Sanidad

"Hay mujeres que mejoran su sexualidad después de sufrir cáncer"

Los problemas en la función sexual e intimidad son consecuencias frecuentes de la enfermedad y de sus tratamientos

Sin embargo, normalmente pasan en un segundo plano por falta de tiempo de los médicos y los pacientes no hablan por desconocimiento y desconfianza con el personal sanitario

Patricia Cruañas y Anna Rodríguez.

Patricia Cruañas y Anna Rodríguez. / Aniol Resclosa

Laura Teixidor

El cáncer y los tratamientos que se derivan afectan tanto a la sexualidad como a la funcionalidad sexual de las personas que padecen la enfermedad. A pesar de ser un problema bastante común que afecta de forma directa en el día a día y en la calidad de vida, el desconocimiento en torno a este tema y el pudor que produce hablar de ello hace que pueda pasar desapercibido.

La falta de tiempo en las visitas con los oncólogos y el desconocimiento y desconfianza de los pacientes con el personal sanitario son algunos de los factores que juegan en su contra.

Por eso el personal de enfermería y psicología juegan un papel muy importante porque sobre ellos incide el rol de acompañamiento y apoyo en todo el proceso oncológico, desde el diagnóstico, pasando por el tratamiento hasta las visitas posteriores de control.

"Está claro que todos los tratamientos oncológicos afectan a la sexualidad, tanto en la parte física como emocional, y se engloban muchos aspectos, pero es importante hablar de ellos y romper tabúes y mitos, para darle una mirada más feminista", explica Anna Rodríguez, psicooncóloga de la Unidad Funcional del Cáncer de Mama del Institut Català d’Oncologia Girona (ICO), quien añade que "a veces se incide demasiado en la penetración, y la sexualidad engloba a muchos otros factores, ya que todo el cuerpo es un territorio de placer".

Por otra parte, la enfermera de la Unidad Funcional de Ginecología-Oncología del ICO Girona, Patricia Cruañas, lamenta que los problemas de sexualidad a veces se pasan "demasiado por encima" y concreta que se trata de una problemática que viene de fondo, puesto que todavía "se habla poco del tema" en el día a día, dejando de lado la enfermedad.

Ambas profesionales inciden en la importancia de "empoderar a la mujer" y que tenga más acceso a toda la información posible para que pueda decidir "no sólo en términos de sexualidad, sino otros aspectos de los tipos de tratamientos o cirugías, por ejemplo".

Cambios visibles e invisibles

Los efectos secundarios de los tratamientos pueden estar relacionados con los cambios físicos visibles, que afectan a la propia imagen, la autoestima y el sentido del tacto; así como los fisiológicos y hormonales: como el descenso o ausencia de la libido, la falta de lubricación, sequedad y atrofia vaginal, dolor durante las relaciones sexuales, vaginismo o desórdenes en el orgasmo. Tampoco hay que olvidar la menopausia precoz.

Uno de los problemas que más preocupan es la carencia de deseo, acentuada por los tratamientos hormonales. Cruañas explica que «no es necesario esperar a tener el deseo sexual, sino que se puede ir a buscar y, en muchos casos, incluso hay mujeres que mejoran su sexualidad una vez superada la enfermedad», explica la enfermera.

Rodríguez añade que la sexualidad a menudo va "muy ligada" a la pareja pero también debe tenerse en cuenta individualmente. "Después de un momento de crisis como es sufrir un cáncer, muchas mujeres se redescubren y nunca antes se lo habían planteado" y también coinciden en que en las consultas "rompen mitos".

La autoimagen y pérdida del concepto de feminidad es otro de los temas que hacen sufrir más a las afectadas. "En la consulta suelo mostrar dos figuras de barro de dos mujeres; una con pechos y la otra con dos cicatrices que simulan una mastectomía y pregunto a las pacientes: ¿cuál de estas dos figuras es más femenina? Esto les ayuda a reflexionar", manifiesta la psicooncóloga.

Cruañas añade que la caída de pelo también afecta mucho. "La autoimagen es importante, acabamos siendo esclavas del estereotipo de tener el pelo largo y, tener que admitir que te caerá el pelo, impacta porque cuesta reconocerse en el espejo". También matiza que las miradas de la otra gente duelen. "Te miran diferente, con compasión, y hay días que lo aguantas mejor y otros que no tanto, cuando el único objetivo es pasar desapercibida".

En definitiva, concretan que sufrir un cáncer supone cambios: "Aunque se supere la enfermedad, la vida no vuelve a ser como antes; para admitirlo, es necesario un proceso de adaptación y es importante que las pacientes lo vivan acompañadas".