Relajarse viendo cómo otros comen, duermen o limpian: ¿es seguro el ASRM?

Muestran actividades comunes como gente comiendo, limpiando o incluso durmiendo y acumulan millones de reproducciones

ASMR

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Montse González

En las diferentes redes sociales proliferan un tipo de vídeos, denominados ASMR, que se han convertido en un auténtico fenómeno que cuentan con millones de seguidores y visualizaciones que, en muchos casos, se utilizan para relajarse o a la hora de ir a dormir.

El término ASMR procede de su acrónimo en inglés Autonomous Sensory Meridian Response (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma), que nombra al conjunto de sensaciones que abarcan escalofríos, hormigueos e incluso euforia de baja intensidad que provocan en el espectador la relajación. “Son vídeos que generan relajación, calma o incluso hormigueo en quien los ve, a través de experiencias sensoriales directas como pueden ser sonidos o empatizando con las sensaciones de su protagonista”, explica el psicólogo Daniel Novoa. “Es algo muy personal, ya que no a todo el mundo le estimula lo mismo, ni a todo el mundo le resulta tan fácil empatizar con este contenido”.

De hecho, existen diferentes tipos de vídeos ASMR: desde los que incluyen gente comiendo, haciendo la limpieza, desembalando paquetes... “Son tareas que pueden parecer cotidianas, pero también hay mucho contenido creado específicamente para generar cierta estimulación en el espectador”, dice el psicólogo: “Veo perjudicial que este contenido nos lleve a pensar que ya no necesitamos experiencias reales, aunque no veo que haya que alarmarse de que una persona consuma este tipo de contenido”.

Concretamente, los vídeos de gente comiendo se engloban en el género mukbang. “Generan cercanía y curiosidad. Ver comer a otra persona les produce placer y relajación y, sobre todo, esa conexión social”, dice la psicóloga Victoria Romero.

En cuanto a los vídeos de limpieza, apunta que contienen “movimientos, repetitivos, seguros, lentos..., provocando que se libere oxitocina, que es esa hormona que nos produce satisfacción”, explica. Por otra parte, “ver algo desordenado y que después está ordenado te calma, porque está muy ligado al concepto de que ordenar y mantener un orden en nuestro hogar ayuda también a ordenar y mantener nuestra cabeza tranquila”. De hecho, afirma que “en psicología siempre insistimos a los pacientes que tengan su entorno lo más ordenado posible, porque cuando hay caos alrededor es muy fácil que haya caos en nuestro interior”.

En cuanto a estos vídeos que la gente consume a la hora de dormir, Victoria Romero afirma que “lo que se busca es esa sensación de complicidad, de compañía, de tener a alguien a tu lado, aunque al final sea alguien a quien no conoces absolutamente de nada”.

“Se trata de vídeos que activan las zonas de calma cerebrales porque incluyen sonidos familiares, como las uñas toqueteando sobre algo, una cremallera, la respiración o la voz lenta de una persona...”, explica Mª Carmen González Hermo, vicesecretaria de la junta de gobierno del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia. “Son sonidos que no nos ponen en alerta, el instinto no los capta como una amenaza, por lo que es fácil que nos ayuden a ir a la calma”, añade.

“El problema está en dejar de lado tu realidad por ver las vidas de otros”. Daniel Novoa - Psicólogo

“Todo lo que sirva para mejorar nuestro bienestar y regulación emocional debería ser bienvenido”, dice Novoa sobre el uso de estos vídeos como “una herramienta para relajarnos”. El problema está “al dejar de lado tu realidad por ver las vidas de otros”. “Reconocer el problema y dejarse ayudar sería un gran primer paso y, en este proceso, habría que empezar por hacer un uso controlado. Si esto no es posible, habría que tomar medidas más drásticas”, advierte.

Victoria Romero también apunta que mucha gente acude a este tipo de contenido porque no requiere “exponerte al juicio ni a la valoración ajena”, sobre todo entre quienes tienen más problemas para relacionarse. “Es la pescadilla que se muerde la cola: como no le genera ningún tipo de esfuerzo, lo que hace es que todo su tiempo, en vez de utilizarlo en generar habilidades sociales, en relacionarse con los demás, en estar en contacto con otra gente, lo cubre con las redes sociales”. En este punto, advierte que “la gente piensa que es algo muy inofensivo”, pero advierte sobre “su poder de adicción”, tanto en gente más joven como en adultos. “Hay personas que se ponen nerviosas si salen de casa sin el teléfono, por ejemplo, y no porque tenga que esperar una llamada de trabajo ni nada por el estilo”. Lo mismo ocurre con quien genera el contenido a veces: “Hay gente que va a un concierto y se pasa todo el rato grabando y mandando fotos en lugar de disfrutar del espectáculo, o gente que va a cenar y, sí o sí, tiene que mandar una foto de lo que está comiendo”. Su recomendación es la de hacer “un uso consecuente y controlar ese tiempo de exposición para que no acabe absorbiendo partes importantes de tu vida”. También el de ser conscientes de que “no deja de ser un mundo virtual en el que la gente realmente muestra solamente lo que quiere”.

“No requieren la exposición a un juicio o a una valoración ajena”. Victoria Romero - Psicóloga

“Contraproducentes no sé si son”, apunta Hermo ante le consumo de estos vídeos, “pero, desde luego, no me parece algo natural”. “El efecto que hacen no es un efecto extraño que no podamos encontrar o producir nosotros en otras circunstancias, como el sonido de la naturaleza o cuando tenemos una conversación agradable con otra persona”, subraya.

“Entre quien recibe este contenido hay dos efectos: les ayuda a ir a la calma o les ayuda a anestesiarse”, destaca. En este último caso, sostiene que “al final, las emociones te están diciendo algo; las emociones nos sirven para afrontar la vida y para interactuar con el mundo y si no las escuchamos pasaremos sin interactuar realmente con él”.

“Estamos reduciendo el contacto humano por las pantallas ”. Mª Carmen G. Hermo - Psicóloga

Los vídeos ASMR implican, según Hermo, “ver o escuchar a otras personas que, supuestamente, te están cuidando, pero es una manera de quitarte la responsabilidad que tienes tú en tu cuidado, a cambio de unos cuidados fingidos que te dan desde otro sitio”. De este modo, un mal uso de estos contenidos puede derivar en dificultad a la hora de desarrollar habilidades sociales porque “lo que recibo ahí lo puedo recibir de otras personas y yo puedo producirlo en otras personas”. También se resienten las “habilidades personales”: “Perdemos la habilidad de entrar en la calma sin que nada externo me haga entrar en ella”.

“Las personas necesitamos unas de otras y nos estamos descuidando, estamos perdiendo el contacto humano y lo estamos teniendo a través de la pantalla. El contacto humano nos hace falta porque con estos vídeos se nos estimula la vista y el oído, pero se nos queda la piel, el olfato y el gusto sin estimular”, se lamenta.

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