La Provincia - Diario de Las Palmas

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El desembarco de los oficiales Navarro Nieto en 1898

Nietos de la estirpe del creador de LA PROVINCIA y fundador del Club Náutico de Gran Canaria rememoran la llegada hace 120 años a la plaza militar más importante de España de unos hermanos abulenses, monárquicos y periodistas

Doña Lola González Vernetta y sus hijas Dolores, Blanca y Teresa Navarro. Archivo Esteva Arocena - Navarro

Nietos de la saga Navarro, entre ellos Luis Navarro Márquez, Miguel Curbelo Navarro y Juan Félix Esteva Navarro, rememoran en estos días la llegada a Las Palmas de Gran Canaria, hace ahora 120 años, de sus ilustres antepasados, unos hermanos militares nacidos en Ávila que forman parte de la mejor historia de las Islas. La remodelación que se va a efectuar en el complejo deportivo municipal de Julio Navarro, que lleva el nombre de uno de sus tíos, ha incidido en el grato recuerdo que sus deudos han querido tributarles, especialmente Juan Félix, el encargado de la familia de custodiar el legado histórico de tan destacados patriotas.

Relacionada esta estirpe desde antiguo con los ejércitos nacionales, fue por motivos castrenses el establecimiento en nuestra Isla, en aquella época en que el Archipiélago era la plaza militar más importante de España por la cercanía y seguridad que había que dispensarle a las colonias del vecino continente africano.

El patriarca

La familia señala como punto de arranque a Jorge Navarro Almansa, uno de los periodistas abulenses más destacados de su época en Castilla. En la ciudad de Santa Teresa de Ávila dirigió seis periódicos y además fue fundador de cuatro de ellos. Nacido en Huesca en 1854, se destacó en otras disciplinas, recordándose aún como el fundador del Ateneo oscense. Al establecerse definitivamente en Ávila, que fue su época más brillante, es cuando era el responsable de los prestigiosos periódicos El Garrote (1882-1885), La República Española (1893-1985), El Porvenir Republicano, El Heraldo de Ávila y El Zurrón, dirigidos entre los años 1890-1898.

Con tantas responsabilidades, el redactor aún sacaba tiempo para colaborar en varias revistas madrileñas, como La Velada, de carácter literario, y el rotativo satírico Juan Palomo. El periodista, según sus biógrafos, mostraba en casi todas sus publicaciones una ideología progresista y radical, aunque en los últimos años editó números especiales dedicados a Santa Teresa. Al referirse a su personalidad, el crítico y doctor en Ciencias de la Información, Maximiliano Fernández, escribe que Jorge Navarro era el único periodista de Ávila que aparece reseñado en el Anuario Guía de la Prensa española de 1897, donde se señala que es el reportero de provincias más conocido, añadiendo que como político fue también una autoridad dentro del partido republicano progresista en el que militaba.

Como orador, de igual modo destacó en los oráculos de las asambleas generales en Madrid, en donde su voz elocuente y viril despertaba el entusiasmo de sus correligionarios. Otra de las facetas que destacan sus biógrafos, fue su decidida intervención en las guerras carlistas, en las que participó con el grado de teniente, afirmando, quienes lo conocieron, que "luego sentó la cabeza", que se hizo muy liberal y muy demócrata, dejando atrás desde el tradicionalismo carlista y el de revolucionario progresistas, anticlerical y republicano por una redención sincera que le hacía exclamar: "haber visto la luz que iluminaron mi abatido espíritu y desde aquel dichoso día tuve fe".

La gran personalidad de don Jorge se acentuaba, ademas, con sus extensas modalidades literarias y poéticas. Destacó como novelista dramático y compositor de zarzuela, siendo una de sus obras más conocidas la titulada "De Picos pardos". Todo ello sin descuidar sus actividades comerciales y sus aficiones taurinas.

Los hijos

De su matrimonio con la castellana Teresa Nieto Tellechea nació familia numerosa, Gustavo Julio, Félix, Blanca, Alfredo y Rafael, todos abulenses y los varones militares y monárquicos. La gran influencia ejercida por el progenitor les inculcará el apego por el periodismo. Todos ellos de muchachos cultivaron con gran soltura el arte de la expresión literaria, como lo pondría más tarde de manifiesto el teniente coronel de Intendencia, Gustavo Julio, al fundar en nuestra ciudad el periódico LA PROVINCIA.

