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Los secretos del agua en Telde

Los teldenses bebieron de la fuente pública hasta que se secó en 1877

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Barranco Real de Telde Andrés Cruz

Las jornadas sobre la cultura del agua que organiza la Casa-Museo León y Castillo llegan a su fin con una caminata por el barrio histórico de San Francisco y el cauce del barranco Real de Telde. Un recorrido de tres horas entre fuentes tapiadas, pozos, fábricas de hielo desaparecidas, estanques, acueductos, acequias, molinos y una veintena de asistentes que disfrutaron de lo lindo con las explicaciones de Juan Ismael Santana, director de las jornadas, guía para la ocasión y experto conocedor del patrimonio hídrico que atesora el municipio.

El entusiasmo de los asistentes, la mayoría vecinos curtidos en mil batallas, se topa a las primeras de cambio con el estado de San Francisco, el barrio histórico por excelencia junto al vecino San Juan. Porque ese laberinto de calles empedradas, gruesas paredes y buganvillas no pasa por su mejor momento. «Esto se levantó con burro y carretilla, debería estar como los chorros del oro, es una pena, coño», se queja Jesús Luis Mesa al pasar por la calle Huerta, quizá una de las más bonitas de toda Canarias. 

Recorrido por el patrimonio hídrico de Telde. ANDRES CRUZ

El lamento es el mismo que el de Carmen Rosa y el de Pilar al pasar por el acueducto que une San Francisco con San Juan, una pasarela de nueve arcos cuya toba volcánica se encuentra en un «pésimo» estado de conservación, con la piedra cada vez más erosionada y burdos remates de cemento para evitar su descascarillado total. 

El guía explica que la piedra del acueducto no está hecha para su exposición directa a la intemperie, sino que eso se hizo en los años noventa, cuando los arquitectos decidieron quitarle el revestimiento por cuestiones estéticas. No se le dio ningún barniz o resina protectora, por lo que la erosión corre a sus anchas por esos pilares. 

Añade Juan Ismael Santana que se ha solicitado varias veces al Ayuntamiento la restauración y la protección del acueducto, pero hasta la fecha no se ha hecho nada. Lo mismo ocurre con la Fuente de Telde, hoy tapiada y cercada por las construcciones que le han ido robando la identidad al barrio.

Quizá no sea tarde para recuperar esa idiosincrasia de huertas, tapias y casas encaladas tan características de Andalucía, pues fueron los inmigrantes de esa región, tras la conquista de Canarias, quienes dieron ese aspecto de otro siglo a San Francisco, al asentarse en los márgenes del Barranco Real, donde su rico subsuelo prometía prosperidad para la agricultura.

En esa época tenía un papel capital la Fuente de Telde, también conocida como de Santa María, por la protección que ofrecía la virgen para mantener el agua limpia; o de Los seis chorros, por la disposición de las bocas que daban de beber al pueblo. 

Otro de los momentos del recorrido por el patrimonio hídrico de Telde. ANDRES CRUZ

Porque en esa época el agua era comunal y la fuente se convirtió en el primer sistema hídrico que abastecía a Telde, junto a Las Aguas del Chorro, que son las que bajaban a cielo abierto desde los altos de Tenteniguada

La diferencia es que a la fuente la alimentaban corrientes subterránea y el agua llegaba canalizada, o sea, más protegida de la contaminación exterior. Estaba prohibido expresamente que el cáñamo se tratara en los cauces para evitar la contaminación, o se obligaba a la población a hacer las matanzas de animales lo más alejado posible de esas infraestructuras.

La Fuente de Telde está tapiada casi en su totalidad, con sólo cuatro metros de su pared original a la vista, así como cercada de nuevas construcciones y de coches, que es otro de los problemas en San Francisco por la elevada «distorsión» que genera sobre el paisaje. 

Agrega el guía que lo ideal sería hacer aparcamientos apara los residentes en el exterior, así como recuperar la infraestructura hidráulica, con una escalera que se hundía hasta tres metros en las entrañas de la tierra para abastecer al pueblo. Eso cambió en 1877, año en el que se empezó a secar la Fuente de Telde, debido a los pozos que se perforaron en los alrededores para regar los ingenios azucareros. El agua, entonces, pasaba de manos públicas a privadas, así era el nuevo sistema de explotación liberal. 

En definitiva, pasan los siglos y el grito es el mismo: «menos Fitur y más inversión para San Francisco», claman los asistentes a las XII Jornadas de la cultura del Agua.

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