¿Quién no ha conocido o pasado situaciones de sufrimiento en los dos últimos años? Todos hemos vivido, tanto en carne propia como a través de un familiar o amigo, problemas relevantes de salud mental. Los cambios sociales en estos años de pandemia han agravado y también visibilizado los problemas de salud mental que sufrimos desde hace años. 

Cuando no tenemos salud mental vivimos estados de malestar que nos afectan en la vida cotidiana, generándonos agotamiento, desesperanza, miedo, tristeza, frustración, inseguridad, desgana, etc. Por ejemplo: Un insomnio que no nos deja descansar y relajarnos, una obsesión que no nos deja disfrutar de la vida, una depresión que no sabemos cómo y cuándo llegó. Percepciones alteradas de la realidad que nos hacen estar alerta y tener angustia continuada, generando incluso problemas con la alimentación y poniendo en riesgo la vida. Taquicardias y dolor en el pecho que nos lleva a pensar que nos podemos morir, conflictos de pareja y con nuestra familia, miedo a la muerte, escuchar voces en nuestra mente que nos confunden, etc.

Hemos sido testigos de cómo nuestro bienestar se ha visto mermado significativamente. Estos problemas han afectado de forma grave a distintas esferas de nuestra vida, tanto en el ámbito laboral, como en el escolar, familiar, social e incluso a nuestra salud física, con problemas digestivos, cardiacos, musculares, ginecológicos y dermatológicos. La Constitución de la OMS dice: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Una importante consecuencia de esta definición es que considera la salud mental como algo más que la ausencia de trastornos o discapacidades mentales. 

Sabemos que, con la atención apropiada, la inmensa mayoría de las personas con problemas severos de salud mental pueden lograr una recuperación completa. La atención psicológica y psicoterapéutica precoz minimiza el desarrollo de patologías que se cronifican. En España se destina a salud mental solamente un 5% del gasto sanitario total, unos 4.000 millones de euros anuales, y la carga de enfermedad es el 15% del total. Y, de ese gasto, el 44% se destina a hospitales, el 42% a medicación y solo un 14% a servicios comunitarios (servicios de atención directa por profesionales de la salud mental). Actualmente, la atención está centrada en atender sintomatología crónica y no tanto en la intervención temprana para el restablecimiento de la salud. Por tanto, un 10% de las personas no están recibiendo atención y tenderán a cronificar sus patologías, agravándose y llegando a ser incurables. 

¿Qué podemos hacer para prevenir problemas de salud mental? Buscar espacios de calma y descanso a lo largo del día. Contar con familiares, amigos, vecinos y/o pareja en los que apoyarnos, confiar y compartir las preocupaciones e ilusiones. Vivir y buscar entornos saludables que nos permitan estudiar, trabajar y relacionarnos, desarrollando nuestra autonomía, disfrutando de la vida cotidiana, valorándonos como somos, desarrollándonos y aportando a la comunidad, queriéndonos y sintiéndonos queridos. Tener momentos de ocio y permitirnos espacios de relajación y disfrute.

Los cambios sociales en estos años de pandemia han agravado los problemas de salud mental que sufrimos desde hace años

Y si aparecen problemas de salud mental (ansiedad, depresión, voces, etc.), reconocer la situación que estamos sufriendo, tratar de darle una atención temprana y pedir ayuda a las personas cercanas; buscar la atención lo antes posible de un psicólogo para que pueda valorarnos y orientarnos con pautas o un tratamiento psicoterapéutico si fuera necesario. También poder acudir a los servicios de Atención Primaria, para que puedan escucharnos, valorar nuestra sintomatología y orientarnos. 

Para que se dé una aceptable prevención y atención temprana es necesario disponer de servicios de salud mental, que haya un acceso rápido, de menos de una semana, a un equipo de salud mental multidisciplinar cercano, con enfoque integral y comunitario, que disponga de tiempo para valorar cada situación particular y diseñar planes individualizados de atención. Que estos apoyos incluyan psicoterapia, acompañamiento con asistente personal o persona con experiencia propia, apoyo a la familia y atención domiciliaria, acceso telefónico ágil, etc. En caso necesario, también evaluar la toma de medicación. 

En España, según recoge un informe del Defensor del Pueblo publicado en enero de 2020 y que recoge el dato facilitado por el Ministerio de Sanidad en 2018, hay seis psicólogos en el sistema público de salud por cada 100.000 habitantes. La media, en el conjunto de Europa, son 18. Es fundamental visibilizar, trabajar y luchar por una atención adecuada, profesionalizada y digna a esta problemática actual de la salud, desde el Colegio de la Psicología de Las Palmas, velamos por ello.

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