Las autoridades de Indonesia elevaron ayer a 832 personas la cifra de muertos por los seísmos y el tsunami que sacudieron la isla de Célebes el viernes, mientras la ayuda a las víctimas se enfrenta a escasez de recursos, apagones y una amplia destrucción.

El portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, señaló en una rueda de prensa en Yakarta que 821 personas murieron en Palu y las restantes 11 en el distrito de Donggala. Aunque continúan cortadas las comunicaciones con Donggala, según Sutopo, recibieron informes sobre esas muertes.

En Palu, capital de la provincia de Célebes Central y la zona más castigada por el tsunami junto Donggala, la oscuridad es generalizada durante la noche por los cortes en la red eléctrica a excepción de unas pocas luces que muestran casas completamente derruidas y objetos que arrastraron las olas. Entre ellos destaca un barco pesquero que ha quedado varado junto a la carretera de acceso a la ciudad desde Poso, otra de las ciudades más pobladas de Célebes Central situada al este de Palu.

En el tramo de esta vía que conecta la capital provincial con la bahía de Tomimi a través de las montañas, automóviles, motocicletas, ambulancias y grúas intentan avanzar en una carreteras estrechada por las avalanchas, lo que retrasa durante horas la llegada de provisiones y ayuda. La escasez de gasolina y alimentos se evidenció ayer con saqueos en gasolineras, donde las colas alcanzaron los centenares de personas, y tiendas de ultramarinos, permitidas por las autoridades en determinadas franquicias.

Al listado oficial de fallecidos se deben sumar 540 personas hospitalizadas y 16.732 desplazados, todos ellos víctimas de una catástrofe que comenzó con un seísmo de 6,1 grados al que el siguió, tres horas después, un terremoto de 7,5 grados y un inesperado tsunami. El portavoz de la agencia de desastres informó de que cinco extranjeros, de los 71 contabilizados en Palu el viernes, permanecen en paradero desconocido: tres franceses, un surcoreano y un malasio.