Tribunales

El asesor municipal acusado de acoso sexual niega las insinuaciones a una empleada

El exdirector de Gabinete afirma que los regalos y las comidas con empleados eran frecuentes en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

El acusado Pablo Quintero, de espaldas, en la segunda sesión del juicio celebrada ayer.

El acusado Pablo Quintero, de espaldas, en la segunda sesión del juicio celebrada ayer. / B. M.

Benyara Machinea

Benyara Machinea

El exdirector de Gabinete del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria despedido por un presunto acoso sexual ha afirmado este lunes en la segunda sesión del juicio que se sigue en el Juzgado de lo Penal número tres de la capital grancanaria que "jamás" ha hecho "ninguna insinuación o acercamiento" de carácter sexual hacia ninguna empleada a su cargo. Las comidas fuera de horario laboral y los regalos personales que refirió la denunciante son, según Pablo Quintero, una práctica "de lo más normal" que siempre ha llevado a cabo con los trabajadores a su cargo.

La supuesta víctima declaró en la primera sesión de la vista oral que tenía miedo de perder su trabajo si se negaba a las peticiones de su jefe y aseguró que había perdido algunas de sus funciones por un enfado de Quintero. Sin embargo, el acusado manifestó que la única reasignación de áreas que se llevó a cabo en el mandato afectó a todo el personal del gabinete y contó con el beneplácito de la jefa directa de prensa. "Me dirigía a la denunciante con la misma exigencia que hacia todos los miembros del equipo, que es la que mi jefe me pedía a mí", aludió el querellado.

El primer encontronazo al que hizo referencia se produjo en diciembre de 2020 por una comida en la que vio cómo la aludida entraba a un restaurante con una compañera del trabajo y una concejala. Sin embargo, negó que fuera él quien escribió a la edila advirtiéndole de que los miembros del gabinete de prensa no podían ir a comer con los concejales y matizó que el emisor de los mensajes fue el propio alcalde, Augusto Hidalgo, que era quien marcaba la directriz. Manifestó que su papel en aquel encuentro se redujo a comunicarle lo sucedido al subdirector de Gabinete y a la jefa de prensa.

"Era imposible pasar horas a solas en mi despacho", aseguró el encausado en la vista oral

Al cabo de unas semanas empezó a trabajar de forma directa con la denunciante para avanzar en un proyecto por el que habilitaron una sala específica en la que entraban y salían a diario los trabajadores implicados. "Era imposible pasar horas dentro de mi despacho a solas", testificó Quintero en el juicio, después de rechazar las afirmaciones de la querellante de que podía pasar una jornada laboral de seis horas hablando sobre temas personales.

El acusado hizo referencia en repetidas ocasiones a una serie de conversaciones de WhatsApp que aportó a la causa -impugnadas por la acusación particular al considerar que están sesgadas, sin fechas, horas, ni contexto- en los cuales la denunciante le pedía que se reunieran para debatir sobre asuntos del proyecto y él respondía que no podía o que tendría que ser algo muy breve porque estaba ocupado.

En una ocasión almorzaron juntos en un restaurante de Moya, que según el encausado había sido propuesto por la asesora municipal. Cuando la mujer salió un momento al baño y volvió a la mesa se encontró con una botella de cava, aunque Quintero afirma que era un regalo del dueño del establecimiento y no un gesto romántico, puesto que él "era un gran abstemio" y no se le habría ocurrido pedirla.

Comentarios inverosímiles

Tachó de "inverosímiles" algunos de los comentarios que reprodujo la denunciante y sus compañeros de trabajo, entre ellos el de "tú eres mi Laura Escanes y yo soy tu Risto Mejide". Sostiene que en ese momento no conocía quién era la joven modelo, por lo que no pudo hacer referencia a la diferencia de edad que separaba a la pareja de famosos, y añadió que el único comentario similar que hizo fue para decir que le caía mal el presentador. De la misma forma, negó haberle dicho que "tenía las manos y los pies más bonitos del Ayuntamiento" o que le hubiera pedido "abrazos reparadores".

Quintero reconoció que hizo algún comentario relativo a la vestimenta de la denunciante para decir que no le gustaban sus bailarinas, de forma recíproca y como hacía con otros empleados, sin el matiz de que "no le hacían un buen culo". Comentó con otro compañero que el novio de la supuesta víctima "no le parecía tan guapo" y le mandó a la querellante una captura de su perfil de Instagram en la que aparecía la mujer con su perro, añadiendo que le tenía envidia al animal. Refirió que esto no era más que una "broma entre compañeros", pese a que la respuesta de la denunciante fue pedirle que no le dijera "esas cosas" porque le "cortan un montón".

Hacía comentarios sobre el vestuario de la denunciante, pero afirma que era algo recíproco

La fiscal Teseida García y la acusación particular, ejercida por la letrada María Rosa Díaz-Bertrana, piden una pena de siete meses de cárcel y 20.000 euros de indemnización para el acusado al atribuirle la autoría de un delito de acoso sexual en el ámbito laboral.

La defensa que ejerce el abogado Pedro Sánchez reclamó por su parte la libre absolución para su cliente y apuntó a la existencia de "lagunas" que impiden probar la existencia del delito. El letrado cuestionó en su alegato final el testimonio del concejal de Cultura Adrián Santana porque declaró que estaba ahí "para apoyar a su amiga" y porque añadió por primera vez en el juicio que estaba presente cuando Quintero encargó un ramo de rosas rojas para la denunciante.

Tras las declaraciones de las peritos que confirmaron el trastorno de estrés postraumático que sufre la denunciante, el testimonio de seis asesores municipales y de dos amigas de la víctima, el juicio quedó visto para sentencia.