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CRÍTICA

Sigue siendo él

Sigue siendo él

Asistir a un concierto de Raphael es presenciar dos espectáculos a la vez. Por un lado sobre el escenario la fuerza y energía del cantante, y por otro en las butacas la fidelidad atemporal que el público grancanario sigue teniendo por su ídolo.

Lo que comenzó de una forma un tanto apacible se transformó en un derroche de animación cuando Raphael interpretó Mi gran noche, que como era de esperar fue cantada a coro con los espectadores, que eran quienes entonaban el estribillo. El ambiente se caldeó aún más cuando terminó Despertar al amor quitándose la chaqueta y dirigiéndose a continuación por vez primera al público para cantar Digan lo que digan.

El momento en el que la interacción con el público llegó a su cénit fue cuando terminó Yo sigo siendo aquel añadiendo a la última línea de la canción "Raphael el de siempre". En ese momento los espectadores se pusieron en pie para entonar el Pío Pío. Fue la primera de las numerosas ocasiones en la que el cantante jienense hizo levantar a sus admiradores.

También pudimos oír temas de otros artistas, pero que Raphael acostumbra a interpretar en sus conciertos, como la popular canción Gracias a la vida de la cantautora chilena Violeta Parra, Detenedla ya del cantante mejicano Emmanuel, el villancico El pequeño tamborilero y el vals peruano Cuando llora mi guitarra, del compositor Augusto Armando Polo Campos, donde Raphael realizó un auténtico duelo con el guitarrista.

Pero no todo fue música, porque la faceta como actor de Raphael salió a escena en varios momentos, como cuando se sentó sobre el piano para cantar Si no estuvieras tú. También cuando al interpretar el final de Por una tontería, al decir: "O una charla entre amigos y una copa al final" vertió el líquido del vaso que bebía. Pero sobre todo sus dotes como actor y showman destacaron cuando entonó Frente al espejo delante de una lámina de cristal que terminó rompiendo en pedazos al arrojarle un taburete.

El concierto finalizó con un tema que los espectadores llevaban pidiéndole desde el comienzo, Como yo te amo, con el que Raphael se despidió de un el público compuesto por personas de todas las edades, no sin antes prometerles que volverá "año tras año, hasta el final".

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