Las calles del casco de Jinámar fueron asfaltadas por primera vez por los propios vecinos del pueblo, que trabajaban sin tesón para convertir las veredas de tierra en auténticas carreteras de asfalto. Y en ese proceso participó Pablo Rodríguez cuando apenas era un niño, ayudando a cargar las carretas con materiales para alquitranar el camino. Desde su niñez se sintió atraído por el movimiento vecinal, ayudando a desarrollar poco a poco su hogar. Y con ese mismo espíritu permaneció hasta su muerte, que aconteció ayer por la mañana con apenas 55 años.

“Era un luchador”, afirman todas las personas que le conocieron. Tras más de diez años combatiendo contra distintas alteraciones del cáncer, finalmente falleció en su casa rodeado de sus familiares y amigos, con la satisfacción de haber dado todo de sí en la lucha por mejorar las infraestructuras del barrio e impulsar actividades deportivas, culturales y sociales. “Era una persona extraordinaria, dedicó todos sus últimos años de vida a seguir demandando mejoras para los vecinos aún estando en fase terminal”, recalca su hermano mayor, Lolo Rodríguez, que manifiesta su admiración por el la constancia y valentía de Pablo.

Valor del barrio

Fue presidente del colectivo vecinal La Concepción durante más de 20 años. A través de esta agrupación ciudadana y de manera personal reivindicaba constantemente la importancia de recordar la historia de Jinámar, de las personas que formaron parte de su crecimiento y también de poner en valor el patrimonio local. En las instalaciones del colectivo vecinal organizaba e impulsaba actividades relacionadas con la cultura etnográfica, el folclore y la tradición. Organizaba incluso visitas guiadas para enseñar a vecinos y foráneos los bienes del barrio, como la Noria de Jinámar. Entre algunos de sus logros se encuentra la puesta en valor del yacimiento arqueológico de la Montaña del Viento, que las instituciones desconocían hasta entonces. En los últimos años, consiguió junto con los miembros del colectivo, que el Ayuntamiento de Telde nombrase la asociación como un bien general del municipio.

Los vecinos le realizaron un homenaje en 2013 por su tesón y compromiso social

Resaltó por promover el deporte entre las generaciones más jóvenes para evitar, entre otras cosas, su acercamiento a las drogas y a comportamientos tóxicos. De hecho, en su asociación también consiguió un convenio con el Juzgado para integrar a chicos con medidas cautelares en las actividades del club, de modo que se favoreciera su inserción tras cometer actos delictivos. Por otro lado, fue el creador y presidente del ya desaparecido club de fútbol sala Venancio. También impulsó actividades relacionadas con otras disciplinas como el baloncesto, el balonmano o el atletismo. Colaboró con el colegio publico José Tejera, en donde estudió, para fomentar las actividades deportivas entre los más pequeños, y dirigió numerosos equipos durante varios años. “Yo lo conocí cuando era un alumno, con tan solo 14 años, y después nunca más nos separamos”, explica con emoción Pedro Galván, que fue uno de los primeros profesores del colegio. “Lo que más destacaría de él era su capacidad humana; era muy buena persona”, señala.

Rodríguez también asumió cargos en otras entidades sociales y recreativas como el Patronato de Fiestas o el colectivo juvenil Sima de Jinámar. Por su compromiso con los vecinos del barrio, que siempre le tacharon de ser una persona bondadosa, humilde y comprometida, se le brindó un emotivo homenaje en la plaza del pueblo en el año 2013. “Fue en ese tiempo cuando Pablo se enfermó, pero creo que un reconocimiento muy anticipado; después demostró lo luchador que era”, explica su hermano. Asimismo, tuvo la oportunidad de ser pregonero de las fiestas de la Caña Dulce y la Concepción en el 2019. En su discurso de apertura de los fastos reivindicó la importancia de mantener el pueblo unido y visibilizar los logros de los vecinos, rechazando por completo que las instituciones marcasen el barrio como una zona marginada y deprimida. Jamás calló cuando presenciaba una injusticia administrativa, manifestando siempre su opinión en los momentos en que consideraba que se estaban efectuando malas gestiones municipales, sobre todo en lo referente a servicios. “Seguiré luchando hasta que me toque la hora”, remarcó en una entrevista a este medio hace un año. Y así lo hizo.