Tecnología

Los ninis ya no son lo que eran: "Controlar no es ponerle un filtro valencia a una foto de Instagram”

Un sociólogo coruñés estudia junto a otros expertos la exclusión digital por la falta de conocimientos tecnológicos entre los jóvenes

"El concepto de brecha digital está agotado", según los expertos

Jóvenes con el móvil a la salida de un instituto coruñés.

Jóvenes con el móvil a la salida de un instituto coruñés. / CARLOS PARDELLAS

Jacobo Caruncho

Conectarse a internet a mediados de los años 90 era todo un ritual. Hacía falta un ordenador y un módem, contratar un servicio con un proveedor, una instalación, avisar en casa de que nadie llamase por teléfono para permitir conectarte y desplegar metros de cable para engancharte a la línea telefónica y, tras escuchar aquella sucesión de pitidos, poder empezar a navegar a trompicones por la red. Pasados los años, aparecieron los teléfonos móviles, que facilitaron esta conexión pero que no todos podían permitirse. Entre aquellos que podían introducirse en el universo digital y los que no, surgió la conocida como brecha digital. Pero la cosa cambió a partir de los años 2010, con la “eclosión” de dispositivos móviles en la sociedad. ¿Tiene entonces sentido mantener este concepto? Un sociólogo coruñés se ha metido de lleno en materia junto a expertos de otras universidades de España, que abogan por utilizar el término exclusión digital, ya que atiende a “muchos más factores que el socioeconómico”.

“Ahora está todo en el teléfono y mucha gente puede estar comunicada sin necesidad de estar conectada a una estructura fija y la irrupción de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en nuestra vida está reconfigurando la manera en las que nos relacionamos, cómo compramos, las opciones de trabajar o comprar una casa o hasta el acceso a la salud”, resume Francisco Haz, sociólogo coruñés profesor de la Universidade de Santiago, que junto a expertos de Alicante y Murcia busca ahondar en la exclusión digital como una forma de exclusión social. “No podemos negar lo evidente, que aquel que esté fuera de lo digital va a estar en una situación de inferioridad”, comenta.

En su trabajo de investigación, que cuenta con una reciente publicación en Studia Humanitatis Journal, los expertos consideran que, aunque a priori pudiera pensarse que la exclusión social afecta a los más mayores, “se da en todos los estratos de la población independiente de su edad”. Y en el caso de los nativos digitales, asegura, “hay mucha tela que cortar”. “Los estudios muestran que hay cierta predisposición a la tecnología, sobre todo en dispositivos táctiles, por parte de los jóvenes. Pero se les presupone un manejo que no es cierto: no hay gestión de la información y mucho menos conocimiento sobre cómo funcionan los dispositivos”, reflexiona Haz, que considera que para un joven “controlar es ponerle un filtro valencia a una foto de Instagram”.

Y así, “rascando” en su investigación llegaron a un nuevo concepto: ninis digitales. ¿A qué hace referencia? A aquellos jóvenes, “falsos nativos digitales”, que sufren una exclusión digital porque ni tienen conocimiento de herramientas básicasni pensamiento crítico o un manejo racional de las TIC. “Los jóvenes hacen un uso muy básico de herramientas muy intuitivas. Así que ni los mayores carecen de competencia alguna y que los más jóvenes estén habituados al manejo de dispositivos no los hace expertos”, comenta el sociólogo.

“A partir de ahí empezamos a filtrar y vemos que existe una serie de factores que van más allá de la edad o de pertenecer a un nivel socioeconómico. Nos encontramos con factores donde hijos que tienen padres de profesiones que están familiarizadas con dispositivos digitales tienen más predisposición a manejarlos”, comenta Haz, para añadir que los jóvenes con un mayor nivel cultural “tienen más conciencia crítica y filtran mejor la información”.

Así, el concepto de brecha digital —que atiende a factores más cuantitativos— “está agotado” frente a la exclusión digital —basada en criterios cualitativos—. “Y todo esto tiene que ver con los procesos de socialización y con la educación en casa y en las instituciones educativas”, apostilla este experto coruñés.

Tecnopatologías

“Los chavales y chavalas se exponen a riesgos enormes. Ya no solo en cuestiones como timos, sino también a riesgos cognitivos por el mal uso de la tecnología” , explica Haz, para hacer referencia a las conocidas como “tecnopatologías”, como la nomofobia (miedo a la ausencia del teléfono móvil), la apnea del Whatsapp (comprobación compulsiva de los servicios de mensajería) o trastornos obsesivos compulsivos asociados a lo digital.

Según una encuesta de la Universidade de Santiago en la que participó el investigador, un estudiante medio (de 18 a 23 años) puede consultar el teléfono alrededor de 180 veces al día. Y la comunidad se muestra “preocupada” por esta realidad, si bien es consciente que la irrupción de la tecnología “ha llegado para quedarse". “Con las inteligencias artificiales los profesores estamos muy asustados porque supone riesgos difíciles de detectar en las aulas”, asegura Haz, para recordar que “el valor de la enseñanza” pasa no sólo por hacer que los estudiantes absorban conocimiento, sino que adquieran también “una forma de pensar científica y una visión crítica de la sociedad”.

“Hay que replantearse muchas cosas”, concluye el sociólogo. Y es por eso que junto a su equipo seguirá trabajando en esta línea de investigación. Los expertos prevén llevar a cabo dos proyectos a nivel europeo, para conocer la realidad digital: uno sobre bienestar digital y otro sobre habilidades y capacidades de los estudiantes de universidad.

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