La causante de tanta emoción fue Cándida Marrero, camarera de piso, que compró seis hojas del número en la administración 4 de Telde. "No me sostengo, estoy muy emocionada porque ha tocado a toda la plantilla. ¿Te imaginas si nos hubiera tocado el Gordo?", decía entusiasmada nada más subir al parador ya que estaba de día libre. Allí la esperaban para festejarlo con una botella de cava sus compañeros del turno de mañana.

El número, al que estaban abonados desde que se reabrió el alojamiento, se repartió entre los 43 trabajadores fijos y eventuales, y también entre familiares. El dinero irá a tapar agujeros y algún caprichito.

"Estaba acostada y puse la televisión. Como me sé el número de memoria al cantar el Gordo no sabía si nos había tocado o no", añadía nerviosa.

La noticia corrió como la pólvora entre los compañeros y Noelia Santiago, otra camarera, se puso tan nerviosa que hubo que darle una tila. "Que me perdone la dirección, pero no sé cómo saldrán hoy las habitaciones", comentaba entre risas. El premio lo destinará a pagar alguna letra del coche.

Sandra Crusat ya sabía lo que era tener un premio en sus manos. "Hace unos años me tocaron 5.000 euros", comentaba más tranquila ante la atenta mirada de Daniela Alonso, que había comprado uno para su hija. "No la he podido localizar aún".

El director del parador, que felicitaba a Cándida por teléfono por estar de libranza, también había sido agraciado. "¿Pero de verdad es tan importante el premio?", preguntaba incrédulo al periodista mientras confesaba su alegría por los trabajadores y por la publicidad que iban a dar al Parador.