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Alicia Herrera en la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC.

Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

«Siendo igual de válidas, a puestos de alto rango sólo llega el 30% de mujeres»

Alicia Herrera orientó su carrera investigadora cuando tomó conciencia de la problemática del plástico en los océanos

Bióloga y doctora en OceanografíaAlicia Herrera (Montevideo, 1978), forma parte del grupo de investigación de Ecofisiología de los Organismos Marinos (Eomar) del Instituto Universitario Ecoaqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), donde no existe techo de cristal para las mujeres. Desde hace más de una década, combina sus dos pasiones, la ciencia y la educación para combatir el impacto del plástico en los océanos y generar conciencia medioambiental.

¿Qué desencadenó su pasión por la ciencia?

Yo soy una apasionada del mar y todo lo que hago tiene relación con el mar, la naturaleza y la biología. En 2009 hice el máster de Oceanografía en la ULPGC, y a partir de ese momento, mis dos intereses que son la educación y la biología marina se unieron. Tras el máster conseguí una beca para realizar el doctorado en Oceanografía y me inicié en la investigación con el estudio de la fisiología de los organismos marinos, específicamente de unos crustáceos pequeños que se llaman misidáceos. Cuando terminé la tesis doctoral, me replanteé un poco a qué me quería dedicar, porque haciendo ciencia tan básica no sabía como conectar mi carrera investigadora con mi naturaleza activista y de lucha por la conservación del medio ambiente. Entonces llegó a mis manos un artículo que decía que hasta el zooplancton estaba ingiriendo microplásticos y fue como una revelación porque nunca me imaginé que el problema del plástico pudiera llegar hasta organismos tan pequeñitos. A partir de ahí, empecé con el estudio de los microplásticos y su impacto en los océanos.

¿Su activismo medioambiental la llevó a usted entonces hacia la carrera investigadora?

Exactamente. Tomar conciencia de la problemática del plástico, uno de los problemas más difíciles con los que se va a enfrentar la humanidad, fue lo que me llevó a dirigir mi investigación en ese sentido. Pero además, pude enfocar mi interés por la educación medioambiental y fundé junto a una amiga una asociación que se llama Asociación para la Conservación Medioambiental Latitud Azul, a la que luego se fueron uniendo varios colegas, gente experta en distintas temáticas, desde el cambio climático, igualdad de la mujer… Al final se ha convertido en una asociación que lucha en varios sentidos, pero todo está conectado: la igualdad climática, la igualdad de género y la lucha medioambiental. Todo empezó como la ilusión de dos amigas que queríamos hacer algo, y ahora tenemos proyectos que nos han dado la Consejería de Igualdad, de Medio Ambiente y estamos bastante activos.

¿Cree necesaria la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia?

Si, porque aunque sea un día, pone el foco en las desigualdades que todavía existen en este campo, y se celebran charlas muy interesantes que llegan al público en general para mostrar que todavía queda mucho camino por hacer. De hecho, el último proyecto que hemos realizado en Latitud Azul se llama La mar, una mirada femenina, que habla de la desigualdad que todavía existe en los trabajos relacionados con el mar, que siempre estuvieron muy masculinizados. Hicimos eso para visibilizar el trabajo que hacen las mujeres en el mar y que muchas veces ni se conoce, ni se sabe que existen, desde mujeres pescadoras, oceanógrafas... Hicimos una exposición de fotografía submarina hecha por mujeres, porque siempre escuchamos que los ganadores de los concursos son hombres, pero realmente hay fotógrafas submarinas muy buenas y eso es lo que intentamos visibilizar.

«A partir de la etapa postdoctoral, la mujer tiene muchas más barreras para continuar investigando que los hombres»

Sin embargo, su área de investigación, la acuicultura, en la ULPGC está liderada por muchas mujeres, al contrario que muchos otros ámbitos científicos dentro de la propia Universidad. ¿Cuál es el secreto?

