S i el universo fotográfico de James Barnor, artista visual ghanés nonagenario afincado en Londres, se significa por su extraordinaria modernidad se debe a que su mirada cristalizó en imágenes la emancipación cotidiana de su país natal en los años previos a su independencia en 1957, y que además prefiguró la integración de la diáspora africana en el crisol multicultural de la metrópoli londinense en sus primeros años postreros en la década de los 60. Esta sensibilidad visionaria se proyectó como una declaración de intenciones en la denominación de su primer laboratorio fotográfico, Ever Young, situado en el corazón de Acra, capital ghanesa, como si así rubricase ese principio creativo que consiste en adelantarse a su tiempo e inmortalizarlo en una fotografía. Sin embargo, su reconocimiento artístico ha sido lento y tardío como la reverberación de la realidad del continente africano en la conciencia de occidente o el reverso de la historia que sigue sin figurar en los libros oficiales.

Ever Young (Eternamente Joven) es el título homónimo de la primera exposición retrospectiva de James Barnor en España, que inaugura Casa África esta tarde, a las 20.00 horas, en el marco de un proyecto itinerante auspiciado por la institución Autograph, con el apoyo del Arts Councill England y comisariado por Renée Mussai. La institución radicada en Las Palmas de Gran Canaria abre sus dos salas expositivas a la imaginería multitemática de Barnor a través de la exhibición de 62 fotografías, escindidas en tres temporalidades y etapas creativas -años 50, en Acra; años 60, en Londres; y años 70 de regreso en Acra-, bajo la dirección artística de la comisaria independiente Sandra Maunac.

"Para mí es un honor y una alegría poder mostrar esta exposición de este gran señor de la fotografía, que le ha permitido recibir por fin ese reconocimiento que tanto se merece", manifestó Maunac ayer en Casa África durante la presentación de la muestra, que ha conllevado "muchos años de trabajo" codo a codo con Juan Jaime Martínez jefe del área de Cultura y Educación de la institución capitalina.

Esta miscelánea de fotografías de índole diversa, tomadas a caballo entre Ghana y Londres en el marco de la descolonización de África en la segunda mitad del siglo XX, vio la luz por primera vez en 2009, cuando el autor contaba ya 80 años, y que fraguó con vocación de "restituir la historia visual del continente africano y de su diáspora, lejos de las imágenes clichés que imperan en Occidente, con una marcada modernidad que, en cada uno de sus periodos, se adelantó a su tiempo", apunta Maunac.

Sin embargo, la primera instantánea en el objetivo de Barnor se retrotrae a sus 18 años, espoleado por un entorno familiar vinculado al oficio de la fotografía. En sus inicios, sus primeras tentativas en un laboratorio colonial en Acra pronto favorecieron una abultada demanda de retratos en el salón de su casa, que el joven Barnor atajó a pie de calle por falta de espacio y que, a su vez, "le sacó de la rigidez de su propio estudio", en palabras de la directora. Este nuevo enfoque paisajístico propulsó su carrera con fichajes estelares por parte de la publicación Daily Graphic, así como de la icónica revista sudafricana y anti-apartheid Drums, que le consagraron como fotorreportero especializado en la vida social, cultural y deportiva de Ghana.

Entonces corrían los años 50 y, en los prolegómenos de la independencia, Barnor fundó su laboratorio Ever Young en 1953 y agotó vigilias documentando los escenarios cotidianos de ese periodo fundamental de la historia del continente africano y el marco global. Desde la fachada a la penumbra, sus trabajos registran las celebraciones oficiales de la independencia, pero también escenas íntimas de la vida diaria de sus habitantes, donde "nos está dando claves de esa entrada en la modernidad de un país como Ghana, que va a ser el motor de las independencias de todo un continente", apunta Maunac, quien cita a una gran especialista postcolonial que se refiere a la obra de Barnor por "su capacidad de entendimiento casi postcolonial antes de que exista la independencia".

En un sorprendente giro de guion, tras el estallido de la independencia en 1957, que convierte a Ghana en el primer país independiente del África negra, Barnor decide instalarse en Londres para profundizar en su formación fotográfica, donde explora las posibilidades del color y se especializa en la fotografía de moda. Sus seriales protagonizados por modelos de la comunidad negra que posan junto a los monumentos más emblemáticos en los años florecientes del Swinging London, en la década de los 60, se traducen en múltiples portadas de revistas. No obstante, el trasfondo social glosa el trasvase migratorio de las antiguas colonias británicas en la metrópoli que se enfrentan al conflicto de la represión y la segregación racial. "James Barnor se convierte en uno de los primeros en retratar esa comunidad diaspórica que está naciendo", apunta Maunac, "pero a diferencia de otros contemporáneos que fotografían la lucha por los derechos civiles, Barnor muestra el Londres cosmopolita que siempre transitará, en consonancia con su obsesión por salirse de las etiquetas limitadoras y de identificación racial cerrada, que es lo que le imposibilitan ser lo que es: un ser absolutamente cosmopolita en continua búsqueda de ese cruce cultural".

A su regreso a Acra, Barnor introduce el color a través de su laboratorio en Ghana, consagrado como maestro en todos los géneros de la fotografía y, sobre todo, en el retrato. Y aún atesoraría fuerzas para un segundo regreso a Londres en 1994, pero donde los contratiempos de la crisis le forzaron a aparcar la fotografía y terminó desempeñándose como limpiador en el aeropuerto de Heathrow, ajeno al reconocimiento internacional que le aguardaba en el cambio de siglo.

Y así sucedió que una comisaria ghanesa exhumó por fin ese legado silenciado de negativos custodiados en cajas de zapatos y bolsas de plástico en su pequeño apartamento en Londres. La institución Autograph, dedicada a la restauración de la memoria de la historia visual negra, rescató este tesoro oculto para enhebrar una fascinante muestra itinerante basada en su obra como testimonio gráfico del cambio de fisonomía de un país.

Al respecto de su debut expositivo en España, el artista se manifestó "muy emocionado", en palabras de Maunac, si bien "logísticamente era complicado que viniese a Gran Canaria", aunque el artista se materializará virtualmente durante la inauguración a través de una vídeoconferencia. Además, su impulso sigue incólume: en estos momentos trabaja en la creación de su fundación en Acra y en la digitalización de todos sus negativos, con el objetivo de legar el conjunto de su universo fotográfico al país que le vio nacer, y que él vio renacer.