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José Manuel Ruiz Gutiérrez, en la plaza de Clavellinas, con la iglesia al fondo.SANTI BLANCO

Entrevista. Párroco de Melenara, Clavellinas y Salinetas

José Manuel Ruiz Gutiérrez: "El sacerdote debe oler a oveja como dice el Papa, no ser solo cura de misa"

"La mujer es la omnipotencia suplicante y debe tener más protagonismo en la Iglesia católica", afirma el cura

Usted ha cumplido recientemente 90 años y sigue de párroco. ¿Cómo ha sido su trayectoria como sacerdote?

Yo nací en Yudego, un pequeño pueblo de Burgos. Mis padres eran labradores, muy buenos cristianos, y yo hice la primaria allí hasta los 12 años compaginando los estudios con la ayuda en las tareas del campo. El 21 de septiembre de 1937 fui a estudiar a Calahorra y luego en Burgo de Osma, donde hice el noviciado en la orden de los carmelitas descalzos y luego cursé estudios de Teología y Pastoral. El 3 de abril de 1949 me ordené sacerdote, el día del cumpleaños de Pío XII. Al final de 1950 me fui de misionero a Ecuador, a la provincia de Esmeralda, era el único cura en 14.000 kilómetros cuadrados. Me puse enfermos de amebiasis por beber agua contaminada y desde entonces no tengo hambre. Estuve cinco años y en 1955 regresé a España pesando 30 kilos. Después de volver a Burgo de Osma, estuve en Valencia y pensaba ira a Brasil en 1957/58, pero en el viaje recalé en Las Palmas de Gran Canaria y me convencieron para que me quedara en el barrio de San José donde estuve 16 años y luego fui párroco en el barrio de Zárate. Después vine a la parroquia de Clavellinas el 6 de octubre de 1979 llevo 35 años y aquí sigo de párroco.

¿Qué recuerdos tiene de su experiencia en América?

En América aprendí a que el sacerdote tiene que estar muy cercano a su rebaño, que debe implicarse en la sociedad que le rodea. Yo pasaba una temporada en la selva con los indios para aprender de sus costumbres y evangelizarlos. No tenían sentido de la propiedad y se ayudaban entre ellos. Esa forma de trabajar luego la he utilizado toda mi vida como sacerdote en los destinos en lo que he estado.

Le llamaban el 'padre Botella' y aún le conocen por el apodo.

Lo de 'padre Botella' me lo pusieron cuando estuve en el barrio capitalino de San José. Era una zona obrera, donde no había nada y para lograr dinero para ayudar a la gente me ponía a recoger botellas que luego vendía a las fábricas envasadoras porque en Gran Canaria no había fábricas de vidrio. Recogía con los vecinos entre 1.000 y 2.000 botellas al mes. Nos pagaban una peseta por las del coñac Domecq y cuatro por las de anís El Mono porque tenian dibujos. Recaudábamos entre 1.000 y 2.000 pesetas al mes en los años 60 y podíamos dar de comer a las personas más necesitadas. A mí me inspiró mucho mi etapa en América y fundamos en primer consejo de familia, ahora ciudadano para exponerle a los concejales los problemas del barrio. Yo era como un alcalde pedáneo porque me reunía con los concejales para solucionar los problemas.

Usted ha sido un sacerdote bastante comprometido con los problemas de su parroquia.

El cura nunca debe ser un político, debe ser un orientador, un conductor de los fieles y como dice el actual Papa, el sacerdote debe oler a oveja, debe estar lo más cercano posible a su rebaño, a los feligreses. El sacerdocio es dedicación a los demás, el cura tiene que vivir los problemas de la gente, promover la convivencia y no ser funcionario, no ser cura solo en la misa, sino también en la calle.

¿Qué le parece la idea del Papa de dar más protagonismo a la mujer en la Iglesia?

La mujer es la omnipotencia suplicante, pero no debe imponer porque el hombre tiene más fuerza física. Aquí hay mucha devoción mariana y la Virgen siempre ha tenido un papel importante en la Iglesia. Dependemos mucho de las mujeres y es justo que se le reconozca un mayor papel dentro del seno de la Iglesia. En esta parroquia fundamos el primer consejo de vecinas, de mujeres, no de hombres porque ellas son más trabajadoras y se preocupan más de los problemas.

Se habla de cambios como que los curas se casen.

El celibato no aparece en el Evangelio y de hecho los católicos orientales están casados. Incluso San Pedro, primer Papa, estaba casado y es posible que algún día se cambie esta situación.

Como religioso, ¿qué opina de quienes atacan y matan en nombre de Dios?

Es una barbaridad. Todos adoramos al mismo Dios, solo que cada religión le pone un nombre distinto, pero el sentido de trascendencia es universal en todos los pueblos y culturas. Yo creo en Dios no solo por los Evangelios, sino por la Historia, todas las civilizaciones han creído siempre en algo superior, sea en la forma que sea.

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