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Un año del confinamiento

Un escritor visionario

El autor José Luis Correa retomó su actividad literaria tras el “bloqueo” del confinamiento

El escritor grancanario José Luis Correa desarrollando ideas para su próxima novela. | | ANDRÉS CRUZ

El escritor José Luis Correa tuvo “un bloqueo”, como él mismo dice, de creatividad, durante el confinamiento de 2020, a causa de las noticias trágicas que llegaban a diario. Después, retomó su actividad literaria y terminó una novela sobre la problemática de las pateras, premonitoria de lo que luego sucedería.

José Luis Correa es un escritor grancanario y profesor de la ULPGC de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Vivió el periodo de confinamiento de marzo de 2020 bloqueado en su actividad literaria y creatividad por el impacto de la noticia de la Covid, pero luego comenzó ya “a ver la luz” y a recuperar sus rutinas, tanto dando clases telemáticas, como centrándose en sus novelas pasado un tiempo. La obra que tiene pendiente de publicar trata sobre la problemática de las pateras, aunque en ese momento ni siquiera habían comenzado a llegar a nuestras costas de forma masiva. Muchas veces le sucede que se adelanta a los acontecimientos en sus ideas narrativas.

“Cuando entramos en confinamiento, al principio fue muy duro e inexplicable, toda una incertidumbre saber cuántas semanas nos quedaríamos encerrados”, señala Correa. “Desde el punto de vista creativo estuve paralizado el primer mes. Comencé con las clases telemáticas en la universidad y después a escribir. Tenía una novela que retomé durante la pandemia, terminé y saldrá a final de año. Los autores estamos acostumbrados a un confinamiento voluntario por tratarse de un trabajo individual, solitario e introspectivo, pero si te dicen que es obligatorio debido a una situación de extrema emergencia y, además, tienes que ver muchas muertes en tu país a diario y las consecuencias posteriores de la enfermedad ya tu pensamiento deja de ser individual y se vuelve social”.

En este sentido, el escritor indica que “durante el encierro te sentías acompañado por aquellos aplausos en los balcones. La situación me facilitó conocer a muchos vecinos que no sabía ni que existían. Esa fue la parte más solidaria. También cambié mis rutinas. Me levantaba por la mañana e iba a comprar la prensa y el pan, para luego desayunar en casa con mi mujer. Los dos teletrabajábamos, así que cuando teníamos un hueco nos sentábamos a tomar un café y a charlar. El confinamiento te permitía pasar más tiempo en el hogar con el apego familiar y me pude poner al día en muchas lecturas pendientes. No sé cómo hubiera sobrevivido solo porque no se me dan muy bien las tecnologías. Gracias a mi esposa realizamos muchas llamadas grupales a amigos que sí estaban aislados y lo pasaron muy mal. Independientemente de que te guste la soledad, algo que valoro, en esos momentos tan terroríficos me parecía muy duro para quienes la sufrían”.

“Después te haces a la idea de que la pandemia es una realidad con la que te ves obligado a convivir y retomas tu trabajo y hábitos, en la medida de lo posible. Tenía una novela empezada, pero sin forma, la volví a coger y terminé en septiembre de 2020 y, como he dicho, saldrá a final de año o principios de 2022 porque en febrero presenté otra, Las dos Amelias, que trata sobre redes sociales, muy enfocada a los jóvenes cuya promoción, que proyectaba en visitas a institutos, entre otros eventos, se paralizó por el confinamiento y tengo pendiente”, aclara el autor.

Correa explica que la novela escrita en estos meses pasados se refiere a la problemática de las pateras. “Es una historia de las muertes. Fue algo premonitorio de lo que ocurriría después, de la locura de la inmigración que estamos viviendo. No es la primera vez que me ocurre. En Mientras seamos jóvenes relaté la historia del fallecimiento de una estudiante universitaria de Erasmus, una narración sobre la violencia machista, y cuando estaba en la presentación mataron a una estudiante palmera. En Un rastro de sirena ocurrió lo mismo. Apareció un cuerpo de mujer mutilado en la playa y un año más tarde sucedió en Tenerife. Ahora estoy inmerso en otra obra”.

“No me he atrevido aún a tocar el tema de la pandemia porque hay que esperar a sus consecuencias. Mis personajes saldrán con mascarilla y, eso en una novela criminal como la mías, dificulta la identificación de los malos, pero será algo que habrá que normalizar en nuestros relatos”. “Tardo unos cinco o seis meses en escribir cada libro. Ahora voy un poco más lento que al salir del confinamiento porque ya he vuelto a mis clases presenciales en la universidad. Regreso a mi rutina de escribir a diario, pero soy muy lento y reviso mucho”.

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