"El sistema de tobas de Calabozo muestra cómo la actividad humana puede contribuir a generar depósitos sedimentarios únicos, cuyas características, entre ellas la laminación y la distribución de los distintos elementos químicos en los minerales, es el resultado de los distintos ciclos de regadío", concluye la catedrática de la Universidad Complutense y presidenta de la Sociedad Geológica de España, Ana María Alonso, coautora del artículo publicado en Sedimentology junto a Álvaro Rodríguez, Rebeca Martín y María del Carmen Cabrera.

Sin embargo, "quizás lo más llamativo es que en este sistema antrópico (su formación está inducida por la actividad humana) la tasa de precipitación mineral es relativamente alta, y nos permite contemplar procesos geológicos (la formación mineral) a una escala de tiempo humana", sentencia Alonso en la agencia pública Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC). No en vano, el depósito carbonático de Calabozo, de 20 metros de altura y 10 de anchura, se originó por un sistema de regadío ahora inactivo, aunque probablemente se utilizó "desde los años 50 a los 80 del siglo pasado, como sugieren los materiales de construcción de la tubería y el hecho de que se ha encontrado carbonato precipitado sobre un núcleo de poliestireno, que se patentó como Styroporâ en 1951".

Por entonces, algunas plantaciones de plataneras se regaban con agua procedente de pozos o galerías y transportada por tuberías o, "en ocasiones, se dejaba salir en las zonas altas y se recogía y distribuía en las más bajas. La composición química de estas aguas (ricas en bicarbonato, calcio, magnesio, sodio y sílice) junto con su alto contenido en CO2, condiciona que tanto dentro de las tuberías como a su salida se produzca una importante precipitación de minerales carbonáticos (esencialmente calcita)", explica Ana María Alonso antes de añadir que el fenómeno "dio lugar a la formación de un sistema de piscinas y cascadas comparable en funcionamiento, aunque no en tamaño, a sistemas como Pammukale en Turquía o la más cercana Laguna de Ruidera".

A su juicio, "la circulación del agua por la ladera, relativamente vegetada, causó la formación de cascadas que formaron barreras rígidas como resultado de la precipitación del carbonato cálcico (calcita) sobre las estructuras vegetales (sobre todo tallos de planas superiores), este tipo de depósitos se denomina toba. Estas barreras o cascadas semicirculares generaron por detrás piscinas o estanques de 1 a 2 metros de diámetro".