Aunque él no se considera un héroe, lo es, pero tampoco es que sea el único que hay en Cabo Blanco, en la localidad tinerfeño de Arona. En esa zona apartada del municipio turístico, residen varios vecinos que en diversas ocasiones han arriesgado su vida para salvar la de los demás, principalmente la de niños. Esta vez, no obstante, ha acaparado todo el protagonismo la historia de Roberto Muñoz, que el pasado sábado rescató a una mujer y a sus dos hijos de la trampa que supone la charca que se encuentra junto a su casa. Gracias a él, que se tiró al agua, y a otras dos personas que ayudaron a sacarlos de allí, ninguno de los afectados murieron ahogados.

No es la primera vez que ocurre algo parecido en esa especie de lago de Cabo Blanco, con unos 20 metros de profundidad. De hecho, a principios de este mes otro vecino salvó a un adolescente. La diferencia de este caso respecto a los anteriores es que quedaron atrapadas en el agua tres personas: la mujer y los dos hijos, de 10 y 11 años. Ninguno de ellos sabía nadar.

Roberto no puede evitar las lágrimas al recordar el suceso, a pesar de que la familia sigue con vida gracias a su hazaña. Apoyado en la puerta de su casa, en la calle Igara, explica lo sucedido. Eran las cuatro de la tarde y el aronero limpiaba tranquilamente su moto dentro del garaje. De repente, su mujer, María Rosa, que estaba en la azotea de su vivienda, le sobresaltó con sus gritos. Fue hacia donde ella estaba mientras su esposa no paraba de decirle que había gente dentro de la charca. Esa frase no es nueva para él, ya que, con esta vez, ya le ha salvado la vida a ocho personas.

Corrió hacia esa especie de lago que incluso desde fuera parece agradable, con algunos vecinos que de vez en cuando organizan concursos de pesca y navegan con pequeños barcos. Al llegar, lo primero que vio fue a la madre y al niño. Al fijarse mejor, observó que alguien más, la pequeña, estaba prácticamente sumergida bajo el agua, "y no me lo pensé". Se quitó los zapatos y lo primero que hizo fue llevar hasta la orilla a los menores, que estaban conscientes, quizá, "por los nervios y la tensión".

Gracias a la ayuda de los vecinos, que sujetaban una manguera para que se agarraran a ella, consiguió dejar a la familia en la orilla, "pero la madre estaba morada". "Los niños no paraban de gritar: ¡Mami, no te mueras, te queremos!" Los congregados comenzaron a darle masajes y a reanimarla y, de repente, Carina López emitió un sonido. "Pensé que era el grito de la muerte, pero no". "Se despertó y no paraba de pedirnos que le dijéramos que no estaba soñando, pero le recomendamos que se quedara tranquila", explica Roberto ya junto a la charca mientras su mujer mira desde la azotea de su casa, situada a solo un par de metros.

A las dos horas, el vecino decidió acudir al hospital para preguntar por el estado de la madre, porque "me venía su imagen cuando intentaba dormir". Carina fue ingresada en La Candelaria, ya que tenía agua en los pulmones. La madre de los pequeños aún se recupera, pero afirma que "en cuanto salga quiero ir a buscar a este hombre para darle las gracias".

El problema de esta charca, según informa Roberto, es que, justo donde comienza la parte húmeda, la superficie está llena de musgo resbaladizo, por lo que es imposible salir sin ayuda. Como en la instalación hay patos, los niños suelen ir a ponerles de comer, tal como ocurrió esta vez, cuando la pequeña de 11 años cayó dentro. Su madre se tiró al agua para intentar ayudarla, y a ella le siguió su otro hijo, quedando los tres atrapados.

Respecto a si se considera un héroe, Roberto asegura que es "una persona normal que simplemente está para salvar a quien sea". "Somos los socorristas del charco", bromea junto a otro vecino.

Debido al peligro que supone, los habitantes de la zona han exigido "en varias ocasiones" al Ayuntamiento que obligue a los propietarios a vallar la charca. "¿Hay que esperar a que se ahogue alguien para que lo hagan", denuncian Roberto y Juan Carlos.