Un robot submarino fletado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) ha comprobado que el foco volcánico de la isla de El Hierro sigue activo, pero también que la vida está volviendo a ocupar sus espacios, a pesar del grave deterioro sufrido por ese ecosistema.

La ULPGC ha conseguido obtener estos datos gracias a los equipos científicos embarcados en el Atlantic Explorer, el buque que decidió alquilar para seguir investigando las condiciones del volcán submarino de El Hierro una vez que el Instituto Español de Oceanografía dio por terminada la campaña del Ramón de Margalef.

La erupción de El Hierro se dio por finalizada el pasado 5 de marzo, cuando estaba a punto de cumplir cinco meses de actividad, pero el comité científico que asesora al Plan de Protección Civil Frente a Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca) ya advirtió de que sus procesos asociados aún continuarían un tiempo.

"Un volcán no se apaga de un día para otro, como si le diéramos al interruptor. La actividad continúa, las temperaturas siguen altas y hay tal concentración de ceniza, que nos ha sido imposible determinar la altura del cono, porque todo se confunde", relató ayer el profesor de la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC Antonio González, uno de los participantes en esas investigaciones.

Las cámaras del robot submarino del Atlantic Explorer han comprobado en sus inmersiones de esta semana que todavía se observa en el agua sobre el cráter lo que los científicos han denominado una "lluvia de estrellas" -restos de material incandescente- y que el volcán sigue proyectando piroclastos de gran tamaño, que suben desde 120 a 70-80 metros de profundidad y vuelven a hundirse.

El robot ha podido posarse, por primera vez, en el cono del volcán, en su flanco suroeste, y ha puesto de manifiesto que esa ladera tiene una gran pendiente y está formada por grandes piroclastos, algunos de ellos similares a las bombas volcánicas huecas que emergieron a la superficie en noviembre y diciembre.

Sus cámaras han conseguido además grabar en las cercanías de ese flanco, a una profundidad de unos 170 metros, a un banco de peces -posiblemente medregales- que se movía por la zona bajo una lluvia de ceniza, como muestran unas imágenes difundidas hoy por la ULPGC.

Las cámaras también han captado que, a pesar del deterioro que han sufrido esos fondos del Mar de Las Calmas, en las proximidades del cono volcánico se observan pequeños organismos confundidos con las cenizas y que, cerca de la superficie, hay medusas, destacó Antonio González, miembro de la División de Robótica y Oceanografía Computacional de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.