La guerra de Cuba iba a ser el detonante del establecimiento de los Navarro en Canarias. Aquel conflicto bélico que enfrentó a España con los Estados Unidos movilizó las fuerzas armadas españolas con el envío al Caribe de nuestras guarniciones. Entre las filas castrense que se dirigían desde Cádiz a aquel desastre iban los mozos Navarro Nieto, pero encontrándose su destacamento de escala en nuestra Isla, España renuncia en 1898 a su soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas, dejando el campo expedito para la ocupación norteamericana.

Disgregados los batallones, Canarias se refuerza con el destino en sus cuarteles de tantos militares disponibles. La llamada crisis de Fachoda, que tiene su inicio aquel mismo año, cuando Francia y el Reino Unido deciden construir sendas líneas atlánticas de comunicación destinadas a conectar sus respectivas colonias africanas, y la necesaria presencia militar en la llamada guerra de África de 1860 por el conflicto bélico que enfrentó a España con el sultanato de Marruecos, obligaba, dada la cercanía, tener cerca prestas nuestras tropas.

La presencia militar

La irrupción en las islas de tantos mancebos cadetes va a sacudir de inmediato la sociedad del Archipiélago, que festeja el establecimiento de tan gallarda presencia masculina, un ingrediente que se presumía necesario para futuras relaciones familiares.

Los agasajos a los militares son constantes. Las nobles casas de Triana y Vegueta y aún las de Ciudad Jardín, en donde ya destacaba la colonia inglesa integrada con la insular, abrían constantemente sus salones para convidar a los aguerridos mozos. A partir de aquel momento comienzan otras "guerras", la de las muchachas isleñas que se disputan a los más apuestos soldados. Las rivalidades de las féminas por llevarse a los más guapos va a originar en aquella sociedad de finales del siglo XIX una novelera conmoción que originará entre las amigas discusiones y enfados que algunos perdurarán de por vida.

Gustavo y Félix Navarro Nieto conocen en aquellos salones a dos atractivas señoritas de la buena sociedad. El primogénito, que está destinado en Intendencia, se enamora de la agraciada María del Carmen Jáimez Medina, que es hermana de José, el primer notario de Arucas, y de Federico, que entonces destacaba como un magnifico tenor; mientras que Félix encuentra a su media naranja en otra de las niñas más admiradas de los saraos de Vegueta: Lola González Vernetta, que en ocasiones llevaba para animar las veladas a sus primos los extraordinarios poetas, Tomás Morales Castellano y Domingo Rivero González.

Tanto Gustavo como Félix, nada más establecerse en la Isla, se relacionan estrechamente con las familias británicas y comprueban la serie de carencias que tenía la ciudad, una ciudad que en aquel momento no estaba al nivel que debía de corresponderle. Se sorprenden que los pocos deportes existentes se desarrollaban entre los ingleses. Admiraban las extraordinarias costas y bahías atlánticas, pero lamentan verlas estériles para las actividades deportivas. Se impresionan con nuestro clima y las relaciones turísticas ya existentes, entonces todas ellas enmarcadas dentro de la exclusiva administración del Reino Unido. Había que romper moldes. Se tenía que introducir todos los adelantos acordes con las necesidades y la categoría de la Isla. Ambos hermanos son los pioneros en filmar las primeras películas sobre las excelencias de Gran Canaria, cuyos rollos se guardan hoy como joyas en la Filmoteca Canaria dependiente de la viceconsejería de Cultura de la Comunidad Autónoma. Y don Gustavo, obsesionado en promocionar las extraordinarias bondades de nuestro clima, acuña la frase de eterna primavera y funda, en 1909, la revista ilustrada Canarias Turística, cuyos ejemplares publicados siguen siendo referencias inevitable de consulta.

El Club Náutico

Pero había que realizar algo más. La ciudad de Las Palmas no se podía promocionar si no existía un Club Náutico, ya de moda e imprescindible en todas las grandes capitales españolas. Este empeño lo culmina don Gustavo en marzo de 1908. Quiere que el edificio esté sobre el mar que le apasiona. Su objetivo, además del turístico, es fomentar los deportes náuticos a gran escala.

En ocho meses se levantará la Sociedad. El Club, de quince metros de altura, se sostenía entre las aguas de la bahía del puerto sobre 200 columnas de cemento armado unidas por viguetas. El autor de los planos es el capitán de Ingenieros, Adolfo San Martín, cuya obra mereció en su momento ser considerada por los técnicos como modélica, incluso, el propio Alfonso XIII, que desde un principio estuvo muy vinculado con don Gustavo por la temática deportiva, mostró su satisfacción, una complacencia que luego sería ampliada por la visita de la tía del monarca, la Infanta Isabel, que daría nombre al primer trofeo que otorgará posteriormente la entidad, que en adelante empezará a anteponer a su nombre el título regio de Real concedido por el soberano.

