De un tiempo a esta parte el ser humano se ha obsesionado cada vez más con su propio fin. Pero ¿ocurrirá algo el 21 de diciembre? La experiencia podría indicar que no: en 989 el cometa Halley fue anunciado como el inicio del fin del mundo y el efecto 2000 relacionaba nuestros temores apocalípticos con una cada vez mayor dependencia tecnológica. Pero algunos expertos aseguran que Nostradamus predijo el fin del mundo en 2018 y el prestigioso Isaac Newton calculó que el ser humano echaría el cierre definitivo en 2060 con la segunda venida de Cristo.

Pero los mayas han derribado a Nostradamus en el ránking de popularidad de profetas. Según su calendario de cuenta larga, el 21 de diciembre representaría una especie de fin de ciclo; además, según el libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh, en ese día de ese mes los dioses destruirían el planeta tras el decimotercer Bak'tun (un periodo que equivale a algo más de 394 años).

El hombre que inició todo fue José Argüelles. Aficionado a llevar chaquetas de colores indescriptibles y tocar flautas exóticas, escribió en 1987 El factor maya, el primer libro en que, a partir de la matemática y los calendarios mayas, se hablaba del 21 de diciembre como una fecha clave para un "salto de consciencia del ser humano". No lo experimentará: falleció en 2011.

El otro ámbito apocalíptico, el doctor Michio Kaku, profesor de Física Teórica, advirtió de los peligros potenciales de tormentas solares por la creciente dependencia tecnológica: apagones constantes, averías en las líneas de alta tensión... Kaku alimentó otra idea apocalíptica incipiente: el fin del mundo ocurrirá tras una enorme erupción en la superficie solar. Porque el sol tiene mucho que ver en muchas teorías agoreras: muy populares son los llamados "tres días de oscuridad", 72 horas sin luz solar durante las que la Tierra "descansará" antes de una nueva etapa. A.P