De pueblo marinero y rincón maldito a paraíso surfero y refugio presidencial. Caleta de Famara, pueblo costero del municipio lanzaroteño de Teguise, experimenta una expansión turística desde la primera década del segundo milenio con José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno español y exsecretario general del Partido Socialista, como último y relevante visitante.

Además de Zapatero, asiduo de Lanzarote desde su etapa en La Moncloa, otro mandatario como el exprimer ministro británico, David Cameron, visitó Famara a principios de año junto a su hijo para practicar surf. No obstante, el dirigente laborista eligió otro enclave conejero como residencia de sus vacacionales invernales, meses antes de abandonar el 10 de Downing Street tras dimitir a consecuencia del triunfo en referéndum de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (brexit).

"La gente elige Famara porque se respira tranquilidad y transmite energía", apunta Pedro Nolla, propietario del restaurante El Rincón junto a otros dos socios. Ubicado en un edificio propiedad de la familia del artista lanzaroteño César Manrique en la primera línea de costa, el establecimiento, precisamente, recibió la visita de la familia Zapatero durante su anterior estancia en la isla, aunque Nolla no trabajó aquella jornada e ignora tanto la composición del menú degustado como la cuantía de la propina obsequiada por el expresidente socialista.

En una entrevista concedida en exclusiva a LA PROVINCIA el pasado 21 de agosto, Rodríguez Zapatero explicó: "Soy fiel a Lanzarote porque me ha dado muchas satisfacciones. Es una isla llena de belleza y hospitalidad. Son las dos cualidades que uno puede buscar para descansar. Estoy muy contento de estar una vez más aquí, creo que ya son ocho, donde cada vez estoy más a gusto. Desde aquí sigo la política un poco menos porque estoy más relajado para hacer deporte y disfrutar de la isla. Además, estoy teniendo una suerte impresionante con el clima. Creo que es difícil encontrar una temperatura así no solo en España sino en el conjunto de los sitios turísticos. Es muy difícil competir con Lanzarote".

Para Pedro Nolla, "Famara está de moda desde hace cinco o seis años, antes sólo venía la gente de la Villa [de Teguise], la Caleta de la Villa le dicen, de Arrecife y poco más". Vecino de San Bartolomé y 46 años, el propietario del restaurante El Rincón durante los últimos siete años atribuye el auge del enclave, sin duda, al surf en sus diversas variantes, porque se instalaron "montón de escuelas y se celebran campeonatos".

Con una trayectoria de tres decenios, El Rincón sirve "cocina tradicional canaria con un toque de modernidad", arroces y pescados como estrellas de la carta, a 150 comensales durante el almuerzo de una jornada estival cualquiera, además de unas 60 cenas. "Agosto es la locura", resopla Pedro Nolla entre murales y litografías con la firma de César Manrique, bajo los que también almorzaron otros personajes famosos como la actriz Ana Duato o el periodista Iñaki Gabilondo.

Según el hostelero, "ahora mismo, en verano, hay más turismo nacional y local, pero también bastante francés e italiano, mientras que en invierno es un poco más alemán, inglés, noruego o sueco y local los fines de semana". Pese a la afluencia de visitantes, Caleta de Famara, en opinión de Pedro Nolla, "sigue conservando su esencia marinera, se ponen aquí a limpiar el pescado por la mañana, aunque la pesca es para casa y la gente vive ahora de algún negocio, algún apartamento, cositas así".

Algunas calles hacia el interior, muchas sin asfaltar, se encuentra, por ejemplo, el supermercado Zomabe (de Zoilo, Macarena y Belén), donde Dunia Ramos atiende la charcutería. Vecina de Famara y de 27 años, la dependienta coincide en que el pueblo "ha cambiado un poquito, pero toda la vida se ha vivido de la pesca, siempre, incluso los marineros siguen faenando con el turismo".

Con 1.073 habitantes, cuarto núcleo de población entre la veintena del municipio de Teguise (21.454 vecinos, según datos de 2015), Caleta de Famara ofrece "una calidad de vida impresionante, con mucha sencillez", según Ramos, bisnieta y nieta de pescadores pero hija de un electricista y una cocinera. Aunque no atendió José Luis Rodríguez Zapatero o a su esposa, Sonsoles Espinosa, enumera al modelo Jon Kortajarena, propietario de una vivienda en la localidad, o a la actriz Ana Duato, de nuevo, como clientes de la tienda de su familia.

