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Los vecinos de El Caracol quieren volver a hacer uso de su cancha deportiva

El barrio denuncia el abandono del recinto ante los actos vandálicos y la suciedad

Estado actual en el que se encuentra la cancha deportiva.  |

Estado actual en el que se encuentra la cancha deportiva. | / Benyara Machinea

Benyara Machinea

Benyara Machinea

El estado de las instalaciones deportivas del barrio de El Caracol no ha hecho sino empeorar con el paso de los años, denuncian sus vecinos. En estos momentos, la canasta de baloncesto estropeada, las grietas que predominan en el suelo y los vertidos de basura y restos continuos han llevado a que el recinto, antes frecuentado por niños, se encuentre vacío durante la mayor parte del día. Ante esta situación, los residentes reclaman «que arreglen la cancha y sea posible lograr que se recupere y que vuelva a ser utilizada por los más pequeños», incide Amanda Franco, vicepresidenta del patronato de Fiestas.

Los vecinos denuncian que los actos vandálicos son frecuentes, lo que ocasiona desperfectos que convierten el espacio en impracticable. El último de ellos tuvo lugar hace unos días, cuando algunas personas entraron y rompieron la puerta que daba a uno de los vestuarios. Pese a que se terminó reponiendo, «aún no se ha habilitado de nuevo ese lugar para volver a utilizarlo», denuncia Franco.

«Aquí jugaban niños que se pueden romper un pie o sufrir algún accidente grave por las grietas que hay», critica la vicepresidenta del patronato. La mayor parte de los vecinos han decidido no usar las instalaciones hasta que no se reparen los desperfectos, pero «vienen a menudo visitantes de fuera a jugar el fútbol bajo su propio riesgo», aclara la vecina.

Los vertidos de maderas, latas y restos de comida aparecen desde la propia entrada al recinto deportivo, aunque una vez dentro el problema es más evidente. Las paredes del espacio presentan la pintura dañada por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento, a lo que hay que sumarle a menudo las sillas de plástico tiradas y las botellas acumuladas.

Esta situación se suma a otras reclamaciones para mejorar el estado del barrio. «Lo cierto es que las carreteras presentan una gran suciedad y los árboles necesitan ser podados con urgencia», especifica Amanda Franco. También la suciedad y las grietas de los parques infantiles preocupan a una gran parte de El Caracol por los posibles incidentes que puedan ocasionar entre los pequeños, aunque el Ayuntamiento ya ha puesto en marcha un proyecto de mejora.

«La limpieza de la zona empeoró desde que el personal dejó de venir con tanta frecuencia a ayudar»

No obstante, el principal temor de los vecinos es que el recinto corra la misma suerte que el edificio abandonado que iba a acoger en primer lugar un colegio y después una iglesia a raíz de las demandas de los vecinos. Pero, aunque las diferentes propuestas sobre su futuro llevan debatiéndose desde 1997, su construcción se ha quedado a medio camino y en la actualidad es uno de los principales focos de suciedad y vertidos en las calles del barrio. «Al final todo quedó en nada, ni colegio, ni iglesias, ni nada», reclama la vecina, que enfatiza en la necesidad de contar con una iglesia y una plaza propias.

El entorno que rodea este edificio se ha convertido en uno de los puntos más conflictivos del municipio y los residentes de sus alrededores denuncian los robos que tienen lugar. La construcción abandonada permanece después de más de dos décadas sin apenas cambios, con las puertas rotas y las ventanas tapadas con palets de madera. En su interior, unas colchonetas, una mesa y los restos de latas, comidas y cigarros parecen indicar que hay personas que están haciendo uso del lugar para dormir ahí.

«El estado de limpieza del barrio empeoró desde que el personal de limpieza dejó de venir. Ahora solo pasan tres veces a la semana, barren por las calles y ya está, pero no se llegan a meter a la cancha ni a ninguno de los puntos más problemáticos», cuestiona la vecina. También aclara que el personal acude a recoger los restos cuando se le solicita para la realización de algún acto público de cara a los vecinos, «pero enseguida se vuelve a ensuciar porque la gente aquí no respeta mucho los espacios».