Si hay una patología que cada verano se convierte en habitual tanto en las urgencias como en las consultas de los otorrinos es la otitis. Y no solo en los niños sino también entre los adultos. 

Y es que con la llegada del verano aumenta la afluencia de público en playas y piscinas, lo que incrementa el riesgo de infecciones de oído.

Como explican desde la Comisión de Otología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), hay determinados factores que, sumados a la humedad, aumentan las probabilidades de sufrir esta infección auditiva: 

  • Las dermatitis alérgicas.
  • El estrés.
  • Los ambientes polvorientos.
  • La contaminación bacteriana o química de las aguas. 

Síntomas de la otitis

Cuando se infecta el oído el síntoma más habitual es el dolor, que en ocasiones puede ser agudo. Pero una otitis no siempre provoca dolor y puede presentar otras molestias como:  

  • Sufrir molestias al masticar o bostezar.
  • Picor en el oído. 
  • Sensación de taponamiento
  • Leve pérdida de audición.
  • Sensación de que tenemos agua dentro del oído.
  • Supuración.

Los otorrinos de la SEORL-CCC, recomiendan que en el caso de que alguno de estos síntomas sea muy intenso, principalmente el dolor, acudir a la consulta de un especialista para poder establecer un diagnóstico correcto y el tratamiento más adecuado. 

El uso de tapones reduce la entrada de agua en los oídos y, por tanto, las infecciones. Cloud7Days. Adobe Stock.

Cómo prevenir las infecciones de oído este verano

Al ser unos meses en los que estamos muy expuestos a este tipo de infecciones, los especialistas de la Comisión de Otología de la SEORL-CCC, facilitan una serie de consejos para cuidar los oídos durante esta época estival:

  • El agua de baño siempre limpia. Hay entornos, bien sean playas o piscinas, que no siempre están en las mejores condiciones de higiene. Si se observa suciedad o que el agua podría estar contaminada, lo mejor es evitar el baño. 

Los saltos al agua provocan entradas fuertes de agua al oído, lo que puede acabar en otitis Imagen de J. Ketelaars en Pixabay

  • Zambullidas e inmersiones desde altura son peligrosas. No solo en las piscinas con trampolines, también en muchos puntos de la costa podemos tener la oportunidad de zambullirnos en el agua desde grandes alturas. Pues bien, lo especialistas en otorrinolaringología recomiendan no hacerlo, “ya que la entrada de gran cantidad de agua de manera repentina puede afectar de forma perjudicial al oído”. 
  • Bucear a una buena profundidad, porque se puede “dañar el tímpano debido al cambio de presión”, lo que puede provocar mareos o dolor de oídos. En cualquier caso, si somos aficionados a este tipo de actividad acuática, los expertos consideran que “es mejor descender con la mayor prevención y nunca realizar buceo de fondo si no se conocen las técnicas apropiadas”.

Los cambios de presión cuando buceamos suponen también un riesgo de otitis Imagen de Manfred Richter en Pixabay

  • Secar los oídos. Al finalizar el baño es esencial no olvidar secar los oídos, tanto su parte exterior con la entrada del conducto auditivo. Si a pesar de ello notamos que tenemos agua en el oído, hay que intentar sacarla, bien inclinando la cabeza hacia ese lado, bien moviendo la oreja con la toalla hasta que salga. 

También podemos dar saltitos con la cabeza inclinada para expulsar el agua. Eso si, nunca debemos recurrir a bastoncillos de algodón. 

  • Utilizar tapones, cintas impermeables o gorros de baño. Hay personas que sufren determinadas patologías, como “dermatitis, exostosis del conducto, perforaciones timpánicas, cirugías previas sobre los oídos, diabetes o inmunodeficiencia”, que se deben proteger más frente al agua. 

Para ellos existen tapones, cintas o gorros de baño que impiden o reducen la entrada del agua en los oídos. 

Si acudimos a alguno de estos eventos hay que proteger los oídos. 

  • No usar productos no prescritos por un profesional. Por último, si aparece algún síntoma de los descritos, los otorrinos insisten en no usar ningún tipo de espray o gota que no haya sido prescrito por un médico. Este tipo de productos puede “cambiar el pH de la piel del conducto y reducir sus mecanismos de defensa”.