al que el portero Daniel Carnevali, que no faltaba en el palco, conoce bien, el resultado es lo único a tener en cuenta. Eficacia demostraron Kirian y Juanma Herzog, en un conjunto que, con bajas o sin bajas, a su aire, suma tres puntos y, por momentos, juega al primer toque y es capaz de levantar a la afición. Las lágrimas del joven Herzog tras el cabezazo de gol, en su debut en LaLiga, muestra la frescura y pasión futbolística de este conjunto revelación. Y aunque lo intentó, el Villarreal no marcó ni a puerta vacía. No fue como el Tenerife ni como el Barça. Ni de lejos.
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