La andadura del Club se inicia con regatas de balandros. Se comienza a organizar competiciones a Santa Cruz de Tenerife y disputarse copas entre las embarcaciones que se iban inscribiendo, llegando a celebrarse regatas internacionales, como la que se proyectó en 1913 con el título de fiesta de solidaridad hispano americana, que mereció el apoyo del comisario regio de Turismo, marqués de la Vega Inclan, del secretario de la liga Marítima, Adolfo Navarrete, y del presidente de la federación española de Clubs Náuticos, Victoriano López Dóriga.

El Real Club Náutico de Gran Canaria inicia su andadura con 400 socios. Entre ellos se encuentran los miembros de todas las familias inglesas. Además, de entrada figuran siete socios honorarios: el propio don Gustavo, el marqués del Muni, el marqués de Valdeiglesias, Torcuato Luca de Tena, el General Severino Martínez Anidó, Luis Morote y Leopoldo Matos Massieu.

El Periódico LA PROVINCIA

Don Gustavo Navarro Nieto dejó de seguir editando la revista ilustrada Canarias Turística porque aspiraba a otra publicación que acentuara sus exigencias. Anhelaba un periódico de información que trajera ecos de todo el mundo, un diario de comunicación que reflejara en sus columnas la opinión de todos los ciudadanos. Consideraba que de este modo era la única manera de servir lealmente a la comunidad. Pero también habría que añadir que eran tiempos que se bregaba para demostrar que Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura eran merecedoras del reconocimiento de su independencia administrativa y desde las páginas del rotativo se iba a luchar por la emancipación "del yugo de Tenerife". De ahí el nombre que bautizaría a la publicación: LA PROVINCIA, la mágica palabra que aspiraban conseguir con la división todos los hijos de la Isla de Gran Canaria.

Para realizar este proyecto don Gustavo se tropezó con un inconveniente. Por su profesión militar activa no podía vincularse a un negocio lucrativo, porque ambos eran incompatibles, y le ofrece al más brillante periodista de la época, y que además era un hábil letrado, la primera dirección del periódico que se iba a crear y le invita a que compartiera con él la fundación. En el domicilio particular de don Prudencio Morales Martínez de Escobar, de la Plaza de Santo Domingo de Vegueta, (hoy sede de la Orden del Cachorro Canario) se gesta el nacimiento de LA PROVINCIA y se traza la lucha que habría de emprenderse para conseguir la tan anhelada división administrativa de las islas orientales.

Y tan contundente era este deseo, que un grupo de intrépidos periodistas fundadores del periódico fueron a Tenerife meses después. Subieron al Teide y gravaron en las altas rocas volcánicas el nombre del periódico, y desde lo alto gritaron a los cuatro vientos: ¡Viva Gran Canaria! ¡Viva la división de la provincia! El Teide es padre de todos (edición del 10 de octubre de 1911).

El nuevo periódico, cuyo primer ejemplar salió a la calle el lunes primero de mayo de 1911, se confeccionó en las instalaciones ubicadas en el pasadizo de Colón, número cinco, en una vivienda de 483 metros cuadrados adquirida en 1890 por don Sebastián Jáimez Ramírez, el suegro de don Gustavo.

La preocupación que seguidamente inquietaba al fundador y propietario de LA PROVINCIA era la de obtener un servicio telegráfico, porque consideraba que era la única manera de publicar las noticias en un tiempo récord. Lograda la autorización del amarre del cable desde Cádiz, el tendido se ubicó, como lugar estratégico para las comunicaciones entre Europa y la Isla, en el propio Real Club Náutico. Su inauguración lo reflejará el periódico con gran algarabía. Se había conseguido con ello que los canarios estuviésemos informados de lo que ocurría en Europa con un día de diferencia. Sobre todo fue muy útil la información desplegada por el vespertino, que por entonces se editaba dos veces al día, durante los inquietantes años que duró la gran guerra europea.

