Para comprar un móvil nuevo en China, no sólo hay que poner dinero, también hay que poner la cara. Este domingo ha entrado en vigor una ley que obliga a las empresas de telecomunicaciones chinas a registrar los parámetros biométricos faciales del usuario de cualquier teléfono nuevo. El Estado aumenta el control sobre la población y el uso de Internet a través del reconocimiento facial.

La intención es "proteger los derechos y los intereses legítimos de los ciudadanos en el ciberespacio", tal como argumenta el gobierno chino. Pero la realidad es otra: a partir de ahora, todo aquel que tenga un teléfono móvil estará fichado con nombres, apellidos y una imagen en 3D de su cara. Jeffery Ding, experto en inteligencia artificial china de la Universidad de Oxford, advierte que las autoridades chinas utilizarán estos escáneres faciales para "seguir a la población y vigilar comentarios y acciones", tal como recoge el medio chino Taiwan News.

Estamos ante la psicosis del reconocimiento facial. El FBI estadounidense acaba de lanzar los resultados de su investigación sobre la aplicación FaceApp -la que te pone o te quita años de encima-, tras la petición de un senador al verla como un ataque de los servicios de inteligencia rusos. Concluyen que la herramienta es una "amenaza", a pesar de que Rusia no parece estar implicada porque los rostros de los usuarios se almacenan por 48 horas en servidores de Estados Unidos, Singapur, Irlanda y Australia.

Los datos biométricos se han convertido en la nueva obsesión, no sólo de gobiernos, sino de las empresas tecnológicas que pretenden dominar el mundo. Apple y Samsung basan en el reconocimiento facial la autenticación de sus teléfonos y también se ha implantado en el acceso a Windows. Facebook también trabaja en ello. La red social desarrolla un sistema para iniciar sesión que imita el protocolo de las fichas policiales: foto de frente, de ambos perfiles y mirando hacia arriba y hacia abajo. Facebook asegura que sólo hace esto para asegurarse que no somos un robot. De momento, la función está en pruebas.

Retos de seguridad y privacidad

Los expertos en ciberseguridad ven la biometría como una tecnología de identificación muy útil como complemento de los métodos actuales basados en las contraseñas, porque todavía tiene importantes retos de seguridad y privacidad. Los rasgos del rostro están expuestos -al moverse por espacios públicos o colgar fotos en redes- y pueden hackearse. "Si alguien consigue nuestros datos biométricos para hacer un uso fraudulento de ellos, puesto que, a diferencia de la contraseña, si un atacante puede conseguirlos, después no podemos modificarlos", explica Helena Rifà, directora del máster universitario de Seguridad de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Lo ideal: combinar varios factores de autenticación para demostrarle a una máquina que no somos un robot.