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Un volcán de sonrisas en Telde

Un campus acoge por primera vez en la Isla a niños que padecen un trastorno mental grave

Un volcán de sonrisas en Telde

La Casa Verde de Telde desprende vida con los gritos y las risas de los niños que acuden al campus Volcán de Sonrisas, durante este mes. Una experiencia piloto que acoge a niños con un trastorno mental grave y que los integra con el resto de niños con el objetivo de cubrir su tiempo de ocio. "Las necesidades clínicas de los pequeños quedan resueltas en el Hospital Infantil, pero la parte social queda al descubierto. Son niños que sufren un gran estigma fruto de la falta de conocimiento acerca de la enfermedad", apunta Sabrina González, jefa del servicio de psiquiatría infantil y juvenil del Hospital Materno Infantil.

La coordinación y la formación de los monitores es primordial para el desarrollo adecuado de esta experiencia piloto del campus. "Los monitores recibieron una formación anterior. Estuvieron en el Hospital Infantil para formarse y conocer a fondo a los niños y sus peculiaridades", apunta Sabrina González. Tras la toma de contacto se diseñó el programa educativo del campus en el que "se encuentran separados por tres intensidades de aprendizaje, que se basan en la edad y las necesidades educativas de cada uno de ellos", explica María Carreño, directora de Volcán de Sonrisas, un centro especializado en ofrecer servicios de atención personalizada. Es así, como pequeños y mayores, desarrollan un taller de cocina en el que realizan un delicioso pan pizza, mientras que el resto se divierte jugando al pañuelito.

Diversión para todos

"Buscamos la integración, que lo pasen bien juntos y disfruten de la experiencia", apunta María Carreño. Una idea que Concha Durán, madre de uno de los pequeños que sufre trastorno mental grave (TMG), reafirma, "la experiencia de mi hijo está siendo positiva, no suele expresar mucho, pero no ha hecho ningún comentario negativo. Este es el tercer campus al que lo llevo y es al primero que quiere seguir viniendo. El año pasado estuvo en un campus específico, pero lo acabaron tratando como a un mimoso".

Unos niños cuyos padres sienten que se encuentran en tierra de nadie y que no tienen cabida en la sociedad. "Son los niños los que tienen que adaptarse al colegio y no el colegio a ellos. Tanto es así que mi hijo pasa de curso con todo suspenso, mientras que en el hospital infantil es un fuera de serie. Tienen muchas capacidades que no se les valoran, puesto que cognitivamente es normal", apunta Concha Durán.

Su hijo, de diez años, sufre un trastorno mental que le fue detectado a los dos años en la guardería, puesto que no evolucionaba en el mismo sentido que el resto. "Fue un proceso muy duro y al principio no contábamos con mucha información, además hay muy poco apoyo institucional", confiesa Concha.

Los organizadores del campus encontraron el primer handicap en la reticencia de algunos padres. Tanto de los niños con trastorno mental grave, como del resto. "Al principio, en el momento que informamos algunos padres se mostraron algo reticentes, pero es normal. Es algo nuevo y la sociedad sufre una gran desinformación", apunta María Carreño. Un estigma que también intentan erradicar desde la Asociación Canaria de Integración y Salud Mental Espiral, "damos charlas en diferentes sitios con el objetivo de que la sociedad conozca la enfermedad", apuntan Emilio Gotera y Alcira Sosa.

Emilio y Alcira padecen un trastorno mental e intentan ayudar a los niños para que no sufran lo mismo. "Nos vemos reflejados en ellos y sabemos lo que sienten, por lo que intentamos ayudarlos", explican. Y lo hacen por medio de grupos de apoyo, mientras luchan para que "se reconozca la licenciatura en técnico de apoyo, que como se ha hecho en otros países", señala Alcira Sosa. En el momento que eres consciente de lo que sufres, "la recuperación es posible", y ellos son un claro ejemplo de esta afirmación.

Una semana de campus en la que pequeños y mayores se han volcado. Las ganas de pasarlo bien son imprescindibles para disfrutar de una experiencia en la que se busca la integración y que salió adelante con las donaciones de personas particulares a través de la plataforma www.goteo.org, que todavía se encuentra activa. Y cuya recaudación se dirige a los pequeños con dificultades económicas.

Una experiencia piloto que busca consolidarse y obtener el apoyo de las instituciones públicas para afianzarse de cara al futuro. Un ocio inclusivo en el que tienen cabida todos los niños de 0 a 18 años. Los niños ya han creado vínculos afectivos entre ellos y con los monitores, que les sirve para sentirse como en casa.

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