A la Gala Drag le hace falta un meneo

Estaba al volante y me faltó además el ímpetu mañanero para llamar. Fue en el apartado Cosas que han dejado de interesar, que coordina Bob Pop en el Hoy por hoy de Àngels Barcelo. De cascarilla, nada: una audiencia de casi cuatro millones de personas. El escritor, animador y una mezcla de montón de dedicaciones que dan una cierta prestancia en la España actual atendió al participante: ¿Qué cosas han dejado de interesarte?, le preguntó Bob al sujeto comunicante.

«La Gala Drag Queen de Canarias, me parece aburrida». El protagonista de la serie Maricón Perdido y Àngels se apuntaron al veredicto. Y yo voy detrás: lo que empezó como una fórmula transgresora da señales de agotamiento. Las escenografías repetitivas suelen acabar en un caos, las ideas de unos guiones manidos o una música muy telúrica inyectan desgana a chorros. Cabe volver al golpe del año 2017 de Borja Casillas (Drag Sethlas) y su Cristo crucificado, un auténtico pisotón en la médula de los principios.

Por cierto, flaco favor se le hace en su papel de presentador obligado a compartir escenario junto al bueno de Roberto Herrera y la recatada (un vestido de entierro) Eloísa González. La Gala Drag no puede presentarse, con todos los respetos, como si se tratase en un evento para recoger fondos para una causa desgraciada. Se trata de otra cosa. A falta de materia gris local, no hay mas remedio que gastarse la pasta e ir al mercado para traer algo más acorde.

El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria es un activo cultural, y uno de sus principales atractivos, aparte de la originalidad de los carnavaleros y sus ganas de fiesta, está en la convocatoria drag. La competitividad y la copia del original acecha. Es recomendable un meneo para sacar esta provocación renqueante de la situación de confort en la que se ha quedado.

¿Y cómo se puede hacer? Hay gente que cobra por ello. El bombazo nació en 1998; a falta de cuatro años para las tres décadas de vida, el panorama de la sociedad y los hábitos de los contenidos culturales y de ocio han entrado en una permanente transformación. Toca espabilarse.

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