La dirofilariosis, más conocida como enfermedad del gusano del corazón, es una dolencia parasitaria que afecta sobre todo a los perros, de cualquier raza, pero que se puede desarrollar en cualquier mamífero, como por ejemplo gatos o hurones. Además, esta afección, que se contagia a través de los mosquitos, también se puede propagar a los seres humanos, aunque con dolencias más benignas que las sufridas por los animales, en la que puede llegar a ser mortal si no se trata a tiempo.

Canarias es una de las zonas más prevalentes del mundo de esta afección, consecuencia del clima subtropical que baña el Archipiélago durante todo el año y al que se suma la proximidad animal, debido a las reducidas dimensiones de cada isla. "La temperatura y la humedad son idóneas para que los mosquitos se propaguen, ya que se desarrollan por encima de los quince grados, por lo que la dirofilariosis es peligrosa durante todo el año", señala José Alberto Montoya, catedrático de Medicina Animal de la Facultad de Veterinaria de la ULPGC, un centro que se ha establecido como referencia mundial en la prevención y el estudio de la dirofilariosis.

El riesgo en cada isla es diferente, aunque las zonas más proclives, para que la infección llegue a los animales, suelen ser las medianías, por su proximidad con aguas estancadas. "La enfermedad es fácil de detectar y de prevenir. Las microfilarias, el estado primigenio del gusano, se pueden localizar en la sangre mediante un análisis, y ya en su estado adulto se detectan con ecografías u otros métodos", añade.

Montoya asegura que "el mejor tratamiento es el preventivo, como las pastillas mensuales, las pipetas o las inyecciones. Esto es lo más recomendado, puesto que en los perros la tasa de riesgo de padecerla es alta, al igual que las de fallecer. Si ya se ha desarrollado hay que tener mucho cuidado al eliminar los gusanos, que se detectan sobre todo en el corazón y los pulmones, porque al hacerlo siempre se corre el riesgo de que se queden en la sangre y se produzcan trombos".

El tratamiento en los perros que ya han desarrollado la enfermedad es lento, puede durar de tres a cuatro meses, para ir matando las larvas poco apoco. "En principio, todos los perros que la padecen pueden ser tratados. El protocolo de actuación variará según el paciente y el grado de complicación, además hay que tener presente la edad de la mascota".

Los síntomas de un perro infectado son fundamentalmente respiratorios y cardiacos. "Los animales empiezan a adelgazar, los notamos más cansados y pueden presentar tos. Hay que tener en cuenta que en el estado inicial de la enfermedad puede que no se presenten síntomas de la misma", apunta Montoya. Los gatos, otro de los animales proclives a padecerla, lo que presentan es síntomas de asma.

El contagio de la afección no se produce de manera directa entre los animales, es necesario un intermediario. En este caso el encargado de propagar la dirofilariosis es cualquier variedad de mosquito. Este insecto chupa la sangre de los animales infestados, donde se encuentran las microfilarias, las procesa en su interior y luego pica a otro animal, momento en que se introduce propaga la dirofilariosis.

"La concienciación de los canarios es impresionante, ya que es de los territorios de España y Europa con menor tasa de enfermedad entre los animales". El Archipiélago hace unos años contaba con el setenta por ciento de los perros infectados, ahora solo el veinte por ciento la padece.

La enfermedad en humanos

"Los humanos somos mucho más resistentes a esta enfermedad. Normalmente destruimos las larvas microfilarias que nos transmiten los mosquitos", aclara el catedrático. No obstante, en algunas personas pueden desarrollarse quistes parasitarios pulmonares benignos, pero que se deben operar. La posibilidad de que estos nódulos, que se pueden detectar de manera fácil a través de pruebas rutinarias, sean confundidos con tumores es alta.

En los hombres y mujeres no se dan síntomas visibles que identifiquen que el gusano está en el organismo, al contrario que pasa con los animales. "Hay un alto porcentaje de humanos que son seroprevalentes. Es decir, que tienen síntomas en la sangre de que les ha picado un mosquito con microfilarias y han desarrollado anticuerpos contra la enfermedad", asegura el catedrático de medicina animal.

El mecanismo de contagio es similar al que se produce entre animales. El mosquito, previa picadura sobre un animal infectado, contagia al hombre y le introduce las larvas microscópicas, que pueden ser detectadas con un simple análisis de sangre. Hay dos tipos de filarias, la que afecta al pulmón y otra que se hospeda debajo de la piel. Esta segunda no se da en Canarias, pero sí tiene una mayor incidencia dentro de Europa.