En la madrugada de este jueves, 7 de mayo, ha fallecido Pedro Montesdeoca Ramos, presidente del Foro Roque Aldeano, traumatólogo del Hospital Materno Infantil y médico del Herbalife Gran Canaria.

El alcalde de La Aldea de San Nicolás, Tomás Pérez, señala que es "una pérdida irreparable, gran profesional y una extraordinaria persona, siempre dispuesto a colaborar, apegado a su pueblo y a sus vecinos".

El regidor destacó, además, siempre por su "labor humana", al desvivirse por las inquietudes de "todos los aldeanos y por sus problemas", lo que llevó a ser uno de los propulsores del Foro Roque Aldeano, del que era su actual presidente.

Montesdeoca fue uno de los principales defensores de la necesidad de una nueva carretera para La Aldea, que dejaba de forma recurrente incomunicada por el norte al municipio cada vez que en ella se registraban desprendimientos, sobre todo desde el macizo de Faneque.

Para Tomás Pérez el fallecimiento de su "amigo" es una noticia "muy triste", ya que tenía una "gran dedicación a la medicina, el deporte y a todas las causas humanas", y que además se caracterizaba por la "cercanía en el trato y su vinculación con La Aldea".

"Nos deja una estela de muy buen hacer y profesionalidad", ha subrayado el primer edil, quien ha lamentado que por la pandemia del coronavirus no se le pueda velar en el tanatorio de La Aldea, donde ya se encuentra el cuerpo de Pedro Montesdeoca.

El CB Gran Canaria llora la pérdida de Pedro Montesdeoca Ramos

El 'Doc', como todos le conocían en el equipo, era el jefe de los servicios médicos del Club Baloncesto Gran Canaria desde el curso 96/97. Su vinculación con la entidad claretiana, eso sí, se remonta a muchos años antes, pues ayudó durante varias temporadas de forma desinteresada al equipo.

La figura de Pedro Montesdeoca es fundamental para entender el crecimiento del club. Traumatólogo de profesión y con amplia carrera médica, el 'Doc' ha sido un valor constante en la estabilidad, progresión y éxitos del Club Baloncesto Gran Canaria.

Siempre al fondo del banquillo, preparado para prestar servicios en los partidos si fuera necesario, era complicado verle en un final apretado. Sufría y vivía los encuentros de su 'Granca' desde el salto inicial hasta que se acababa el tiempo, vibrando con cada acción de sus jugadores. A ellos los solía cuidar con tomates de La Aldea cada cierto tiempo, como una especie de ritual de unión y fuerza que se fue traspasando año a año, curso a curso.