El Instituto Canario de Igualdad (ICI) constata en su informe anual Brechas de género 2019 que las desigualdades entre hombres y mujeres se mantienen en las diversas cuestiones que recoge el documento y que van desde la salud, a la formación, educación, empleo o corresponsabilidad. Estas diferencias impiden a las mujeres tener mejores condiciones de vida. De hecho, el informe recoge que, aunque sean más longevas que los hombres, "acusan los efectos de la triple jornada laboral, las desigualdades de género y el peso de las responsabilidades del cuidado sobre su salud, lo que conlleva una peor salud crónica".

La denominada "triple jornada" se refiere al trabajo que desarrollan las mujeres en una jornada laboral externa; a lo que se añaden las tareas domésticas y de cuidados; así como el esfuerzo que hacen por mantener las redes afectivas.

Ingresos

En el ámbito laboral, el estudio refleja que a pesar de que más mujeres que hombres cuentan con estudios universitarios: de Diplomatura (60,98% frente a 39,01%) y Licenciatura, Master o Doctorado (53,35% frente a 46,64%), con una brecha de género media negativa para los hombres de 14,34 puntos porcentuales, "los hombres ganan sistemáticamente más que las mujeres, lo que permite, no solo un poder adquisitivo inmediato superior, sino una generación de pensiones a su vez superior a la de las mujeres".

"Las desigualdades salariales están relacionadas con el tipo de rama de actividad, la categoría y nivel profesional" pero, sobre todo, viene determinada por "los complementos salariales, sujetos a factores subjetivos y marcado por roles, prejuicios y estereotipos de género".

Otro de las aspectos que aborda el estudio sobre brechas de género es el acceso a los recursos materiales. El documento viene a confirmar que, como es habitual desde hace años, la pobreza tiene rostro de mujer. "Se perpetúa el fenómeno de feminización de la pobreza, sin que se modifiquen las causas estructurales de esta brecha: menor tasa de actividad, mayor índice de paro, menor remuneración, menores pensiones, mayores cargas familiares, etc.". En términos globales, más mujeres (51,76%) que hombres (48,24%) se encuentran en riesgo de pobreza severa con una brecha de género de 3,52 puntos.

En cuanto a la corresponsabilidad en las tareas del hogar, todavía se aprecia una brecha de género media de 1,46 puntos porcentuales y la mayoría de tareas domésticas son asumidas por las mujeres al igual que el cuidado de familiares. En este sentido, el informe refleja que las mujeres son mayoría entre quienes solicitan excedencia por este motivo y concluye que "la correlación entre excedencia laboral para el cuidado y situación de desigualdad en el mercado laboral, se convierte en un círculo vicioso difícil de romper" que a medio y largo plazo perpetúan la desigualdad de derechos y oportunidades de las mujeres.

Los contratos precarios, a media jornada o temporales son un factor determinante en la decisión sobre quien solicita la excedencia en la pareja, y esta situación de excedencia es a su vez un factor de reproducción de contratos precarios, a media jornada o temporales, que devienen a medio y largo plazo en una desigualdad de derechos y oportunidades de las mujeres. Incide, además en esta decisión y en esta situación el rol de género transmitido, perpetuado o asumido por las mujeres, que juega un papel determinante en la brecha de género en los cuidados.

Con respecto al uso de su tiempo personal, el informe corrobora la tendencia de que los hombres ocupan su tiempo personal con el deporte, el ocio y la política, y las mujeres en la reivindicación de derechos, la solidaridad o el apoyo escolar.