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Entrevista. Cantautor uruguayo

Jorge Drexler: "Si todos hiciéramos lo que las madres quieren, la especie se habría extinguido"

"Canarias es donde primero me sentí como en casa en España. Todo se parece mucho a Latinoamérica", apunta el artista

Una imagen promocional del nuevo disco de Jorge Drexler. THOMAS CANET

¿Qué es lo nuevo de este disco?

Es el disco más vinculado al movimiento del cuerpo y a lo rítmico de todos los que he hecho. Es el que se basa más en una sonoridad latinoamericana sin más. Hasta hora estaba muy centrado en una sonoridad regional, de donde yo vengo.

¿Tiene algo que ver con la alegoría de la caverna de Platón?

No, pero la gente me lo pregunta mucho, debería fijarme por qué. Siempre me ha gustado la relación entre idealización de la realidad y la realidad en sí misma pero lo del disco tiene que ver más con la cueva como refugio, lugar de comunión y encuentro por la noche para celebrar algo conjuntamente que los hace parte de la especie, como una manada. Hoy podría ser una sala de conciertos o de exposiciones, un cine... Cae la noche y nos seguimos juntando para bailar en la cueva, como si fuera un rito de una misma especie. Bailamos desde mucho antes de conocer la agricultura: cuando plantamos la primera semilla ya llevábamos por lo menos 35.000 años bailando. Está demostrado: hay instrumentos musicales de hace 45.000 años como flautas de hueso de mamut y la agricultura establecida lleva solo 10.000 años.

¿Cree que bailar es instintivo?

Creo que sí, que es algo que tenemos desde que somos especie, que gran parte de nuestro lenguaje está basado en elementos del lenguaje corporal. Creo que hacíamos música y nos comunicábamos a través del movimiento antes de tener un lenguaje establecido. Lo he leído.

¿Qué le ha dicho su familia y amigos de esta nueva faceta?

La familia y los amigos suelen ser el público que más miedo nos da a los músicos. No hay nada peor que saber que vas a dar un concierto solo para la familia, como pasaba al principio. Hay algo del concierto en vivo que necesita un porcentaje de ilusión, un juego de ilusionismo, y con la gente muy cercana hay afecto, amor, conocimiento, muchas cosas, y es más difícil mantenerlo. Mi familia está asombrada con el disco por haberlo hecho yo, que era el menos bailarín de todos los hermanos, y creo que están contentos. No siempre los discos le tienen que gustar a la familia, eso es algo que hay que aprender con los años, lo importante es que sean fieles a tu realidad. Pensar que todas las realidades de uno le van a gustar a los seres que nos rodean es no conocer al ser humano. Yo dejé mi carrera como médico, para horror familiar, porque sentí que era lo que tenía que hacer y ahora todos nos llevamos bien. Las madres son siempre importantes pero si todos hiciéramos exactamente lo que ellas quieren, la especie se habría extinguido hace mucho tiempo.

Ha tocado mucho en Canarias, ¿algún recuerdo especial?

Canarias es un territorio híbrido, mestizo para mí. Desde la primera vez que fui noté que estaba, no solo geográfica, sino emocionalmente a mitad de camino entre América y Europa. Me ha hecho mucha ilusión desde la primera vez que fui, me he sentido muy conectado. Se escucha música de manera diferente y se escucha diferente música que en la Península. Hay una relación con el cuerpo por el clima diferente del de la Península. Por eso creo que este disco en particular se entiende mejor en Canarias que en el resto de España. Siempre me he sentido muy en casa, la verdad, de hecho es donde primero me sentí como en casa en España. Vas a Canarias y lo primero que te llama la atención es la arquitectura colonial de La Laguna hasta la organización, el lenguaje, la gastronomía, los procesos culturales... Todo se parece mucho a Latinoamérica.

Uno de los espectáculos más conocidos del humorista tinerfeño Aarón Gómez es con su canción Todo se transforma.

¡Qué bien! Lo voy a buscar. Me parece un sueño vuelto realidad, es una locura. Piensa que yo empecé en esto tarde, a los 30 años. Hasta entonces, era un estudiante de Medicina para el cual la música era una pasión. Aunque era mi primera pasión, no era mi actividad primaria, yo vivía de la medicina para la música. Entonces, de golpe salir adelante con mi proyecto y llegar a muchos lugares y que la gente te conozca con tus canciones y que las agarren, las hagan propias o las incorporen a su vida o a su quehacer artístico no sé cómo agradecerlo. Soy una persona muy afortunada, doy gracias todos los días y cada vez que subo a un escenario, más. Estoy viendo lo de Aarón Gómez en Youtube y me parece maravilloso, lo voy a ver con detenimiento. ¡Cómo se mueve!

Con una decena de discos a sus espaldas y tantos premios, incluyendo un Óscar, ¿qué le queda por hacer?

Pues todo. Cada vez que empiezo un disco tengo la sensación de que parto de cero y tengo ganas de escribir la mejor canción de mi carrera, como si no hubiera escrito una antes. Todo queda por delante por conseguir y, a la vez, te digo la verdad, nunca esperé conseguir nada. Me parece un milagro increíble que yo viva de mi música. Nunca aspiré a ganar premios ni, que es lo más importante, a tener esta conexión emocional con la gente. Me acaban de dar dos Grammy y estoy muy feliz. No hago los discos para eso, soy más ambicioso que para los premios, que me parecen una especie de reconocimiento secundario, yo lo que quiero es escribir una canción que quede en la memoria de las personas, como lo que me has contado de Aarón Gómez, que forme parte del genoma de otras personas, como hace un virus.

¿Cómo se vive con el cariño de gente que no conoce?

No se cómo se vive, porque cada uno lo lleva de forma diferente, sé cómo vivo yo: me encanta. Vivo en Madrid muy feliz y no me siento presionado como supongo que lo haría más en Montevideo. La opción de vivir en Madrid es la de llevar una vida normal, de que en la calle se te juzgue como persona y no como icono. La gente se acerca habitualmente para decirme algo bonito: duermo a mi hijo con tus canciones, conocí a mi pareja en un concierto tuyo, cuando perdí a tal persona esta canción me acompañó mucho... Muy pocas veces lo he vivido como algo invasivo. Cuando pasa me retiro de ese lugar. Lo normal es el cariño y el respeto. Yo no genero histeria, no tengo un club de fans, no genero fanatismo, que no me gusta, mira cómo esta el mundo y Europa. Me encanta que a la gente le guste lo que yo haga pero el fanatismo es algo irracional. Yo salgo de mis conciertos y voy a tomar una copa frente al teatro y no tengo ningún problema.

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