Retiro lo escrito

Los cómplices necesarios

Si la élite del PSOE canario cree que va a salir de esta comprometida situación tan grácilmente como en lo de los cuatro millones de euros perdidos en el caso Mascarillas se equivoca gravemente

Antonio Olivera en una imagen de archivo

Antonio Olivera en una imagen de archivo / Ramón de la Rocha /EFE

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Está muy bien eso de indignarse y asombrarse y lo contrario. Lo que ocurre es que los ciudadanos están hasta las meninges de estas machagandas. Incluido un servidor, como es evidente. No queremos ajijides y lamentaciones y pucheritos sino asunción de responsabilidades. Y ya. Porque son extremadamente evidentes. El responsable del Servicio Canario de Salud cuando las contrataciones a la sociedad Gestión de Empresas era Antonio Olivera Herrera, máximo responsable político del organismo. Ahora se está haciendo el loco, extrañadísimo por todas estas cosas raras que están ocurriendo, como una vieja recovera extrañada por tanto siroco en el aire mijito, pero los locos no son designados jefes del gabinete de un Ministerio de Política Territorial. Olivera no recuerda siquiera que parte de la mercancía comprada a un elevado precio resultó inservible, y que no se pagó, pero que luego se arregló el asunto –es decir, se completó la cuota – compensándoselo a la mercantil con otros contratos. Es más que suficiente para que – sin menoscabo de lo que desvele la investigación de la Guardia Civil y decida la autoridad judicial – el brillante Olivera coja la puerta hoy mejor que mañana y mañana mejor que pasado. A José Luis Ábalos se le está presionando para que dimita como diputado y entregue el acta al partido. Dejó de ser ministro hace mucho. Olivera debe dimitir como jefe del gabinete de Ángel Víctor Torres, aunque abandonó el SCS hace mucho también.

Uno intuye que si la élite del PSOE canario cree que va a salir de esta comprometida situación tan grácilmente como en lo de los cuatro millones de euros perdidos en el caso Mascarillas se equivoca gravemente. En primer lugar porque entonces gobernaban y ahora no. Como gobernaban entonces y disponían de mayoría parlamentaria pudieron bloquear la constitución de una comisión parlamentaria de investigación, los auditores por ellos propuestos en la Audiencia de Cuentas enterraron un informe espeluznante sobre su gestión económica y contractual durante lo peor de la pandemia, y contaron con el apoyo entusiasta de Nueva Canarias (Román Rodríguez llegó a decir con su pomposidad habitual que las contrataciones fueron “ejemplares dadas las circunstancias”) y de Podemos, cuyos diputados se hicieron también los idiotas, aunque les costó mucho menos esfuerzo que a Olivera. Ahora no. Ahora los dirigentes socialistas están en pelota picada y lo que es peor, el escándalo es de ámbito nacional y no se apagará en pocos días. Porque lo que hicieron Torres y su equipo, con las decisiones contractuales tomadas desde el SCS, es contribuir decisivamente a consolidar la estafa que urdieron varios canallas en el Ministerio de Transportes, con o sin la anuencia de Ábalos.

Si el PSOE realmente quisiera despejar desconfianzas debería solicitar una comisión parlamentaria que investigara este latrocinio miserable, pero no lo hará. Tampoco votará a favor si la propone la actual mayoría parlamentaria. Torres no está dispuesto a contestar a una sola pregunta comprometedora. Solo responde con vaguedades y con un argumentario que ya no aguanta ni la luz del sol. Pregunta: ¿qué autoridades del Servicio Canario de Salud se reunieron con Koldo García en octubre de 2020 para «arreglar» el problemilla de las 837.000 mascarillas pedidas por Canarias y entregadas en malas condiciones? Por entonces Conrado Domínguez ya era director del SCS. García tiene éxito en sus demandas y apenas dos semanas más tarde le firman a Gestión de Empresas dos contratos y antes de fin de año uno más. Es Ábalos, el ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, quien propone a esa empresa. Es la dirección política de la sanidad canaria la que se sienta con Koldo García todavía con mascarillas obligatorias y no domeñada la pandemia. En total doce millones de euros. Si en el seno del anterior Gobierno canario no se reconocen responsables políticos, si admitimos que estos sinvergüenzas nos pueden robar con semejante descaro, si no evitamos la trampa de admitir que en este pufo multimillonario solo existió un ladrón, Koldo García, y no cómplices necesarios en el Ejecutivo y en el PSOE canario, es que en efecto merecemos ser mentidos, estafados y robados.

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