La más importante cualidad nutricional del calabacín es su escasa contribución calórica y, al mismo tiempo, la elevada presencia de agua en su composición.

Por esas características su ingesta como parte de las cinco piezas diarias recomendadas para una alimentación equilibrada (entre frutas y verduras) lo convierten en una hortaliza ideal para su consumo continuado, según explica Lourdes Carrillo, médico de familia y coordinadora del grupo de Nutrición y Diabetes de la Sociedad Canaria de Medicina de Familia y Comunitaria (Socamfyc).

A la elevada presencia de agua le acompañan como componentes de esta verdura los hidratos de carbono, junto a pequeñas cantidades de grasas y proteínas. Por lo que se refiere a su contenido en vitaminas, en el calabacín destaca la presencia discreta de folatos (una forma de vitamina B), seguido de la vitamina C. Asimismo, contiene vitaminas del grupo B como B1, B2 y B6, pero en menores cantidades.

Y en cuanto a minerales, esta hortaliza es una buena fuente de potasio, además de presentar pequeñas cantidades de magnesio, fósforo y hierro.

Potasio necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal; y magnesio que interviene en la formación de huesos y dientes, y tiene relación con el funcionamiento del intestino, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante.

La doctora Carrillo destaca, desde el punto de vista culinario, que su gran versatilidad, por ser un buen acompañante de muchos otros alimentos, como el tomate, al que enriquece con su suave sabor, lo hacen un vegetal muy apreciado en la mesa, también por las personas que se resisten a degustar hortalizas.

Y en este grupo, están los niños, a quienes en general cuesta introducirlos en la necesaria variación de la dieta con frutas y verduras para conseguir una buena alimentación sana y equilibrada.

Precisamente por eso, el calabacín puede considerarse un buen medio para acostumbrar a los más pequeños de la casa a comer verduras.

Por ejemplo, Carrillo apunta que una forma de hacer proselitismo de esta hortaliza en los niños es presentarla en la salsa que acompaña las pastas, uno de los alimentos preferidos por los menores. "El calabacín se puede añadir a ese condimento, partido en trozos muy pequeños, para que se vea su suave color y sea, al mismo tiempo, poco perceptible. Al final, se contribuye a conseguir el objetivo de que los niños acaben comiendo en la salsa esta y otras verduras con su plato favorito", explica la especialista en medicina familiar y comunitaria.

Barato y disponible en cualquier época del año, "el calabacín es ideal, como en el caso de los niños, para los adultos a los que les gusta también el sabor suave en las verduras".