Canarias firma la estrategia europea para frenar la resistencia a antibióticos

La ULPGC participa en el proyecto Happy Patient en el que diseñan un método, desarrollado en cinco países, para combatir el uso inadecuado de estos fármacos

Carl Llor, coordinador de Happy Patient, y Beatriz González López-Valcárcel durante la presentación de los resultados.

Carl Llor, coordinador de Happy Patient, y Beatriz González López-Valcárcel durante la presentación de los resultados. / LP/DLP

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, a través del área de estudio de economía sanitaria que lidera la catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión, Beatriz González López-Valcárcel, ha participado en el proyecto Happy Patient, una iniciativa financiada por la Comisión Europea con el objetivo de frenar las resistencias antimicrobianas en Europa. La infección de bacterias multiresistentes, en lo que va de año, ha ocasionado más de 23.000 muertes, y se sitúa entre las diez mayores amenazas para la salud pública de todos los países. «De seguir así», advierten los expertos, «en 2050 será la primera causa de muerte en el mundo».

Para evitarlo, en el marco del proyecto Happy Patient se ha desarrollado un método para mejorar el uso de antibióticos y reducir las resistencias bacterianas y los efectos adversos de estos fármacos, en el que han participado 407 profesionales de la salud de cuatro ámbitos asistenciales -Atención Primaria, Urgencias y Emergencias, farmacias y residencias de personas mayores-, en España, Lituania, Polonia, Francia y Grecia. «Ha sido un trabajo de tres años que nos enseñó muchísimo sobre el uso inapropiado de antibióticos y sobre lo que se puede mejorar. Lo hicimos a pequeñas escala, en cinco países, con 400 profesionales, y el objetivo es que este método que hemos desarrollado lo ponga en práctica un organismo internacional como la OMS para que realmente tenga un efecto masivo en toda Europa, porque tras los resultados estamos esperanzados con lo que se puede conseguir mejorar», indicó la investigadora de la ULPGC.

Auditoría de Odense

Para desarrollar e implementar intervenciones para reducir el uso inapropiado de antimicrobianos, se siguió la metodología del Proyecto de Auditoría de Odense (APO), que implica un registro antes y después de la intervención. La metodología general, se adaptó a las características de los cuatro entornos, de forma que en Atención Primaria, y en los servicios de Urgencias y Emergencias, se registraron todas las infecciones sospechosas, así como sus síntomas, diagnósticos y la prescripción de antibióticos; y en residencias de personas mayores y farmacias, se registraron todos los casos con prescripciones de antibióticos; incluyendo en residencias sus síntomas y diagnósticos, y en farmacias, los consejos y verificaciones de seguridad. En todos los casos, se evaluó la idoneidad del antibiótico y se comparó entre los dos registros según algoritmos clínicos desarrollados por expertos del proyecto.

Una de las claves de la intervención, según apuntó Beatriz González, radica en el proceso interactivo con los profesionales sanitarios que intervinieron en el estudio. «La intervención consistió en que los profesionales registraban durante unas semanas, en un formato estándar, todo lo que hacían, a quién le prescribían antibióticos, paciente por paciente, los síntomas que tenían, el diagnóstico, días de tratamiento..., y después de eso, se analizaba su adecuación de acuerdo a los protocolos. Hacíamos un feedback con ellos, donde no sólo valorábamos entre todos si la prescripción había sido apropiada o no, también si el antibiótico que se recetaba era el recomendado para ese diagnóstico y para ese paciente concreto».

Los mejores datos se dieron en el entorno de la farmacia comunitaria, en los cinco países participantes en el estudio

El proyecto logró modificar con éxito el comportamiento de los profesionales de la salud respecto al uso de antimicrobianos en los cinco países diana, a pesar de sus diferentes sistemas de atención sanitaria y de sus contextos socioculturales. No obstante, se vieron algunas diferencias en cuanto a los países, y entre los ámbitos asistenciales del estudio.

Así, los mejores resultados de Happy Patient se dieron en el entorno de la farmacia comunitaria, mejorando en los cincos países del estudio, el proceso de dispensación, al realizar más controles de seguridad, proporcionar más consejos a pacientes y obtener más información fundamental sobre las prescripciones de antibióticos. Después de la intervención, las verificaciones de seguridad -que incluyen la explicación de interacciones, contraindicaciones y alergias de los antibióticos dispensados- crecieron en un 18%.

Respecto a los servicios de Urgencias y Emergencias, España obtuvo uno de los resultados más prometedores del proyecto, con una disminución muy significativa de la prescripción inapropiada de antibióticos en este ámbito, reduciéndose, después de la intervención, en un 16,5% la prescripción innecesaria de antibióticos y en un 17,4% la prescripción errónea de estos fármacos.

En AtenciónPrimaria, se redujo aproximadamente un 10% el uso inapropiado de antibióticos en la atención médica general, aunque los resultados difieren entre países, alcanzando una mejora máxima del 20% en Lituania.

España obtuvo uno de los resultados más prometedores de la intervención en el área de Urgencias y Emergencias

En las residencias, sin embargo, no hubo ningún margen de mejora, debido fundamentalmente, a la complejidad del entorno, la alta rotación de profesionales, la falta de médicos de familia y la intervención centrada principalmente en profesionales que no recetan. Por lo que ahora se centran específicamente en este ámbito, según apuntó la catedrática de la ULPGC, que ha estado al frente de una de las líneas de investigación más significativas de este proyecto, relativa al balance económico de las mejoras registradas.

Al respecto, la ULPGC llevó a cabo una proyección de datos basada en dos escenarios diferentes: uno realista -relacionado con los resultados promedio de los cinco países-, y otro optimista, referente al país que registró la mejora más significativa. Mientras que el realista estimaría una reducción en el consumo de antibióticos de 23 millones de prescripciones, y generaría un ahorro económico anual de 114 millones de euros; en el más optimista, la reducción en el consumo de antibióticos ascendería a 47 millones de prescripciones innecesarias, con un ahorro económico anual de 385 millones de euros. «Estos datos se basan en proyecciones de lo que sucedería si la intervención aplicada en el proyecto se implementara en todos los países de la Unión Europea».

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Tras los resultados obtenidos en Happy Patient, el equipo de investigación lleva un año con otro proyecto, denominado Imagine, en el que se lleva a cabo una intervención más compleja y adaptada exclusivamente para residencias de personas mayores. «En residencias no salió nada bien la intervención, y ahora trabajamos en este otro proyecto, específico para residencias, donde mejoramos la forma de intervenir y las actuaciones», apuntó la investigadora de la ULPGC, Beatriz González López-Valcárcel. Esta nueva intervención, que durará tres años en total, será específica para residencias de mayores y para infecciones urinarias. «A los ancianos se les da mucho antibiótico por infecciones urinarias, y a nivel global, se está publicado que hay un sobre uso».Por ello, actualmente trabajan con todo el personal de las residencias, no sólo con los médicos que prescriben, también con personal de enfermería, y auxiliares, y han elevado el número de países participantes respecto al proyecto Happy Patient, sumándose Hungría, Eslovenia, Eslovaquia y Austria. | M. J. H.