No debemos silenciar que la obra de don Gustavo tuvo el apoyo de un magnífico plantel de redactores, sobresaliendo su propio hermano Félix, excelente autor de comedias; Arturo Sarmiento Salom, Juan Boissier Fernández, Tomás Peñate Álvarez y el patriótico Domingo Navarro y Navarro, que fue el autor que gravó en las altas piedras del Teide la filiación del rotativo. El primer maquinista fue Bartolomé Gil, mientras que el cobrador de las numerosas suscripciones y anuncios conseguidos era el maestro Pedro Alemán. Cuando a finales de 1917 llegó de Dakar el periodista austriaco, Otto Kraus Polensky, fue nombrado administrador-gerente. El cargo desempeñado en aquella casa originó que en ella naciera, el jueves 24 de noviembre de 1927, su hijo Alfredo José María del Carmen, nuestro consagrado tenor, que por deseos expresos del cura don Balbino Cañal, de San Agustín, fue bautizado con todos los honores el día de Navidad.

También don Gustavo fue el artífice de la hoy Avenida Marítima. Desde las columnas del periódico animaba al alcalde, Cristóbal Bravo de Laguna, para que el Consistorio realizara la llamada Ciudad del Mar que arrancara de la calle de la Marina (hoy Francisco Gourié), ganándole al océano unos 70 metros. Los planos del proyecto ya habían sido trazados por su incondicional amigo el ingeniero militar, Adolfo San Martín y fueron presentados al Ayuntamiento el 26 de junio de 1911. Consideraba Navarro Nieto que el proyecto de urbanización ganando terrenos a la marea desde el parque de San Telmo al castillo de Santa Catalina, contribuiría a la economía del país, a la industria del Turismo y al progreso de Las Palmas y, además, resolvería el embellecimiento de la ciudad porque borraría la entonces actual carretera inmunda y polvorienta de todo el litoral. Valorada la construcción en cinco millones de pesetas, de haberse llevado a cabo en aquel momento se hubiese llamado, en vez de Avenida Alcalde Ramírez Bethencourt, Avenida Reina Victoria Eugenia.

Julio Navarro

No podemos dejar de citar en este recuerdo familiar la sorprendente figura deportiva del benjamín de la familia. A María Teresa, Jorge, Luis, Sebastián y Carmen, el 11 de junio de 1914 vino al mundo el querubín, Julio Navarro Jáimez.

Imbuido el muchacho en los deportes náuticos que con tanto empeño le inculcaba su padre, se entretenía zambulléndose en la playa de las Canteras. Entonces no había piscinas ni disciplina oficial de este deporte, pero organizaba con sus amigos largas travesías hasta la barra.

En 1932 marcha con su hermano Sebastián a estudiar a Madrid ingeniería de Telecomunicaciones. En la capital de España adquiere nuevos conocimientos de natación con deportistas de élite, entre el que destaca Enrique Granados, hijo del famoso compositor español, y a su regreso puso en práctica los métodos adquiridos, ejerciendo él mismo de entrenador.

Las buenas relaciones de su familia con el Hotel Metropole, que en aquel momento comenzaba a regentarlo los Quiney, lograron que le facilitara la piscina del establecimiento y en ella fundó Julio el Club Natación Metropole. Sorprendentemente, el nadador adquiere una preparación fuera de lo normal. Su esfuerzo y dedicación de alto nivel le llevó a participar en los campeonatos de España de 1935 celebrados en Valencia.

Julio es aún un joven adolescente, y a su regreso de nuevo a Las Palmas, como buen hijo de militar, desea alistarse en las filas que se están organizando para defender a la Patria de la guerra civil española que ha estallado. Sin permiso del progenitor se enrola en la Legión. Su padre lo fue a buscar a Toledo y consigue sacarlo de este cuerpo y lo agrega como alférez de Infantería en Valladolid. Por la necesidades de la guerra se le destina a una unidad italiana establecida en Valencia. Luego pasa a Teruel. Se le encomienda la sección de ametralladoras. Y encontrándose en los llamados nidos de refugio se produce una desbandada de su unidad dejándolo sólo. Seguidamente, una ráfaga de balas le destrozaron el cráneo. Era el 27 de marzo de 1938. Tenía 23 años de edad. Hoy su nombre timbra con orgullo desde 1947 el Club Natación Las Palmas del Parque Doramas, aunque el pueblo sigue llamándolo piscina Julio Navarro, y su recuerdo continúa siendo imperecedero para los amantes de este deporte en las Islas

Sirvan estas líneas de homenaje a unos canarios de adopción que se empeñaron en' dejar una profunda huella en la historia y en la trayectoria de la ciudad, y que a pesar de haber transcurrido mas de un siglo, sus hechos y aciertos los seguimos disfrutando agradecidos todos los grancanarios.

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