Leontxo García (Irún, 1956), principal referencia del deporte ciencia a nivel mundial, ofrece esta tarde, a las 20.00 horas, en el Club LA PROVINCIA, una conferencia con el título "Viaje por el fascinante mundo del ajedrez", donde invita a recorrer un viaje imaginario que arranca hace más de 3.000 años en la India. Ayer, en el hotel Cordial Mogán, mostró un adelanto

- ¿Veremos pronto que entre el ajedrez por derecho propio en la Universidad y como asignatura obligatoria en las escuelas?

- Creo que lo veremos, pero que sea pronto depende de nosotros mismos, de los ajedrecistas, que a veces miramos demasiado hacia adentro del ajedrez, y muy poco hacia fuera para expandirlo. Tenemos argumentos potentísimos que se resumen en que hay muchos estudios científicos durante los últimos 80 años que demuestran que la práctica frecuente del ajedrez desarrolla la inteligencia, y especialmente la de los niños. Y además, es muy divertido.

- También sabemos que no parará hasta que el ajedrez sea reconocido como terapia ideal que colabore, que evite, el envejecimiento cerebral, y de manera concreta como antídoto del alzhéimer.

- Tenemos suficientes indicios científicos sólidos para poder afirmar que la práctica del ajedrez retrasa el envejecimiento cerebral. La mejor manera de prevenir es empezar con los niños. En consecuencia, si el ajedrez es un buen gimnasio mental, éste es un argumento potente para introducirlo no solo en los hogares de los mayores, sino también en las escuelas.

- Usted se dio a conocer a nivel español y mundial con motivo del inolvidable match Karpov-Kasparov de Sevilla, en 1987, a través de un programa diario en TVE. ¿Superó este duelo al de Fischer-Spassky celebrado en 1972?

- Hay razones que nos permiten decir que la rivalidad entre Kasparov y Karpov es la mayor en la historia de todos los deportes. Si contamos sólo los cinco títulos mundiales que dirimieron, son 144 partidas las que disputaron entre ellos con el balance de sólo dos puntos a favor de Kasparov. Eso supone la friolera de 500 horas sentados frente a frente en un escenario, y miles de horas más pensando obsesivamente el uno sobre el otro, entre partida y partida. Esto último ocurría igualmente en el Fischer-Spassky del 72, con el matiz de que entonces el botón de la guerra nuclear estuvo a punto de ser pulsado varias veces, tanto por EE UU como por la URSS. Por eso es tan difícil saber cuál de los dos matches tuvo mayor eco.

- Hablemos de nuevas tecnologías, ¿qué han aportado hasta ahora al progreso del juego del ajedrez, y qué pueden aportar en el futuro?

- Las nuevas tecnologías en general han supuesto una revolución en el ajedrez, que es el único deporte que se puede practicar por Internet, y además, el ajedrez se puede enseñar cómodamente a través suya, casi con la misma eficacia que lo hace un profesor de manera directa. Y por si todo ello fuera poco, retransmitir un torneo de ajedrez por Internet es mucho más barato que cualquier otro deporte. De ahí, que los ajedrecistas sepamos aprovecharlo: Internet y Ajedrez forman un matrimonio ideal.

- ¿Hay que temer algo de la tecnología?

- En una entrevista que me concedió varios años antes de que Kasparov perdiera con la máquina Deep Blue en Nueva York, a finales de los 90, Karpov me dijo que no deberíamos tener miedo de que algún día el mejor ajedrecista del mundo fuese una máquina, porque el invento de la bicicleta no terminó con el atletismo como deporte, ni el de la moto con el ciclismo, y así sucesivamente. Es decir, siempre habrá un ajedrez para máquinas y otro para personas, pero es que además, ninguna computadora del mundo, ni las más potentes de la NASA, puede jugar perfectamente al ajedrez, ya que el número de partidas distintas que pueden darse en un tablero de ajedrez, es mayor que el número de átomos que hay en el universo entero conocido. Estos números son, respectivamente, un 1 seguido de 123 ceros y un 1 seguido de 80 ceros.

- Imagine un torneo en el que tomaran parte Bobby Fischer, Anatoly Karpov, Garry Kasparov, Alexander Alekhine, José Raúl Capablanca, Enmanuel Lasker, Michael Botvinnik, Paul Morphy, Tigran Petrosian y Boris Spassky. Todos con 25 años y con los últimos adelantos de la informática a su disposición. ¿Qué ocurriría?

- No existe un termómetro que mida el talento. Sabemos con seguridad que Capablanca era un genio hace 100 años, pero también podemos decir lo mismo de Anatoly Karpov, de Garry Kasparov y de Anand. Quizás, si lo planteamos desde un punto de vista estrictamente deportivo, el instinto asesino de Bobby Fischer y de Kasparov les daría una pequeña ventaja sobre los demás.