Seguir una dieta mediterránea evitaría en Canarias hasta 4.000 infartos o ictus, 8.500 diabetes, 3.000 arteriopatías y 3.500 arrítmias en cinco años y en personas mayores de 55, algo que no lo consigue ningún medicamento y que se puede lograr con alimentos propios del sistema alimentario tradicional de las islas. Así lo afirmó Luís Serra Majem, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Las Palmas y presidente de Nutrición sin Fronteras, durante su intervención, ayer, en la Comisión de Sanidad para hablar de la importancia de una alimentación sana y equilibrada para preservar la salud.

Tras advertir a los diputados de que la deficiente alimentación de la población canaria "es el verdadero responsable de los problemas de la salud pública", especificó que las islas van un paso por delante en obesidad y diabetes y un paso por detrás en la promoción de una alimentación saludable, lo cual afecta sobre todo a la población más vulnerable desde el punto de vista socioeconómico, "porque la pobreza multiplica por tres el riesgo de estas enfermedades".

"Hablamos de salud, de cultura, de economía, de biodiversidad y de medio ambiente, todo eso cuidamos cuando promovemos una dieta sana", y aunque revertir la situación tiene muchas dificultades, existen herramientas educativas y fiscales muy importantes, indicó.

Serra explicó que los canarios consumen en exceso papas, azúcares y bollería, así como lácteos y cereales refinados, pero pocas ensaladas, y realizan poca actividad física. En un estudio con 7.500 voluntarios (55 a 75 años) se comprobó la reducción de la morbilidad cardiovascular, del cáncer de mama e incluso de la depresión asociada al consumo de dieta mediterránea con aceite de oliva y frutos secos, frente a los que dan prioridad los hidratos de carbono.