Un grupo gestado en las romerías, asaderos y parrandas después de los partidos de fútbol en el bar de Martín. Se juntaron hace diez años en un local del barrio con el objetivo de 'no imagines tu vida... vívela' y empezaron a encontrar en la música su afición común.

Ocho amigos: Iru Florido, Óscar Santana, Jonay Florido, Dailos López, Tine Martel, Fabián Melián, Omar López y Juan Antonio Hernández componen el grupo Charcojondo, que lleva injertando desde hace diez años. "Para nosotros desde el comienzo fue un pasatiempo, cuadrábamos nuestras agendas y nos juntábamos dos veces por semana. Poco a poco fuimos aprendiendo a tocar los instrumentos y comprando los equipos. Nuestro objetivo era y es disfrutar aprendiendo".

Unos músicos autodidactas que se caracterizan por saber tocar todos los instrumentos. "Cada uno tiene su rol dentro del grupo, pero lo bueno es que todos sabemos hacer de todo". Un grupo que se fue gestando a fuego lento y con buena letra, esas que fusionan hasta que te llevan a su terreno.

Así fue como el 27 de julio de 2007 el patronato de fiestas les propuso subirse al escenario. "Estábamos muy nerviosos y algunos eran reacios ante la actuación, como por ejemplo Fabián, que es el encargado del timple. En mi caso, no levanté la cabeza del instrumento en toda la noche", recuerda Juan Antonio Hernández.

Una primera actuación que pensaron que sería circunstancial y única. Ahora diez años después y con casi cien a sus espaldas hay una constante que continúa viva. "Buscamos pasarlo bien y transmitirlo a la gente que nos está viendo. También queremos reivindicar la música española. Siempre cantamos en español porque hay música realmente buena", apunta Óscar Santana.

Unas influencias musicales muy variadas que caracterizan un estilo que se ha mantenido a lo largo de estos diez años, pero que ha ido evolucionando. "Todos hemos mejorado como músicos, pero lo que no han cambiado es el timple. Ese es nuestro elemento característico y lo que nos diferencia del resto". Una seña que otros grupos han intentado imitar con mayor o menor éxito, pero con el que impregnan sus injertos y composiciones.

"Nuestro director musical, Jonay Florido, es quien le da forma a las composiciones. Pero aunque lo escriba uno las letras son de todos". Unas letras que se hicieron maqueta en 2009. "Son cinco temas propios que presentamos y fue un concierto muy especial. Fue la primera vez que las canciones eran de nuestro puño y letra".

Si hay algo que los ocho componentes de Charcojondo tienen claro es que la prioridad es la familia y el trabajo. "Para nosotros aunque el tiempo haya pasado esto continúa siendo un hobby tenemos claras cuales son nuestras principio y hay algo también muy importante y es que si uno no puede no actúa nadie".

Ellos aplican el lema de los tres mosqueteros: Uno para todos y todos para uno. Y lo han demostrado en más de una ocasión. "Cada vez que alguien del grupo lo necesita estamos a su lado. Si no puede venir lo vamos a buscar a su casa lo traemos y después lo llevamos". Una demostración de que más que un grupo se han convertido en una familia con el paso del tiempo. Y en esa unión radica una de las grandes anécdotas del grupo.

"Era una actuación en la que la mujer de Juan Antonio estaba embarazada y salía de cuentas esos días, con lo que tuvimos que tocar bajo la presión de que se pusiera de parto. Entre canción y canción mirábamos el móvil para ver si habían noticias nuevas". Una presión que buscan evitar en el futuro. "Las mujeres de dos de los componentes están embarazas y salen de cuentas en septiembre con lo que ese mes evitaremos las actuaciones. No queremos volver a tener esa presión", recuerda entre risas Iru Florido.

Cada actuación la afrontan con la ilusión de la primera vez y el cosquilleo sigue presente en cada una de ella. "A pesar de que han pasado diez años, seguimos manteniendo el equilibrio y cada vez que salimos al escenario estamos nerviosos. El día que no nos pongamos nerviosos hemos perdido la ilusión", explica Oscar Santana.

Una familia que mantiene los pies en la tierra, pero que vive la vida con intensidad y con la certeza de que en ocasiones los sueños se cumplen. "Para nosotros todo esto es un éxito y mérito". Como mismo lo fue actuar de teloneros en el concierto de Los Coquillos en Valsequillo. "Fue espectacular para nosotros y todo un honor". Y desde ese escenario hasta una boda de un compañero en Lanzarote. "Es otra de las tocatas que guardamos en nuestra memoria con especial cariño aunque tienen algo de especial".

Un grupo de amigos autodidactas que ha compartido una aventura llena de vivencias de muchos buenos momentos y algunos malos que los han hecho formar una familia. Diez años en los que han crecido y evolucionado como músicos, pero sobre todo como personas. Diez años de su vida que son difíciles de describir en palabras pero de los que han saboreado cada momento.

Las prioridades han cambiado, pero las ganas de pasarlo bien y disfrutar sobre el escenario continúan vigentes en un grupo que mantiene los pies en la tierra.