Así es, precisamente la dirección de Ecoaqua está a cargo de Marisol Izquierdo, una de las mejores científicas del país, y a nivel internacional. En general hay un gran componente femenino en el Instituto. Concretamente, en mi grupo de investigación, hasta hace poco éramos prácticamente todas mujeres, ahora ha entrado un compañero, pero realmente siempre decíamos que Eomar es prácticamente un grupo de investigación femenino, empezando por su directora May Gómez, catedrática de Zoología y una gran luchadora por la igualdad de género. El que ella sea una investigadora tan prestigiosa y que valore tanto el trabajo de otras mujeres, ha sido clave para que nosotras tengamos la posibilidad de dirigir grupos y proyectos.

¿Podríamos decir que hoy en día eso es una excepción y que los puestos de liderazgo en el ámbito científico siguen siendo una asignatura pendiente para la mujer?

Pues si, y de hecho hay estudios publicados que confirman que los proyectos importantes pocas veces se deja que los lideren mujeres. Si tenemos ese techo, evidentemente nos frenan, pero si nos dejan, somos igual de válidas, el problema es que muchas veces no se permite llegar hasta ciertos puestos. Siempre se dice que cuando se llega a un nivel, y la etapa postdoctoral es una de ellas, para continuar la mujer siempre tiene muchas más barreras que los hombres, y la primera de ellas es que al final terminan siendo los hombres los que lideran la mayor parte de los proyectos de investigación.

¿Le cuesta más a las mujeres mantenerse en la carrera investigadora?

Si. Precisamente, otra de las barreras es el tema de los cuidados que, llegados a cierta edad, siempre recaen en la mujer, sea el cuidado de los hijos, o el cuidado de los padres. Eso quita mucho más tiempo a la mujer que al hombre, es decir, a la hora de encomendar un proyecto importante, siempre se piensa que una mujer con dos hijos va a tener menos tiempo que un hombre que tiene a cargo dos hijos. Por eso cuesta más mantenerse en la carrera investigadora. Hay estudios que dicen que hasta el doctorado hay un porcentaje muy alto de mujeres, pero en la etapa postdoctoral, en los siguientes pasos hacia puestos de dirección o gestión, son pocas las mujeres que llegan, porque a partir de ese momento, tienen mucha más carga que los hombres y se van quedando detrás.

«Siguen habiendo estigmas a nivel educativo, basta con ver los juguetes que se le dan a los niños y a las niñas, siempre hay una tendencia a separar»

¿Ha habido avances en igualdad desde que empezó hace más de una década en la carrera investigadora?

Yo creo que si, pero aún queda mucho camino por recorrer. Ahora se visibiliza más esta situación y se están haciendo estudios para evaluar la igualdad de género en la Universidad, y en ese sentido es interesante conocer los datos para ver en qué punto estamos, hacia dónde hemos llegado en la igualdad y todo lo que nos queda por andar. Siendo igual de válidas, a puestos de alto rango sólo llega el 30% de mujeres. Evidentemente, ahí está pasando algo, si en la etapa doctoral hay un porcentaje de igualdad, o incluso más mujeres que hombres, ¿por qué en el siguiente escalón hay menos? Evidentemente no es porque seamos menos válidas.

Microplásticos en los pecesAndrés Cruz

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¿Considera que sigue habiendo un estigma a nivel educativo que fomenta la brecha de género, y relega a las niñas a ciertos oficios y a los niños a otros?

Yo creo que siguen habiendo estigmas, basta con ver los juguetes que se le dan a los niños y a las niñas, siempre hay una tendencia a separar, que hay cosas de niños y cosas de niñas. Empezando por esto, que tendría que cambiar en la educación, creo que hay que dar el mensaje a las niñas de que sigan su sueño. Si como el mío es dedicarse a la biología, al cuidado del medio ambiente, a la naturaleza, que luchen por cumplirlo, porque son igual de válidas que los hombres, para seguir cualquier carrera o profesión que elijan.

¿Ha tenido que renunciar a algo por la ciencia?

La carrera investigadora es dura, pero si tuviera que volver a elegir, volvería a dedicarme a esto porque da muchas satisfacciones. Hacer lo que amas, lo que te gusta le da un sentido a tu vida porque ves que lo que estás investigando va a aportar no sólo a la sociedad sino al cuidado de nuestro planeta, que es lo que tenemos. En algún sentido puede ser duro, se le dedica muchas horas, y a veces es frustrante, pero no tiene precio cuando realmente te das cuenta de que todos los días haces lo que te gusta, ese es el mayor valor que tiene.

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