"Del pueblo somos poquísimos, cuatro vecinos contados en invierno, pero ha venido mucha gente de fuera a vivir y también turistas. En verano es un boom, viene gente de todos los sitios y nos hemos hecho un montón de fotos con los famosos", relata Dunia Ramos.

Entre los forasteros afincados en el pueblo abundan, sobre todo, los surferos como, por ejemplo, Miguel, un italobelga de 43 años responsable de los negocios Zoo Park Famara y Surf San Juan. "Vivo aquí y otros sitios de Canarias desde hace diez años por temporadas, sigo la ola, también en California", cuenta en la puerta del establecimiento, ubicado en la calle principal de Famara y dedicado a la venta y alquiler de material de surf junto a la enseñanza del deporte acuático.

También fotógrafo, Miguel explica que la playa de Famara posee "una de las mejores olas para aprender, porque no cierra y es fácil para levantarse", por lo que cuentan entre 6 y 30 alumnos a diario. "Famara tiene un turismo más tranquilo, familiar, no all inclusive, hay más escuela en verano y turista surfero en septiembre y octubre, mientras que en invierno viene gente del norte", resume el surfero italobelga.

Tanta gente del norte visita la zona que hasta una urbanización cercana al pueblo, justo sobre la playa, se conoce como Los Noruegos, aunque su nombre oficial sea Bungalows Playa Famara. Ahí rodó Penélope Cruz una escena de Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar, 2009), ahí se alojó José Luis Rodríguez Zapatero con su familia durante casi cuatro semanas por segundo verano consecutivo y ahí vive Ana González con su marido, su hija y una perra a lo largo de todo el año desde 1996.

"Si no me dicen que viene [Zapatero], ni me entero, había un par de coches de policía en la recepción, pero prácticamente no se nota. Pueden estar más a su bola sin la gente encima, aquí hay otro carácter, quizá por eso lo eligen", opina González, de 47 años y natural de Las Palmas de Gran Canaria. Aunque "me encanta Las Palmas, la ciudad estaba muy chunga y abandonada en los 90, había estado en Lanzarote con trabajillos de verano y me quedé enamorada de la isla, así que me vine con mi novio a falta de dos asignaturas para terminar la carrera como traductora e intérprete", rememora sobre la mudanza con su pareja, Carlos Suárez, de 52 años y también vecino de la capital grancanaria.

Con casi 200 casas, la urbanización se construyó un grupo de profesionales liberales escandinavos entre finales de los 60 y principios de los 70 para disfrutar durante varios meses al año en su jubilación, aunque el complejo ya perdió a la mayoría de dueños originales y se divide entre residentes y turistas casi a partes iguales. Actualmente, la empresa explotadora de Bungalows Playa Famara cuenta con 77 licencias turísticas gracias a los contratos de cesión de uso firmados con varios propietarios.

"Aunque había muchas casas prácticamente en ruina, desalojadas y abandonadas hacía tiempo, nos costó muchísimo comprar una, porque era difícil localizar a los propietarios extranjeros", recuerda Ana González en la terraza, casi cercada por las dunas móviles de una playa con fuertes viento y oleaje. "La moda del surf llegó mucho más tarde, entonces no había nada", apunta antes de reconocer que su hija, de 17 años, ya supera la pasión por las olas de los padres.

Además, la vecina estival de Zapatero señala otras causas en la tardía expansión de Caleta de Famara. "La gente de Lanzarote no quería Famara para nada, era súper lejos y como la playa maldita, asociada a la muerte, porque los riscos tienen el punto más alto de la isla [Peñas del Chache, 670 metros] y se solía suicidar la gente, no había socorrista ni casi nadie y se ahogaba una persona al mes por las corrientes tan peligrosas. La gente pensaba que había energías raras", concluye Ana González, bajo los acantilados y ante el La Graciosa y el archipiélago Chinijo.

La naturaleza salvaje cautivó a José Luis Rodríguez Zapatero, como admitió en un encuentro con militantes socialistas en Lanzarote. "El futuro de Lanzarote es el futuro de la protección de la isla, de sus paisajes excepcionales, que deben ser preservados para sus hijos y los hijos de sus hijos. Ningún argumento económico puede anteponerse a este hecho".