En busca de financiación para proteger a las lapas en Canarias contra riesgos de extinción

Un estudio elaborado durante dos años en Madeira, con participación de la ULPGC, advierte de la amenaza que la pesca furtiva supone para los moluscos

Ricardo Riera, investigador del grupo de Biodiversidad y Conservación del Instituto ECOAQUA, defiende otro trabajo similar en las Islas para constatar el estado de las poblaciones

Ejemplares de lapas de las especies Patella ordinaria (lapa negra) y P. aspera (lapa blanca) recolectadas en la zona intermareal de la isla de Madeira

Ejemplares de lapas de las especies Patella ordinaria (lapa negra) y P. aspera (lapa blanca) recolectadas en la zona intermareal de la isla de Madeira / Joana Vasconcelos.

Iván Alejandro Hernández

Iván Alejandro Hernández

La recolección y venta de lapas está vedada entre el 1 de noviembre al 30 de abril en Canarias. La talla mínima para consumir estos moluscos es de 45 milímetros. Hay limites de kilos para pescadores profesionales y deportivos. Y hay zonas especiales de conservación en las que está totalmente vetado el marisqueo a pie. A pesar de las normativas para evitar la sobreexplotación y proteger a las lapas en las islas, persisten las prácticas furtivas y la venta en restaurantes en épocas en la que debería estar prohibida.

Para conocer en profundidad en qué estado se encuentran las poblaciones de la Patella aspera (Lapa blanca) y la Patella ordinaria (Lapa negra) en las Islas, de las principales especies comestibles, el doctor en Ciencias Biológicas y profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) Rodrigo Riera aspira a lograr financiación y elaborar un estudio similar al que realizó durante dos años en Madeira, con fondos de nacionales portugueses y como colaborador de la doctora Joana Vasconcelos.

Denominado Lapacom, Riera participó en calidad de investigador del grupo de Biodiversidad y Conservación del Instituto ECOAQUA de la ULPGC junto a otros cinco investigadores de Suiza, Zúrich o el País Vasco. "Vimos que el tamaño y el número de las lapas están disminuyendo de una forma drástica en los últimos años por el marisqueo masivo. Entonces, queríamos hacer una serie de modelos que nos sirvieran para pronosticar los sitios donde van a desaparecer, donde se van a producir extinciones locales o en los que hay que poner todos los esfuerzos en conservación para tener lapas en las próximas generaciones", explica Riera.

Clave para los ecosistemas

La lapa es una especie clave en los ecosistemas de la Macaronesia porque ayuda a controlar las poblaciones de algas, de las que se alimenta. "Si desaparecen, las algas crecen de una forma desmesurada y eso da lugar a un trastorno de todo el ecosistema", ilustra Riera. La primera consecuencia de la extinción de los moluscos se vería principalmente en los cambios de las comunidades de algas, con organismos oportunistas típicos de zonas de vertidos que desplazarían y matarían a las que se encuentran en sitios sin ningún tipo de perturbación.

Las especies investigadas, la lapa blanca y la lapa negra, tienen una "cierta productividad", según Riera, en su capacidad reproductiva, con entre 30.000 y 40.000 huevos durante sus ciclos de fecundidad, que se producen durante varias ocasiones de noviembre a abril, si bien, es mucho menor al de otras especies como el atún, que puede poner millones de huevos, o de peces como la lubina, entre 150.000 o 200.000. "Debido a su tamaño, lógicamente tienen más limitaciones", indica el profesor.

Ciclo de vida complejo

Durante el proyecto, los investigadores han podido constatar que las lapas tienen un ciclo de vida complejo, en comparación de los procesos en los las especies que ponen una serie de huevos que dan lugar a un adulto sin pasar por ningún tipo de estadio larvario. "En estos ciclos de vida simple la mortalidad es muy alta porque no tienen ningún tipo de control sobre las corrientes, la elección de sustrato", detalla Riera.

