Para empezar algo tenemos que acabarlo", resuenan las palabras entre las paredes del Teatro Guiniguada en la voz de la maestra de ceremonias, Leo Medina. Gesticula, flexiona sus rodillas, modula la voz y sigue las indicaciones de la directora Nati Vera, quien entre las sombras perfila cada movimiento para el número final. Es el ensayo general y quedan apenas unas horas para el estreno de mañana sábado a las 20.30 horas del Big Bang Cabaret Show Final. Una cita con lo transgresor, la sensualidad, el erotismo, que supone el colofón final del International Big Bang Vintage Gran Canaria Festival.

Es un recorrido por la historia de lo que ha supuesto el evento durante estos tres años. Rememora la música de los teatros y burdeles de la década de los 30 hasta los 60 con la mujer como punto principal, analizando su función en aquellas obras y reivindicando el disfrute de su cuerpo. Así, Vera revive al burlesque con Evita de Vil, Hernandez Marabe y Chiqui Love, o el swing con Míster Big Bang, aunando todas las historias. La intención es "hablar, sobre todo, de las libertades de elección personal, de que cada uno haga lo que le dé la gana siempre y cuando te haga feliz", declara la responsable. Es su granito de arena en la búsqueda de "una libertad que sea eficaz y real".

Un género provocativo

Cuidado con la marca, da la entrada, que todos se alineen, el ritmo es frenético y los nervios están a flor de piel. Entre lentejuelas, boas y tacones aparece Leo Medina. Lo tiene claro. "Para ser una buena maestra de ceremonias", explica, "hay que tener mucho morro, muchas tablas, hay que tener el ritmo siempre arriba. Si no estás segura, todo se va al carajo, hablando mal y pronto". El desparpajo que agita las plumas engarzadas a su cabello le recuerdan que aquí debutó con apenas 17 años siendo una amateur, "fuertísimo, sí, señor". Hoy la recibe su casa.

Un género que nace en el siglo XIX de la Europa victoriana y se traslada a América con un lenguaje desprovisto de ataduras se adentra en las calles de Vegueta con la intención de decir varias verdades a la cara. A Leo Medina le gusta el aspecto transformador del espectáculo y sin tapujos, con una carcajada que atraviesa su garganta, confiesa que sobre el escenario suelta algunas, por ejemplo, que "hay que apoyar más al teatro canario,a los artistas canarios, que esto cada vez ha ido a más, pero que se mojen un poquito más".

Provocativa y audaz, Chiqui Love comenzó en este mundo cuando se buscaba la vida en los bares de Londres. Un día, sin más remedio que ganarse algo de dinero para comer, empezó a bailar en clubes "y me encantó". La artista venezolana se especializó en otro tipo de disciplinas como el burlesque o el pole dance. Mientras, en Gran Canaria, una joven Eva Cabrera se transformaba en la camaleónica Evita de Vil. Le gustaba el estilo pin-up, el maquillaje, la estética, y tras dar sus primeros pasos en el teatro vodevil decidió adentrarse en un estilo que define como "el arte de la sensualidad".

"Mientras estés encima del escenario, estás actuando", le indica Nati Vera a las actrices desde el patio de butacas. Son el centro de las miradas y el son no debe de desfallecer ni un segundo. Chiqui reivindica la fuerza liberadora del show: "Me parece que la mujer siempre ha sido muy machacada con sentir vergüenza de quiénes somos y estamos abriendo una puerta para que la mujer se sienta más cómoda consigo misma". Evita coincide al remarcar que "yo hago con mi cuerpo lo que quiero y enseño lo que quiero". Hay hombres que lo hacen muy bonito, ríe Chiqui, aunque sabe que la gran mayoría se sientan sin atreverse a formar parte del juego. "La mujer era la virgen, la puta, era como estaba representada, pero aquí todos somos gente del arte", señala la bailarina.

Bettie Page o Jane Russell son algunas de las referencias en el mundo del carmín brillante, recuerda Evita. Mientras, la inspiración para Chiqui viene de casa con las "mujeres cañeras" que conoce. Mira a aquellos referentes que "viven sin vergüenza ni tapujos, disfrutando la vida al máximo. Me siento todas ellas".

No obstante, hay quienes encontrarán bochornoso los números de baile o los que jamás entrarían a descubrir qué hay tras la puerta que marca que este espectáculo es para mayores de dieciocho años. Dicen que hay de todo en la viña del señor, y el Cabaret da una pequeña muestra de sus frutos. Es el retrato de una época, recuerda la maestra de ceremonias, y Nati Vera sabe que hay un sector del público al que no llegará, solo espera que la que venga no se asuste, que esté concienciada, "espero". Las actrices les recomiendan a los incrédulos unos chupitos de ron por si acaso y que "se relajen y se pongan las lentejuelas, las boas", solo disfruten.

Un secreto. La obra comienza con los acordes de la mítica Cabaret y la artífice será la banda Brave Missy and The Cavalliers, cuyo saxofón, bajo, batería y voz, trasladarán en directo el timbre de las emisoras de radio que sintonizaban jazz, el rockabilly o el rhythm and blues. Música, danza, teatro, un cóctel de emociones que es el colofón a las horas y horas de ensayo. A veces más emocionantes, como la espera al estallido final, el cosquilleo del sonido en el vientre antes de que estalle el fuego artificial. Quienes se dedican a esto lo saben. "El arte en general", detala Nati Vera, no se toma con el respeto que se debería. Está asociado al ocio, sí, pero es nuestra profesión y manera de vivir", enfatiza la directora.

Las bambalinas se convierten durante algunas semanas en el hogar del elenco formando una pequeña familia. "En eso también consiste el cabaret, montar un espectáculo y disfrutar de él", comenta la actriz Cira Rodríguez. Su voz mecerá al Why don't you do right?, y reconoce haber dejado atrás ciertos prejuicios acerca del cuerpo y la expresión que imperan en la sociedad que "transmite la sensualidad sin pudor y sin vergüenza porque el cuerpo es natural y humano". Para alcanzar la dualidad con su álter ego, que interpreta Hernandez Marabe, se deja atrás múltiples capas para conseguirlo. Y Chiqui Love y Evita de Vil son mucho más claras, lo primero que hay que quitarse, ¿qué es? La ropa, dicen a carcajadas.

Joel Grey estará bailando entre los sueños de los amantes del musical, un género a veces vilipendiado, a veces denostado, que ha servido para hacer volar por las nubes a quienes desean vivir acariciados por las luces de los focos. El arropo del público es lo que encandila a Leo Medina, sabe que están acostumbrados a venir al teatro "aunque la gente diga que no", y les va a gustar, asegura, "es un juego en el que les haremos partícipes". Hagan caso a la maestra de ceremonias, quien se está arreglando para ustedes y les recuerda: "Les espero a todos aquí, en el Cabaret".