El lápiz de la luna

Un huevo muy bueno

Cuando tengamos que decir algo de alguien, una cosa que nos encanta hacer, darnos vela en entierros a los que no se nos ha invitado, hagámoslo desde el afecto, el respeto y la empatía

Libros, lápiz y ordenador, la realidad de la educación contemporánea.

Libros, lápiz y ordenador, la realidad de la educación contemporánea. / EDUARDO PARRA

Elizabeth López Caballero

Elizabeth López Caballero

Desde que inicié el proyecto de biblioterapia «Libros que salvan» estoy siempre al acecho de cualquier álbum ilustrado que me pueda servir para trabajar los valores, las emociones, los sentimientos o la psicoeducación, ya sea en el aula o en la consulta. Siempre soy yo la que llega a clase con alguna novedad literaria; sin embargo, el otro día se giraron las tornas.

Esa mañana, al llegar a clase, Maia, una de mis alumnas (tengo permiso de su madre para dar su nombre), me estaba esperando para presentarme un libro –que luego me regaló– y que se ha convertido en mi favorito, Un huevo muy bueno, escrito por Jory John e ilustrado por Pete Oswald. Esta historia nos habla de un huevo que siempre está dispuesto a ayudar a los demás, incluso, olvidándose de sí mismo, y al que le irrita que los demás huevos que viven en su huevera no sean tan bienhechores.

De pronto, un día, al huevo se le empieza a agrietar la cáscara, el pobre estaba muy cascado, y emprende un viaje hacia adentro muy interesante. Hasta aquí les cuento porque lo ideal sería que lo leyeran. No tiene contraindicaciones y está dirigido a niños y a adultos. ¿Por qué es apto para grandes y pequeños? Porque a veces detrás de ese querer hacerlo todo bien, de centrarnos tanto en los demás y de olvidarnos de nosotros, hay una necesidad inconsciente de querer ser reconocidos, amados y valorados.

Y eso sí tiene contraindicaciones porque estamos poniendo nuestra valía en venta, en manos ajenas que pueden darnos ese «reconocimiento» o no. Entonces nuestra autoestima y nuestro amor propio estarán supeditados a la mirada del otro. El amor hacia uno mismo nace de dentro hacia afuera, de lo contrario, nunca sabremos quiénes somos, dónde están nuestros puntos fuertes y dónde los débiles. No podremos mejorar, pues nunca seremos suficiente.

Creo que uno de los mejores aprendizajes que podemos darles a los niños es ese: ser capaces de verse a sí mismos. Los más pequeños están siempre expuestos a la observación –al juicio y la crítica– del adulto. Dependiendo de qué clase de adultos tenga un menor a su alrededor, crecerá con una visión positiva o una negativa de quién es, con un riesgo muy grande de acabar con la cáscara cascada. Un huevo muy bueno es un libro ideal para respetarnos y respetar a los demás.

Cada cual está transitando su viaje de la mejor manera que sabe. Por eso, cuando tengamos que decir algo de alguien, una cosa que nos encanta hacer, darnos vela en entierros a los que no se nos ha invitado, hagámoslo desde el afecto, el respeto y la empatía.

Yo pensaba que tenía todo esto muy interiorizado, en cambio, me vino genial que me lo recordaran. Como casi siempre, las cosas buenas vienen escondidas en las páginas de un libro. Gracias, Maia, por este redescubrimiento y por todo lo que me enseñas tú y el resto de compañeros y de compañeras de 2ºA.