En cambio, las lapas, tras realizar la fecundación de forma externa en el agua (las hembras ponen sus óvulos u ovocitos y los machos, el esperma), se generan dos estadios larvales. Una que flota, que se encuentra en la columna de agua y es arrastrada por la corriente y otra con una cierta capacidad de natación, que puede fijarse al sustrato para crecer y llegar a la fase adulta. "Gracias a esos ciclos de vida, estamos viendo que eso ha contribuido a la permanencia de las poblaciones de lapas que se encuentran altamente explotadas en la isla de Madeira", remarca Riera.

De hecho, una de las sorpresas con las que se encontraron los investigadores es haber localizado lapas en sitios en los que creían que habían desaparecido por la presión marisquera, aunque con escasos ejemplares. "Estamos viendo que las reservas marinas funcionan muy bien para la preservación de los organismos adultos de las lapas. Si no extraemos lapas, vemos que las adultas luego tienen una mayor fecundidad, ponen muchos más huevos y se encuentran en muy buen estado", añade Riera.

Poblaciones

La investigación ha incluido un trabajo de campo basado en la recolección de lapas de las islas de Madeira, Porto Santo y Desertas, con la ayuda de la Dirección de Pesca del Gobierno de Madeira, que se medían en laboratorio para comprobar su peso, medirlas y otros análisis. "Tienen una base de datos muy interesante, desde hace 20 o 30 años, y han recolectado lapas todos los años de muestreo.", dice Riera, lo que les ha permitido comparar año a año como ha variado el tamaño de las especies.

Ambiente intermareal de las islas Desertas (archipiélago de Madeira).

Ambiente intermareal de las islas Desertas (archipiélago de Madeira). / Marco Gonçalves.

También identificaron las poblaciones fuente, desde las que se sueltan los huevos y sirven para repoblar otras áreas y las poblaciones sumidero, que son las que reciben los huevos y las larvas donde van a crecer las lapas. "En esos sumideros, debido a las corrientes, se van a perder la mayor parte de los juveniles y las larvas debido a las corrientes porque no tienen ningún otro sustrato disponible para poder asentarse", relata Riera.

En base a esos datos, pudieron comprobar la amenaza que supone la pesca furtiva para la supervivencia de determinadas poblaciones a pesar de los mecanismos de protección en Madeira, que cuenta con periodo de veda del 1 de noviembre al 30 de abril, cuando está prohibido recolectar lapas para favorecer su periodo reproductivo, y tiene impuesta una talla mínima consumible de 40 milímetros.

"Pero nos encontramos con restaurantes que ofertan lapas durante el periodo de veda, en enero o febrero, con carteles que anuncian lapas frescas. Servir lapas durante ese tiempo debería ser ilegal y, además, la talla de ejemplares que sirven es muy pequeña, de 35 milímetros, que es claramente inferior a la talla mínima", critica Riera. 

Con esos resultados, recomendaron al Gobierno de Madeira y de Portugal desarrollar medidas de conservación para explotar el recurso de forma sostenible, como ampliar el periodo de veda desde noviembre hasta mayo para "darles oportunidad para que puedan producir otro episodio de fecundidad en el agua", indica Riera, y también un aumento de la talla mínima, de 40 a 45 milímetros, como tiene Canarias.

Investigación en Canarias

Aunque en Canarias las medidas de protección "son idóneas, eficientes y muy útiles", según Riera, "el problema es que hay que llevarlas a cabo a la práctica" y ahí es donde se falla. Por ello, de cara a una mejor conservación de los recursos marisqueros en Canarias, el investigador aboga por elaborar un trabajo similar al de Madeira, especialmente si el Gobierno de Canarias lo apoyase.

"Tendríamos que elegir varias islas con condiciones diferentes. Por ejemplo, Lanzarote o Fuerteventura, Gran Canaria y El Hierro. Fuerteventura tiene la presencia de lapa majorera, única en el mundo y en peligro de extinción y las aguas al este de las islas son más productivas; Gran Canaria, porque a través del instituto Ecoaqua tenemos acceso a cualquier rincón de la costa en cuestión de horas y El Hierro, porque es interesante tener otra isla donde no exista tanta presión humana y tiene una reserva marina que abarca la parte costera, como el Mar de las Calmas, en la que no se puede recolectar ningún tipo de lapa. Serían unos modelos de estudio fantásticos para desarrollar este trabajo", describe Riera.