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AMALGAMA

La desigualdad

Hay un equilibrio con correcciones fiscales, pero la oligarquía siempre va a estar presente

La desigualdad

Fijémonos en un comportamiento clásico de la bolsa. Cuando hay una gran bajada en los valores cotizados, por ejemplo del 10%, vienen unos días en los que la posterior subida no opera con tanta facilidad como esa bajada. Vamos a suponer que una acción, por ejemplo, de Netflix, está en 200 euros, y baja un día el 10%, es decir, veinte euros. El valor de la acción queda en 180 euros, y supongamos que al día siguiente sube el mismo 10%, pero como la subida es sobre la base de 180 euros, significa que sube 18 euros, y se queda el valor de la acción en 198 euros.

Las bajadas siempre hacen más daño que las subidas, aunque sean de igual intensidad. La observación del físico Anirban Chakraborti se basa en algo parecido. Supongamos que hay una probabilidad de ganar 20 euros y la misma probabilidad de perder 17 euros. Si simulamos una sola vez con 1 euro de partida, tenemos: 0,5 (+20 euros) + 0,5 (-17 euros) = 1,5 euros. Una ganancia positiva. Sin embargo, si hacemos 10 rondas, y todas se comportan al 50 por cien de probabilidad, tenemos: 1,2 x 1,2 x 1,2 x 1,2 x 1,2 x 0,83 x 0,83 x 0,83 x 0,83 x 0,83 x 100 euros = 98,02 euros. A iguales posibilidades, hemos partido de 100 euros y hemos terminado perdiendo 1,98 euros.

Trasponiendo estos efectos a simulaciones financieras, a pesar de que todos los agentes de un colectivo de riqueza igualada comiencen en el mismo puesto y con la misma cantidad, el resultado contrastado matemáticamente con millones de transacciones entre 1.000 individuos, es que uno de ellos termina llevándoselo todo y los otros 999 terminan sin nada. Bruce M. Boghosian, profesor de matemáticas en la Universidad de Tufts, en su artículo ¿Es inevitable la desigualdad?, (Scientific American, enero 2020) plantea que "En esta economía, cualquier agente podría convertirse en el oligarca: todos tienen las mismas probabilidades si empiezan con la misma riqueza. En este sentido hay igualdad de oportunidades. Pero solo uno de ellos lo logrará".

Los estudiosos, físicos y matemáticos, de este hecho, lo denominan "ruptura de simetría". Boghosian, Adrian Levitt-Lee, Merek Johnson, Jie Li, Jeremy Marcq y Hongyan Wang, de la Universidad de Tufts, en 2017, plantearon varias correcciones, para buscar modelizar paramétricamente los comportamientos del conjunto de la economía de diversos países y sociedades. Introdujeron un coeficiente Chi, que equivale a un impuesto sobre el patrimonio, y lograron modelizar los datos de la distribución de riqueza de EEUU y Europa desde 1989 a 2016 con un error del 2 por ciento. Luego introdujeron otro coeficiente, Zeta, un equilibrador de las ventajas competitivas de los ricos. Este factor, equilibrado a ser menor que Chi, mejoró la modelización antes dicha, que pasó a tener un error del 1 por ciento. En 2019 terminaron por incluir un tercer coeficiente, Kappa, un límite inferior infranqueable para los agentes más pobres, el equivalente a un salario mínimo. El error del modelo para la distribución de riqueza en EEUU y Europa, con estos tres coeficientes, llegó a ser del 0,17 por ciento. Todo esto indica que la naturaleza tiende a generar oligarquías, y que la propia sociedad, introduciendo correcciones a través de impuestos a los más ricos y limitaciones al nivel de pobreza a los agentes pobres, consigue un equilibrio donde, no obstante, la oligarquía está presente, pero políticamente regulada para que las desigualdades no rompan el bienestar del sistema.

Un informe de Credit Suisse sobre los efectos de la crisis de 2008 señalaba que el 1 por cien de la población mundial acaparaba el 42,5 por ciento de la riqueza total, y en 2018 ya iba ese acaparamiento por el 47,2 por ciento, lo que equivale a señalar que, en 2010, había 388 ciudadanos tan ricos como la mitad del resto de ciudadanos más pobres del planeta, y en 2018 ese número ya era de tan solo 26 personas las que acaparaban tanta riqueza como la mitad más pobre de la población humana del planeta. La "ruptura de simetría" campa a sus anchas, y el malestar, si no se corrige políticamente, provocará un desequilibrio sistémico. Pero no olvidemos de que se trata de la naturaleza matemática de las cosas, del comportamiento colectivo de lo material, y no de una supuesta maldad capitalista. El ir contra esto en un entorno no democrático, consensuado y humanista, sino de dictadura del proletariado, de ingeniería social, o revolucionario, provoca horror y sufrimiento masivo de la masa biológica humana.

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