Cientos de agentes de las fuerzas de seguridad despidieron ayer entre aplausos a Francisco Javier Ortega, el agente de la Policía Nacional de 28 años que falleció el viernes al ser arrollado por un tren después de que un inmigrante, al que trataba de identificar, le arrastrara hasta caer ambos a las vías.

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, recordó que los agentes, en su labor de garantizar la seguridad de los ciudadanos, pagan en ocasiones el "precio más alto que se puede pagar, que es dar la propia por los demás". Cosidó explicó que, tal y como puede comprobarse en las grabaciones del suceso, el inmigrante, que está en estado grave, arrastró intencionadamente al agente para que fuera arrollado.